Kahli - Capítulo 43: Amor.

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Cerré la puerta detrás de mí, intentando no hacer ruido. Mamá me había prohibido jugar hockey, había dicho que quería que me alejara del hielo por un tiempo, pero no acepté, al final, terminamos negociando que no jugaría por dos semanas, lo que fue hábil de mi parte, porque había logrado manipular sus palabras. Claro que cumpliría mi palabra, podía abstenerme del hockey por dos semanas, pero nadie dijo nada acerca de no patinar, ¿verdad? Así que caminé temprano hacia la pista pequeña, con una mochila a mis espaldas, entonando en mi mente la melodía que había estado en mi mente desde aquella noche en el hospital. Jesse tenía los patines que me había regalado Owen, pero por suerte, no iba a necesitarlos.

Entré por la puerta de servicio, porque el lugar se encontraba aún cerrado, Jesse me había regalado una copia de las llaves, y una contraseña propia, ya que la pista pertenecía a su papá. Cerré la entrada, y fui directo a los vestidores, hacía frío, y mi piel se erizó en cuanto me quité la sudadera, pero no me molestó. Saqué mi ropa de la mochila, y le eché un vistazo a mi última adquisición, suspirando, era perfecta, la había comprado en un escaparate fuera de la cuidad la última vez que salí con mis padres de vacaciones, era un vestido para patinaje artístico corto, sin mangas ni tirantes, del tono de rojo más hermoso que hubiera visto jamás, intenso, pero no brillante, con un corte asimétrico, pero que de alguna manera lucía clásico. Me cambié y maquillé, pasé casi una hora arreglándome antes de ponerme los patines de competencia, eran blancos, y nada tenían que ver con los de juego que usualmente necesitaba. Conecté mi Ipod al equipo de sonido de la pista, subí el volumen al máximo nivel, y llevé conmigo el remoto, había dejado mis cosas tiradas por el suelo de los vestidores, pero por suerte, aún faltaban tres horas para que la pista abriera sus puertas al público, tiempo suficiente para recogerlas y para patinar hasta cansarme. Di un par de saltos y giros durante unos minutos a modo de calentamiento, y cuando estuve lista, puse la música.

Elegí una de mis canciones favoritas, "What kind of love" de Avantasia. Dejé el remoto en una de las vallas de los costados en cuanto comenzaron los primeros acordes, y fui al centro de la pista, cerré los ojos, y comencé a moverme lentamente, sin avanzar por el hielo, relajando un poco los músculos, al mismo tiempo que intentaba seguir el ritmo, respiré hondo y me sentí en casa. Comencé a desplazarme en cuanto la voz lo inundó todo, aún con los ojos cerrados, me prometí seguir así hasta que terminara la melodía, incluso así, podía hacer lo que quisiera, éste era mi ambiente, el lugar había visto lo mejor, y lo peor de mí, ambos nos conocíamos a la perfección. La canción hablaba de amor... Y de dolor. Sonreí debido a la ironía, dancé en círculos, pensando en que era justo así como me sentía, un poco dividida, y confundida. Fue inevitable pensar en Owen, en el vikingo testarudo, orgulloso y engreído que me había hecho escribir una balada, sólo para él.

No lo admitiría frente a nadie, pero la verdad era que tenía mucho miedo. No me había sentido así desde que Lyschko me había llevado a las estrellas con sus palabras dulces, y con sus demostraciones de afecto, pero ésta vez, no sentí dolor al recordarlo. El amor era esto, la magia que sentías por dentro al pensar en ésa persona, ésa que te ponía nerviosa, la que te hacía querer siempre más, la persona en la que depositas toda tu confianza, por la que te arriesgarías siempre una vez más. Jamás me había arrepentido de amar a Lyschko, porque a pesar de haberle negado en el pasado el acceso a mi corazón a las personas, siempre he creído que el amor no debe contenerse, nunca.

Giré sobre mí misma, dándole libertad a mis brazos de expresarse, de protegerme, porque tenía miedo, sí, porque no era nada fácil volver a entregar el corazón después de una caída tan dolorosa, porque las decepciones son dolorosas, porque amar siempre duele, de una manera o de otra, porque dejar ir a las personas es horrible... Y porque los sentimientos no se desvanecen fácilmente. A pesar de todo, algo era seguro, el amor siempre valía la pena.

"... If only you could be,
the one to take a look inside,
I feel so incomplete..."

No sabía si Owen era el indicado, pero anhelaba con todo mi ser, que así fuera... Porque estaba decidida a arriesgarme con él.

Me deslicé por el borde de la pista a gran velocidad, y di el primer salto, pequeño, pero elegante. Una enorme melancolía me invadió de pronto al recordar a Jesse, y me dieron ganas de llorar, porque ahora veía claramente que no amaba a Jesse de esa manera, y nunca lo había hecho. Jesse jamás me había provocado algo tan intenso como lo que me inundaba cada vez que pensaba en Owen... Ni siquiera aquella noche en que hicimos el amor.

Porque, a veces, ni siquiera lo físico puede superar a lo emocional.

Ahora, en este momento, era como si el mismo Owen se encontrara conmigo, sonreí, y comencé a dar cada vez más saltos al ritmo de la música. Una lágrima corrió por mi mejilla a causa de tantos sentimientos encontrados, pero en ése momento, estaba en la cima, estaba enamorada.

Enamorada de su ingenio, de su ternura, de su entusiasmo, y de su aroma, enamorada de su carisma, y de esa sonrisa altanera, de su porte, y de su andar, enamorada de su esencia, y de sus ojos... Esos ojos que podían pasar de una travesura a un "Te amo" en medio segundo, esos ojos de acero que me miraban con la misma dulzura con la que los míos lo veían a él. Giré una vez más, y otra, y otra, y muchas veces más, cada vez más rápido, y dejé de hacerlo muy lentamente con un suspiro, mientras la canción llegaba a su fin.

En cuanto abrí los ojos, no me sorprendió en lo absoluto encontrarme con Owen frente a mí.

Sonreí.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora