Kahli - Capítulo 30: Bowser.

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Pude notar como Jesse se molestaba visiblemente. Hice una mueca. Lo que menos quería era causar problemas entre él y Lyschko, pero por la expresión de Jesse, supe que los habría.

-¿Qué está haciendo aquí ese maldito bastardo? -dijo apretando los puños. Me encogí de hombros, tratando de quitarle importancia.

-No lo sé, pero mientras se mantenga lejos, todo estará bien -dije, y antes de que pudiera preguntar nada más, escuchamos a mi mamá llamarnos para cenar-. Vamos, ya habrá tiempo para hablar de eso.

No le di tiempo para decir nada más y fui directo a las escaleras, esperando que me siguiera. Ayudamos a poner la mesa y seguimos platicando de otras cosas mientras esperábamos a mi papá.

-¿Has tenido más problemas con Kyle? -Preguntó. Bufé.

-¿Te refieres a problemas además de la apuesta? No. -Hanna bajó por las escaleras en ese momento, al mirar a Jesse, sus ojos se iluminaron un instante y fue directa hacia él.

-¡Jesse, qué gusto verte! ¿Dónde está Josh? -preguntó buscándolo con la mirada. Jesse la miró divertido.

-En Rumania, espero. Si es que ya lo encontraron. -Rodé los ojos. Hanna lo miró confundida.

-¿Encontrarlo? -El rostro de mi hermana era una representación clara de la preocupación.

-¿No te dijo Kaa? Fuimos de excursión al bosque, nos separamos y nos perdimos, a mí me encontraron hace dos días, pero los chicos siguen desaparecidos, es por eso que regresé, debía decirles a sus padres. -Jesse tenía una expresión bastante realista, y Hanna lo miraba horrorizada. No lo soporté más y solté una carcajada. La rubia me miró confundida y después a Jesse, quien ya mostraba una sonrisa burlona.

-Hubiera sido perfecto que de verdad te perdieras -espetó enojada, pero no en serio. Sorprendentemente, Hanna y Jesse llevaban una relación pacífica. Mi amigo pasaba mucho tiempo aquí, y Hanna tuvo que acostumbrarse a ello.

-Yo también te extrañé, Barbie. -Le dijo Jess antes de despeinarla. Papá no tardó mucho en llegar y pronto nos encontramos todos a la mesa.

-¿Qué tal el campamento, Jesse? -preguntó mi papá mientras Jesse y yo jugábamos a ver quien podía hacer la montaña de chicharos más alta.

-Increíble, los Cárpatos son lo más impresionante que he visto en mi vida. -Aseguró intentando derribar mi montón.

-Qué bueno que regresaste -comentó mi mamá-. Me sentiré más tranquila si Kahli está afuera sabiendo que esta contigo. -Sí, mamá no se andaba con rodeos.

-Basta mamá -dije antes de dedicarme a comer. Papá rió, pero después de un momento, un silencio incómodo se apoderó de la instancia. Sentí que alguien me observaba, la sensación era tan fuerte que me obligo a levantar la vista de mi plato. Miré a Hanna, quien se encontraba al otro lado de la mesa, su expresión era de confusión. Nos miraba a Jesse y a mí alternadamente, al final, me miró con sorpresa. Levanté una ceja y me giré para mirar a Jesse a mi lado. Sinceramente, me tomó más de un segundo comprender a Hanna. 

Oh, no.

Fruncí el ceño y rogué a Odin estar equivocada, pero al dar un segundo vistazo, supe que no lo estaba. Jesse no se había percatado de las miradas de Hanna, porque estaba muy entretenido mirándome. A mí. Completamente embobado. No había malentendido alguno, yo conocía esa mirada. Al parecer, Jesse decidió salir de su trance en ese momento, porque se sonrojó a más no poder, despojándome de toda duda. De pronto, me enfurecí. Esto no estaba pasando, era sólo una broma de Jesse, ¿o no? Mi mente había estado tan distraída con Owen y Lyschko, que no me paré ni por un segundo a pensar en Jesse hasta ahora, y ahora, todo estaba claro. Joder. Por eso había regresado. Escuché un chasquido y caí en la cuenta de que había estado presionando mi tenedor con bastante fuerza. Lo lancé molesta contra la mesa. Mamá y papá me miraron extrañados, pero Jesse se puso de pie en seguida.

-Rayos, Kahli, olvidé que debía regresar temprano a casa, mi madre debe estar preguntándose en dónde estoy -balbuceó torpemente.

-Puedes llamarla cariño, no creo que tenga inconveniente en que te quedes un poco más -ofreció mi madre.

-No -interrumpió Hanna, sorprendiéndome-. Deja que se vaya. -La expresión de mi hermana era indescifrable.

-¿Está todo bien, Jesse? -Preguntó mi padre-. ¿Quieres que te lleve a casa?

-No, está bien, vine en mi auto. -Se deslizó hasta la puerta-. Muchas gracias. Kahli... -Me miró completamente cohibido-. Nos veremos después. -Salió sin esperar mi respuesta. Aproveché la situación.

-¿Puedo retirarme? -pregunté aún molesta.

-Cariño, ¿qué pasa? -Bufé irritada.

-¡Nada! Es sólo que ya no tengo hambre -espeté.

-¡Kahli! -Me reprendió mi mamá.

-Déjala -intervino papá-. Está bien, buenas noches, Kahl.

No esperé más y me lancé escaleras arriba, sin poder creer que mi mejor amigo me hubiera traicionado de esa manera. Me detuve al llegar a mi habitación. La puerta estaba cerrada. Me olvidé por completo de Jesse, estaba muy segura de que había dejado la puerta abierta. Si Gerry había entrado sin mi permiso de nuevo, tendríamos un problema. A mi hermanito le gustaba mirar a Gonopolio, pero a veces quería sacarlo de la pecera, y estoy muy segura de que lo haría si yo se lo permitiera. Me dirigí a su habitación, aún dudando, pero al abrir la puerta, descubrí que él se encontraba profundamente dormido. Cerré la puerta pensando en que quizá me estaba volviendo paranoica o loca. Regresé a mi habitación, y en cuanto tomé el pomo de la puerta, escuché un ruido. Un escalofrió me recorrió, estaba muy segura de que no estaba loca, ese ruido había sido real. 

Me quedé quieta y contuve el aliento por un momento a la espera de otro sonido. Mis padres y Hanna estaban abajo, Gerry dormido, y apuesto mis patines a que mi pulpo no podía hacer ese tipo de sonidos. La puerta dio un salto, me asusté al escuchar algo parecido a rasguños. ¿Qué demonios estaba pasando? Respiré hondo, me decidí, y abrí la puerta de un movimiento. El golpe llegó al instante, grité cuando un enorme perro saltó sobre mí y me derribó. Tuve que apartar su enorme masa de mí, porque no dejaba de lamer mi cara. Por suerte, el perro no opuso resistencia y se alejó un poco. Logré ponerme de pie a pesar de la confusión. El monstruoso mastín se encontraba sentado frente a mí, no había notado que llevaba un gigante moño rojo atado al cuello cuando me había tacleado. Era hermoso, olía a jabón, y me miraba con una expresión de profunda tristeza, como si lo hubiera regañado. No resistí más y me eché a reír.

-Y, ¿tú quién eres, eh? -Lo saludé al acercarme a acariciarlo y mirarlo. Llevaba dos cosas en el collar además del moño, una era una hoja de papel enrollada y la otra, su placa-. Bowser. Eres precioso, ¿lo sabes? -El perro parecía feliz con la atención. Tomé la nota y entré a mi cuarto con el perro, cerrando la puerta detrás de mí. Si mi madre se enteraba de que había un perro en mi habitación, se volvería loca. Bowser corrió a mi cama y se echó justo sobre mi almohada, sin duda, era igual que su dueño al demostrar la confianza que tenía en sí mismo.

"Fui un completo bastardo.
Bowser quiso venir a disculparse en mi lugar, y a pedir alojamiento por esta noche, espero que lo recibas bien y que no te cause problemas, si no es así, puedes llamarme e iré a recogerlo en cinco minutos.
Es un buen chico, y yo también, espero que puedas perdonarme.
Mañana será un gran día, no hagas planes.
Lo siento.
Owen. 
P.D: Deberías cerrar tu ventana, es peligroso dejarla abierta."

Tenía razón, la ventana estaba abierta de par en par. Fui a cerrarla con una sonrisa enorme en mi rostro. Negué con la cabeza, divertida. Vikingo desquiciado.

-Al parecer, será una larga noche, amigo. -Me senté al pie de la cama y el can corrió a lamerme de nuevo, haciéndome reír-. Al menos espero que seamos amigos.

Bufé, era imposible seguir molesta con Owen después de esto.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora