Owen - Capítulo 11: Piraña.

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Suspiré satisfecho al sentir el agua cayendo sobre mi espalda. Me encontraba un poco cansado, pero un baño caliente era justo lo que necesitaba para sentirme mejor. Sonreí. A pesar de que ésta había sido una mañana bastante extraña, había pasado momentos geniales con Kahli el día anterior. No podía dejar de pensar en ella, era simplemente fantástica. Sin tener una razón en especial, comencé a cantar algo de Van Halen en voz baja mientras me bañaba. Me sentía un poco bobo, pero la canción vino a mi mente, y las letras salieron sin problema alguno de mi boca. Me encogí de hombros y elevé un poco el volumen de mi voz, pensando en Kahli, y en que faltaba poco para verla de nuevo. Esto rayaba en lo ridículo, pero nunca me había sentido de ésta manera. 

El timbre sonó en cuanto salí de la ducha. Bufé recordando que Marcus había olvidado aquí su celular, sabía que iba a regresar por él, pero no esperaba que regresara en un momento tan inoportuno. Tomé una toalla y me la puse alrededor de la cintura, fui a la sala, tomé su teléfono, y abrí la puerta, dispuesto a arrojarlo a su cabeza. 

Joder. Aunque sí se trataba de una persona castaña, ésta no era Marcus.

-Hola, Owen. -Me saludó Jenna. Mi sonrisa se borró lentamente, y la miré serio. Le había pedido cientos de veces que no me buscara más. Lancé el celular de Marcus a uno de los sillones.

-¿Qué haces aquí, Jenna? -dije con cansancio, sujetando con fuerza mi toalla.

-Sólo quería pasar a saludarte, saber cómo estás. ¿Es un mal momento? -Bufé, como si no pudiera ver que estaba casi desnudo.

-Por supuesto que es un mal momento. De hecho, nunca habrá un buen momento. Te dije que no quería volver a verte. -Le recordé.

-Eres muy cruel conmigo. ¿Por qué no podemos ser amigos? -Miré su expresión de tristeza. Falsa. Lo noté en sus enormes ojos marrones. Había aprendido a leer a Jenna bastante bien. Ya no me creía sus mentiras.

-Porque no me interesa ser amigo de alguien como tú. -Tampoco me interesaba darle explicaciones. Mi cortesía tenía un límite.

-Pero te extraño, Owen. -Me eché a reír.

-Lo sé, es imposible no notar que vienes al club casi cada noche. Te la pasas pegada a los cristales todas las noches, y no dejas de mirarme. -Ella miró el suelo, incómoda- ¿Qué?

-Anoche, te vi con los chicos.

-¿Y? Estoy con ellos todas las noches. -Rodé los ojos.

-Había una chica con ustedes. -dijo sin levantar la vista. ¡Ajá! Así que por eso había venido. Vamos, no podía seguir creyendo que yo era algo de su propiedad, ¿o sí?

-Eso no es de tu incumbencia, Jenna. Evita que sea grosero contigo.

-¿Es tu novia? -preguntó de pronto. ¡Que más quisiera!

-Suficiente Jenna. Vete de aquí. -Ella frunció el ceño.

-¡No! -Levanté una ceja. ¿Qué?-. No voy a permitir que me hagas esto. A mí jamás me permitiste estar con ustedes en ese maldito salón, porque según tú, hubiera hecho que las chicas del club creyeran que era posible entrar ahí, ¿y ahora, esa estúpida se queda incluso después de que el club cierra? -Sentí mi sangre hervir-. ¿Quién es ella? No pude verla bien, pero tú no la dejaste sola ni un maldito momento.

-¡Basta, Jenna! No voy a permitir que hables así de ella. -Rugí. Ella comenzó a llorar y lanzó sus brazos a mi cuello.

-Owen, dame una oportunidad, aún te amo. Sea quien sea esa chica, no es importante. Sólo quieres acostarte con ella, igual que con las otras. Hazlo. Hazlo si quieres, pero vuelve después. ¡Ella no es mejor que yo! -Intenté apartarla con la mano que tenía libre.

-¡Ella es mil veces mejor que tú! -De eso no había duda. Apenas terminé de decirlo, Jenna me besó. No un beso tierno, no. Se lanzó sobre mi boca como una maldita piraña, y mordió mi labio. La tomé por las muñecas con fuerza, y la alejé de mí-. ¡Suficiente, Jenna!

-¿Ya olvidaste todo lo que pasamos juntos? -Me lanzó una mirada lasciva. Estaba furioso, sentí impotencia al no poder golpearla, sentí vergüenza por haberme fijado alguna vez en ella, pero sobre todo, sentí pena. Pena y asco era lo que me inspiraba la chica que estaba frente a mí. Aquella no era la chica que alguna vez llegué a amar. Intentó acercarse a mí de nuevo, pero no se lo permití. La sujeté con más fuerza-. Owen, me lastimas. -Se quejó, llorando de nuevo. No aflojé mi agarre, sino que la acerqué a mí, tirando bruscamente de ella.

-¡Escúchame! ¡Me das asco! ¡¿Cómo puedes caer cada vez más y más bajo?! ¡Déjame en paz! ¡Por una maldita vez hazme caso! ¡Yo no te quiero, Jenna! -Quizá así me escuchara.

-¡Owen! -Chilló de dolor. Lloraba a mares. Sabía que debía parar, pero estaba demasiado furioso para ello. La arrastré de las muñecas escaleras abajo, y después la lancé al suelo.

-¡Largo! ¡No quiero volver a verte! -Ella me miró con odio, y se puso de pie lentamente. Lágrimas negras rodaban por sus mejillas, a causa del exceso de maquillaje. Viéndola así, costaba creer que alguna vez la hubiera considerado hermosa.

-Regresarás a mí. -Juró, y me sonrió antes de morder sus labios en un gesto que tenía como fin ser provocativo. Me dio nauseas-. Sé que me deseas. -Dio la vuelta y se alejó rápidamente.

Llevé mis manos a mi cabello en un gesto de frustración. Joder, la odiaba tanto. ¿Por qué no podía simplemente dejarme tranquilo y seguir con su vida? Di la vuelta para subir de nuevo las escaleras, cuando me percaté de que Marcus estaba a un lado de éstas, mirándome. No sabía cuanto tiempo llevaba ahí. Silbó y señaló con un dedo su labio inferior. Llevé mi mano al mío y en seguida la miré. Esa maldita salvaje había hecho sangrar mi labio.

-A Kahli no va a gustarle eso. -Hice una mueca.

-¿Tan mal se ve? -Marcus asintió. Gruñí mientras acomodaba mi toalla. Me sorprendía el hecho de que no se hubiera caído con tanto ajetreo. Suspiré sonoramente-. Vamos. -dije subiendo las escaleras, él subió detrás de mí.

-¿Por qué estás descalzo? -Por supuesto, no se le ocurrió preguntar por qué no tenía ropa, sino por qué no tenía zapatos.

-Acababa de salir de la ducha cuando llegó. -Expliqué entrando en el departamento.

-Es una puta. -Fue su conclusión.

*Jenna en multimedia

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora