Capítulo 17: Obstinado.

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—No, no puedes —dije tajante.

—Pero, ¿por qué no? —Preguntó muy enojado.

—Porque eso no estaba en el trato, Owen —repliqué roja de furia. ¿Quién se creía?

—El trato era que me dejaras conocerte, y dijimos que las citas debían respetarse, que no podías faltar. —Me dijo con su último vestigio de paciencia visible. Aunque eso era cierto. Justo estábamos a la mitad de una muy buena tercera cita cuando se me ocurrió comentarle que yo no podría asistir a la cuarta.

—¡Pero es que tengo partido! ¡No puedo faltar! —Exclamé.

—Eso ya lo habías dicho, y te dije que no hay problema, yo puedo ir a verte. —Me dijo con desenfado.

—¡Ya te dije que no! —Él rompió a reír. Maldito vikingo bipolar.

—¿Por qué no puedo ir, Kahli? —Me cuestionó, desafiante.

—Estaré muy ocupada, no tendré tiempo para ti, si quieres podemos vernos el jueves, o después del partido —contesté, aún con tolerancia.

—¿Y qué pasa si quiero ir a ése partido? Puedo esperarte en las gradas, y después vamos a comer algo, sería genial. —Propuso con inocencia. Supe que no ganaría en esto.

—Está bien —Solté resignada.

—¡Genial! —Una gran sonrisa se expandió por su rostro—. Tengo curiosidad, ¿qué tan buena eres en el juego?

—Soy bastante buena, para tu información. —Informé ofendida. ¿Acaso nunca escuchó de mí?

—Eso lo juzgaré yo, nena. —Me guiñó un ojo.

—No sabes nada de hockey, y ya te he dicho mil veces que no me digas así. —Estaba empezando a irritarme. Mucho.

—Está bien, tranquila, lo siento. -Se rascó una ceja, buscando una salida—. ¿Quieres venir al club un rato? Los chicos estarán ahí, al parecer se están obsesionando con lo de la banda, practican noche y día. —Contó feliz. Supuse que sería divertido, me estaba exaltando bastante, y además, sería genial ver a Maxi.

—Está bien, ¿vamos? —Acepté, y traté de sonreír. Me tendió la mano, ¿es que no se había cansado ya de intentarlo? Le hice un gesto para que me siguiera, y caminé hacia su increíble auto—. ¿Puedo conducir? —Owen hizo el mismo gesto que yo acababa de hacer.

—Vamos, nena. —Negó, y subió poniéndose al volante.

—Que no me digas así. —Murmuré entre dientes, y subí a desgana al asiento del copiloto.

Llegamos al club en poco tiempo, incluso desde la puerta podía escuchar la música proveniente del interior. Entré muy feliz dejándolo atrás, y escuché su ya acostumbrado gruñido a mi espalda.

—Cualquiera diría que te caen mejor los chicos que yo. —Me reclamó entre gruñidos bajos.

—No, no es eso. —Me giré para mirarlo, se veía bastante incómodo. Quizá en mi intento por mantenerme alejada estaba siendo algo ruda—. Es sólo que, no es lo mismo. —Expliqué con una sonrisa. Bufó.

—¿Porque con ellos no estás obligada a convivir? —Soltó. Claramente estaba ofendido.

—Porque tú eres diferente. —Intenté tranquilizarlo, pero frunció el ceño.

—Claro, yo soy el molesto, ¿no? —Espetó enojado.

—Eres el interesante, al menos a mi parecer —dije sin pensar, y me arrepentí exactamente después de la última palabra. Joder. Al contrario de lo que esperaba, no hubo algún gesto irónico o pretencioso en él. Me miró extrañado, y dibujó una ligera sonrisa, casi triste, que me convenció por un momento. ¡Dios, se veía tan irresistible! Estiró un brazo hacia mi mano izquierda, y movió ligeramente sus dedos, esperando que los tomara. Le dediqué mi mejor sonrisa, que no era nada buena, e incliné mi cabeza hacia el salón vikingo—. Vamos, nos esperan. —Le dije en voz baja. Asintió y entramos.

Los chicos estaban muy concentrados cuando llegamos, y el resultado era bueno. Alex cantaba, su voz era genial, pero las letras no eran nada complejas, a lo lejos se notaba que eran improvisadas. Los observamos hasta que se detuvieron, y Owen aplaudió un par de veces.

—Eso suena increíble, chicos. —Felicitó muy animado. Los otros repararon en nuestra presencia y nos saludaron, Marcus estaba bañado en sudor.

—Vamos bien, aunque hacia el final fue difícil encontrar el ritmo —aportó éste ultimo.

—Quizá quedaría mejor si en lugar de, luna blanca y albina, fuera simplemente albina, es un tanto redundante, y en los ritmos no caben ambas palabras —sugerí.

—Eso mismo pensé, pero soy pésimo con las letras. —Se disculpó Carl—. ¿Podrías ayudarme? —Pidió. Me encogí de hombros.

—Seguro, aunque quizá será peor. —Le advertí riendo. Maxi se acercó, y entre los tres conseguimos una letra bastante decente.

—Eres buena en esto. —Me halagó Marcus al verla—. Deberías ayudarnos con las canciones. —Antes de que terminara de formular la frase, Owen se acercó y se apoderó de la idea.

—Eso sería perfecto.—Se acercó a mí, y me miró con ojos brillantes—. Podrías ayudarnos, te pagaríamos, por supuesto. —Negué con vehemencia.

—Les ayudaré con lo que pueda, pero no aceptaré dinero. —Declaré sencillamente.

—Ésa es mi chica. —Alardeó Maxi. Owen suspiro resignado, y todos rompimos a reír.

Pasé el resto de la tarde con los chicos, eran geniales, la pasamos en grande juntos. Sin embargo, no pude alejarme mucho de Owen, se la pasó buscando mi mirada, y cada vez que lo conseguía, sonreíamos y yo me obligaba a dejar de mirarlo, incómoda y sonrojada. 

Patético.

*Alex en multimedia

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¡Hola!

La idea de la banda va muy bien por ahora :3

¡Nos leeremos después!

All Köoper

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora