Capítulo 4: En busca de la princesa.

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En mi ciudad no había muchas cosas interesantes, en realidad, eran pocos los lugares que te hacían fijar la vista en ellos, y uno de estos era el Valhalla, un club nocturno al que, si bien no era fácil entrar, valía la pena el intentarlo. 

Era fantástico, tenía un decorado inspirado en vikingos y era muy interesante, la música era genial y el ambiente aún mejor. Yo lo había visitado una sola vez, en mi cumpleaños, los Geckos habían logrado que nos dejaran entrar, fue la mejor noche de mi vida, y como si el lugar no fuera lo más genial del universo, también estaban ellos.

Había un grupo de chicos, todos ellos administraban el lugar, y también eran lo que mas atraía a la clientela, ya que estos chicos... ¡Joder! no debería decirlo, pero en verdad que eran muy atractivos, y esto influía mucho, pues en mi ciudad, mas del 60% de la población eran mujeres. 

La ecuación era simple: Un lugar genial + Chicos atractivos y misteriosos + Mujeres desesperadas = El mejor negocio de todos los tiempos.

Si todo salía bien, patearíamos el trasero de esos perdedores, ahora sólo necesitábamos el apoyo de los chicos, y acceso al club.

Corrí a casa con Dann detrás de mí, él parecía aún muy confundido, pero me siguió a través de las calles hasta llegar a mi jardín.

—Y ahora, ¿qué?

—Buscamos a Hanna, necesitaré su ayuda, debes ir a casa y vestirte para la ocasión, iremos al club.

—Venga, Kahl, ¿crees que nos dejarán entrar? —dijo un poco desesperado.

—No te preocupes, hablaré con Hanna. Te veré a las nueve en la entrada del centro comercial. —Iba a entrar a casa, pero Dann tomó mi brazo y me obligó a mirarlo.

—Kahl, no habrá problemas, ¿verdad? Ya sabes lo que dicen de esos tipos. —Le sonreí para tranquilizarlo.

—No te preocupes, confía en mí.

—Lo haré, espero que sepas lo que haces.

—Funcionará. —Tendría mi Jeep a cualquier costo. Le guiñé un ojo y entre a casa, no parecía haber nadie, pero sabía que ella se encontraba ahí. Subí corriendo las escaleras y me dirigí a la habitación de mi hermana, la cual despedía música pop—. ¿Hanna? —Golpeé tres veces y esperé—. Vamos Hanna, abre la puerta. —Odiaba recurrir a ella, pero no había otra opción.

—¿Siiii?, ¿qué ocurre? —Preguntó con una voz demasiado melosa para mi gusto.

—Hanna, necesito tu ayuda. —¡Iugh! Odiaba esas palabras. La música se detuvo, y una rubia impresionante me miró desde el otro lado de la puerta, levantando una ceja muy sorprendida.

—¿Qué necesitas? —Me dijo mirándome con desconfianza.

—Entrar al Valhalla. —Ella me miró, parpadeó un par de veces y rompió a reír.

—¡Hahaha! ¡Venga ya! Me estas tomando el pelo, ¿verdad? ¡Ni lo sueñes, Kahli! —Me dijo antes de cerrar la puerta en mi cara. Menos mal que tenía un As bajo la manga.

—¡A cambio de una cita con Josh Mckenna! —Escuché un grito ahogado, un golpe, y después, nada. Sonreí antes de abrir la puerta y ver a una muy sorprendida Hanna mirándome desde el suelo como si fuera un unicornio radioactivo.

—¡¿Dijiste Josh?!

Y con eso estábamos dentro.


Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora