Kahli - Capítulo 25: Fantasma.

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Tal y como me había dicho Owen, ese día nos dedicamos a actividades un poco más normales. Por la mañana fuimos a desayunar hot cakes en un restaurante bastante lindo, después fuimos a caminar por un parque cerca del Valhalla, y luego habíamos ido a ver una película. Debo admitir que cuando no se sentía amenazado, Owen era una excelente compañía. Era bastante caballeroso, era gracioso, amable, tierno y respetuoso, incluso llevaba ya un buen rato sin gruñir, lo que me parecía increíble. No paraba de sonreír, y yo tampoco. Me sentía como una boba, pero después de todo, por el momento era una boba feliz.

Estaba teniendo un muy buen día, habíamos ido a ver una película de terror, la cual había sido un fiasco, por lo que terminamos riendo a carcajadas en la sala y todo el mundo nos miraba como si estuviéramos locos, así que el personal que trabajaba ahí nos invitó a salir poco antes de que terminara la función. Lo hicimos y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento del lugar.

-Es el peor filme de horror que haya visto en mi vida -aseguré mientras comía palomitas de maíz.

-Pero debes admitir que como comedia, es excelente -replicó riendo. Me uní a él.

-Es la primera vez que me sacan de un lugar así, de hecho, es la primera vez que me sacan de cualquier lugar. Me la estaba pasando genial, esto es culpa tuya. -Le conté al tiempo que lanzaba una palomita a su cabello.

-¡Tu risa era la estruendosa! -dijo al devolver el ataque.

-¡Claro que no! ¡Eres muy escandaloso! -Comenzamos una guerra de palomitas, por suerte yo aún tenía muchas más que él.

-¿Y si así fuera? ¿Qué vas a hacer al respecto? -Me retó. Tomé un puño completo de municiones y las lancé directo a su cara. Él pareció sorprendido, pero arremetió en seguida.

-¡Pagarás por esto! -Pensé en correr, pero ni bien pude darme la vuelta para huir, cuando de un movimiento, me alzó en vilo, haciéndome girar. Reí mientras intentaba bajar.

-¡Bájame! -Gruñí.

-¿Dejarás de atacarme?

-¡Nunca! -Juré.

-Entonces no habrá tregua -dijo, y comenzó a hacerme cosquillas.

-¡Owen! -No podía parar de reír, estaba al borde de las lágrimas-. ¡Basta, por favor!

-Kahli. -Me llamaron. La risa cesó en segundos. Ésa no era la voz de mi acompañante, era la única voz que me causaba escalofríos. Me quedé congelada. Al darse cuenta, Owen se detuvo y me bajó con cuidado. Ésto no podía estar pasando. La voz se dejó escuchar a mis espaldas, y yo no quería girarme. Miré a Owen, miraba a la persona detrás de mí con el ceño fruncido. Seguro sospechaba que algo raro pasaba.

-Kahli, ¿estás bien? -Me preguntó el vikingo, pero sin dejar de mirar sobre mi hombro. No contesté, no podía prolongarlo más. Despacio, lo más despacio que pude, comencé a dar la vuelta. Sabía que éste día llegaría, y aunque me temblaban las rodillas, debía enfrentarlo.

Y de pronto, lo vi. 

Justo frente a mí. Tan apuesto y deslumbrante como el día en que lo conocí. El aire abandonó mis pulmones, y aunque traté de reaccionar como si nada pasara, no sirvió de mucho. Me miró con sus enormes ojos azules, su largo cabello rubio caía sobre sus anchos hombros. Sonrió de lado, pero era una sonrisa triste. No sabía que hacer, podía oír a Owen hablar a mis espaldas, pero no escuchaba lo que me decía, en mis oídos sólo tenía presente el acelerado latido de mi corazón.

-Hola, Kahl -dijo tranquilamente, con la voz que aún escuchaba en sueños a menudo.

-Lyschko... -Susurré sin aliento.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora