-Me alegra que al fin hayas accedido. -Reproché a mi amigo. Marcus hizo una mueca.
-No estaba de humor para salir, no lo estoy. -Aseguró.
Me había costado un par de días localizarlo, y unos más para convencerlo de que hiciéramos algo juntos después de lo ocurrido con Kahli.
-Pero quedarte en casa no ayudará. -La mesera se acercó y dejó nuestras bebidas sobre la pequeña mesa, dedicándome un guiño coqueto. Tomé mi vaso y lo levanté un poco, devolviéndole el gesto-. Tuvimos que suspender los shows.
-No tengo ganas de tocar, ni las tendré en un buen rato, pero estoy en eso, conseguiré a alguien para que sea mi reemplazo temporal. -Informó.
-Más te vale que sea alguien que me caiga bien. -Amenacé-. Por cierto, ¿cuál es el propósito de venir a un bar si vas a pedir únicamente coca colas? ¿Ni siquiera un poco de ron? Los piratas lo beben. -Señalé.
Marcus había accedido a que nos viéramos, con la condición de que fuera en uno de sus bares favoritos, y eso nos había llevado a uno que se encontraba fuera de la ciudad, muy cerca de su universidad.
-Ahí está tu respuesta, yo no soy un pirata. -Bebió casi medio vaso de un trago-. Te dejaré el alcohol que me toca. -Ofreció, pero negué.
-No, yo soy el conductor designado, creo que no has entendido la situación, se supone que estás en tu derecho de ahogarte en vodka hasta olvidar tus penas. -Sonrió.
-Gracias, Max, pero me conformaré con un par de sodas. -Asentí.
-Es un buen lugar. -Admiré. No era muy grande, pero tenía clase, era muy contemporáneo, todo en azul y negro, muy Marcus.
-Sí, solía venir antes con un amigo. -Fijó sus ojos en su bebida, y pasó su dedo indice por el borde del vaso. Suspiré, la sutileza no era lo mío.
-¿Marcus? -Levantó sus ojos para mirarme, en una expresión de mera curiosidad-. Fuiste tú quien terminó con ella, ¿no? -Asintió sin dejar de mirarme-. ¡Qué valor! -Levanté las cejas, sorprendido-. Para ser sincero, esperaba que estuvieran juntos por un buen tiempo. -Negó, y bebió el resto de su coca cola antes de ordenar otra.
-No. -Masajeó su frente-. Por mucho que me duela admitirlo, fue un maldito sueño, pero no tenía futuro. -Asentí, sabiendo a que se refería. Fue él quien rompió el silencio después de un rato-. ¿Sabes qué fue lo más difícil?
-¿Qué?
-Verla llorar. -Se detuvo un momento cuando trajeron la segunda ronda de bebidas para bebés-. Hubiera sido más fácil si tan sólo hubiera dicho: "Esta bien, Marcus, no hay problema", pero verla llorar... Cuando dijo que me amaba... -Su vista se perdió en el suelo y su ceño se frunció-. Saber que yo causé ése dolor fue lo peor, porque lo que menos quería era lastimarla.
-Lo entiendo, pero eso deja muy en claro lo mucho que te quería, ella te quiere, Marcus. -Aseguré-. Sé que debió ser duro, pero era lo mejor, para ambos. -Asintió.
-Al menos para ella sí, y eso es lo importante.
-Pero ella te hizo demasiado bien. -Afirmé-. No te he visto mirar a ninguna chica ni de reojo desde que te enamoraste de ella.
-Porque tenía los ojos puestos en la mejor. -Susurró.- No encontraré a nadie como ella. -Aseguró.
-No lo sabrás si no te detienes a mirar a las demás. -Fijé mis ojos en una rubia preciosa que se encontraba en la barra, bebiendo sola. Un par de chicos se habían acercado a hablar con ella sin mucho éxito, pues los había visto alejarse casi al instante. Sonreí divertido, imaginando cuál sería su tan efectiva táctica de rechazo-. Hay una chica muy guapa en la barra. -Informé, pero el ojiverde hizo una mueca, sin dignarse a mirarla. Solté una carcajada.
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Geckos y Vikingos
RomanceElla en el mundo del hockey y él, dueño de un exitoso bar. Kahli pasa el tiempo rodeada de chicos y siendo la líder de su equipo de hockey, los "Geckos", hasta que conoce al jefe vikingo, quién de alguna forma la obliga a mostrarse como realmente...