Capítulo 15: En territorio vikingo.

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Había algo que no encajaba.

Pensaba en ello mientras me miraba en el espejo, y repasé mentalmente, no había olvidado algo importante como ponerme los pantalones o algo por el estilo, pero aún así había algo que no me parecía, algo no estaba bien. Bufé y cambie mis zapatillas bajas por unos botines negros de tacón alto. Mucho mejor. Sonreí, tomé mi chaqueta y mi bolso, y me dispuse a partir. No podía tomar el auto de Hanna de nuevo, no sin sentir que debía darle algo a cambio y, ¿el auto de papá? Ni soñarlo. 

Genial.

No quería caminar hasta el Valhalla o ir en autobús, así que la única opción era ir en taxi. Los detestaba, pero era claro que no tenía alternativa. Llegué al club unos minutos antes de las tres, era lunes, el único día en que el Valhalla cerraba sus puertas al público, así que el lugar estaba desierto, lo que sinceramente fue un alivio.

Seguí las instrucciones de Owen y me dirigí a un costado de la entrada principal, donde divisé una gran puerta de cristal negro en la cima de unas escaleras. ¡Vaya! El chico tenía estilo, eso había que admitirlo. Llamé a la puerta y esperé unos segundos.

—¡Un momento! —Lo escuché gritar desde el interior, y mi corazón dio un pequeño salto. Me esforcé en actuar normal, aunque estoy segura de que no lo hice muy bien. Medio minuto después, abrió la puerta y extendió una amplia sonrisa al verme. ¡Por la rana René! Apostaba lo que fuera a que acababa de salir de la ducha. Estaba guapísimo, y su cabello brillaba húmedo.

—Hola. —Saludé amablemente.

—Hola. —Saludó feliz, y miró su reloj—. Estás preciosa, y llegas justo a tiempo. La puntualidad es digna de elogio en una dama. En un minuto estaré listo. —Me guiñó un ojo y se adentró en el lugar dejándome ahí parada. Lo vi tomar una chaqueta de un bonito sofá y salió cerrando la puerta con llave detrás de él—. ¿Vamos?

—Claro, ¿a dónde? —Le pregunté encogiéndome de hombros.

—Adentro, debo resolver algo. —Explicó. Asentí y lo seguí.

La puerta delantera estaba abierta, y escuché voces en el interior, lo primero que pude notar fue que el lugar estaba impecable.

—Debe costarles mucho trabajo, o mucho dinero mantener esto limpio —comenté. El rió.

—La segunda, no sobreviviríamos sin el equipo de limpieza. —Se detuvo y trató de tomar mi brazo, pero me moví antes de que lo hiciera. Me miró curioso, pero sin duda no se había detenido para tocarme, meneó la cabeza y me miró un poco más serio—. Oye, ésta es una reunión de vikingos. No queremos que el club caiga en lo cotidiano, la idea es buscar más clientes, por eso quedamos de vernos hoy.

—Pero, ¿no se ven cada noche? —pregunté extrañada.

—No todos. Nosotros somos cinco, pero por alguna extraña razón nunca estamos completos en el club, siempre alguien tiene algo que hacer. El único constante aquí, soy yo —explicó feliz—. Como te decía, hoy vamos a hablar de éso, queremos darle un giro al lugar, y podrás ayudarnos, si quieres.

—Claro, adoro este lugar, ¿por qué no? —Sonreí, y él hizo una de sus ya acostumbradas reverencias.

—Después de usted. —Me guió hasta el "apartado vikingo" donde lo esperaban los mismos chicos que yo había visto en mi anterior visita. Maxi me dedicó una enorme sonrisa.

—Caballeros, ya conocen a Kahli, espero que se lleven bien, porque van a verla muy seguido por acá —dijo Owen mientras ocupaba un enorme sillón rojo, era gracioso porque podía imaginarlo como un trono. Los chicos sonrieron.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora