Kahli - Capítulo 37: Pareja promedio.

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Saqué la lasaña del horno y la puse sobre la barra de la cocina. Owen me miraba sorprendido. Me quité los guantes y le sonreí. Él no dejaba de mirarme, y por un momento, me recordó a un gatito bajo la lluvia.

-¿Qué pasa? -Me preocupé.

-¿Eso es lasaña? -La señaló con un dedo, y juro que pude ver las comisuras de sus labios bajar. Joder. ¿No debía haberlo hecho?

-Pensé que te gustaría. Yo... Ayer dijiste que... -Me sentía bastante nerviosa, no sabía qué estaba mal. Miré mis manos, trataría de arreglarlo-. Si no te gusta, podría prep... -La oferta murió en mi boca en el momento en que Owen me abrazó. Me quedé inmóvil por un momento, pero al siguiente, le correspondí extrañada. ¿Qué demonios pasaba con él? -¿Owen?

-¿La hiciste para mí? -Preguntó en voz baja.

-Pues, sí. ¿Pasa algo? -Él me alejó un poco y me mostró la sonrisa más hermosa que hubiera visto jamás.

-Perdona. Quizá esto suene patético, pero nunca nadie había cocinado para mí. Además de mi madre, claro. -Lo miré entre conmovida e incrédula.

-Pero tienes miles de admiradoras. -Venga, ellas debían de llenarlo de atenciones todo el tiempo, ¿no?

-Claro, pero ninguna chica había tenido algún detalle conmigo. No sé que tan vulgar te parezca esto, pero en realidad esas chicas no quieren salir conmigo, sólo buscan una aventura con el reservado chico inalcanzable.

-Bueno, tampoco es como si les dieras la oportunidad de llegar a eso. -Acusé. Él negó.

-Claro que no, sería muy estúpido de mi parte aceptar salir con todas las chicas que me lo piden. -El chico tenía un punto-. Pero ni siquiera en las veces que estuve en una relación, había pasado eso. Las chicas suelen creer que nosotros somos siempre quienes debemos conquistarlas. Nunca recibí siquiera una carta, una nota, nada. Era demasiado esperar que alguien cocinara para mí, y mucho menos mi platillo favorito. Nena. ¿Puedo preguntarte algo? -Asentí un poco abrumada por el aparente momento de sinceridad y entusiasmo de Owen. ¿Quién hubiera creído que un rompecorazones como él tuviera ese tipo de problemas?-. ¿Por qué lo haces? Me refiero a ser tan dulce conmigo. Hace un momento detuviste mi guerra interna con tan sólo unas palabras. No es que me queje de alguna manera, pero me sorprende gratamente que ahora me muestres esta faceta tuya. ¿Eres así con todo el mundo? -Joder. 

-Yo... No lo sé. -No lo hacía. Venga, lo había hecho inconscientemente, no me había dado cuenta de mi cambio de actitud hacia él. No había planeado nada. Claro que había decidido dejar atrás mis intentos por alejarlo, pero estar con él, ahora me parecía algo tan natural, que no pensaba en mis acciones, y sólo reaccionaba de acuerdo a la situación. Owen me daba la libertad de ser yo misma-. Creo que intento ser una buena persona con las personas que lo merecen, pero pocas tienen mi total confianza. -Me eché a reír al recordar qué me había motivado a cocinar-. Aunque para ser sincera, éste no era un acto por completo desinteresado. -Él levantó una ceja.

-¿Ah, no? -Negué. La sonrisa desapareció de mi rostro y sentí sus enormes ojos sobre mí, observándome curiosos. Respiré hondo.

-Quiero contarte algo. El plan era alimentar a la bestia antes de liberarla. -Owen se echó a reír.

-No me asustes, nena. ¿Qué ocurre? -Mordí mi labio. Ahí vamos. 

-Jesse me besó. -Lo dije tan rápido que tenía la esperanza de que él no me hubiera escuchado, pero al ver su rostro, supe que sí lo había hecho. Joder.

-¿Qué? -Frunció el ceño y supe que no lo preguntaba por que quisiera escucharlo de nuevo-. ¿Cómo? ¿Cuándo?

-Esta mañana, en la playa. -Owen se quedó en silencio, era obvio que esperaba una versión extendida de la historia. Suspiré-. Por la mañana fui a la bahía con Jesse, hablamos un poco.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora