Owen - Capítulo 17: Respiro.

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—¡¿Por qué dejaste que entrara primero?! —le recriminé a Marcus.

—Pensé que te molestaría más que yo la hubiera visto primero —respondió—, porque es tu chica... ¿no?

—No molestes más —dije empujándolo. La pelea con Jesse, aunado a la preocupación por Kahli, me habían dejado muy cansado. Me senté en el suelo y enterré la cabeza entre mis brazos.

—¡Hey! —Marcus me tocó el hombro, pero no me molesté en voltear a mirarlo—. No hay nada de qué preocuparse.

Suspire y la única respuesta que le dirigí fue un gruñido.

Que Jesse hubiera entrado primero me molestaba, pero me molestaba más que Marcus no hubiera hecho nada para que yo lo hiciera. Después de todo éramos vikingos, ¿no?

—¿No me digas que la lagartija te dio batalla? —preguntó Marcus en tono de burla.

—Marcus, por favor, ahora no. No quiero desquitarme contigo.

Él estaba por agregar algo más cuando la lagartija salió de la habitación. No pude descifrar el gesto en su cara, pero poco me importó. A penas estuvo alejado de la puerta, corrí hacia ella. Aún me sentía molesto, pero mi preocupación por Kahli era más grande. Me levanté de un saltó.

Cuando Jesse notó que caminaba hacia la puerta, alzó la cabeza y me miró por un segundo.

No sentí el odio que creí me encontraría en su mirada, solo un hombre midiendo a otro. Seguí caminando sin desviar la mirada hasta que mi mano se encontró con la puerta. Mis dedos rozaron el pomo de la puerta y después mi palma se cerró sobre él. Durante un segundo dudé, mis nudillos se pusieron blancos y mi corazón aceleró su ritmo. ¿Y si Marcus había mentido? ¿Y si Kahli estaba...? Sacudí la cabeza y abrí la puerta de golpe.

Kahli miraba fijamente hacia donde estaba yo. Sus ojos estaban rojos e hinchados, había llorado. Me quedé paralizado ante ella aunque mi mente me gritaba que fuera a su lado y la sostuviera entre mis brazos.

—Owen. —Mi nombre en sus labios me despertó del breve letargo.

—¡Kahli! —Casi salté hasta ella—. ¿Estás bien? —Acerqué su cabeza hacia mi pecho y sostuve su mano entre las mías—. ¿Cómo te sientes?

Busqué su cara, pero Kahli no respondió. Escondió su cabeza en mis brazos y yo la dejé estar. Y así, en un momento, tener su frágil cuerpo sobre mí, me hizo olvidar todo el infierno por el que acababa de pasar. Había pensando en preguntarle mil cosas sobre Jesse, sobre su pasado, sobre todo, pero en ese momento nada importaba más que ella estuviera bien.

Acariciaba con suavidad su cabello cuando ella soltó un par de risitas y me sorprendió con un muy fuerte abrazo.

—¡Hey! —dije abriendo los ojos—. ¿De qué te ríes?

—De nada —respondió ella enjugándose las lágrimas que aún se negaban a abandonar sus ojos.

La miré con curiosidad, pero no la presioné. Parecía sonrojada, y aunque dudaba que fuera por el solo hecho de mi presencia, alejé ese pensamiento y me mostré como siempre, decidido.

—Me has preocupado demasiado. —Tome con un dedo su barbilla y le alcé con cariño la cara. Ella huyó mi mirada, ¿acaso pasaba algo?

—Lo siento -atinó a responder.

—¿Sentirlo? ¿Por qué? Tú no tienes porque pedir perdón... —Me revolví incomodo.

—No, no me refiero a eso. —Kahli por fin dirigió su mirada hacia mí—. Quiero decir que...

—No digas nada —interrumpí—. En serio, no hay nada por lo que debas decir eso. Lo único que importa es que estás bien. —Le di un beso en la mejilla. Kahli se sonrojó.

—Prometiste que te portarías bien.

—¿Eh?

—Estás manchado de sangre y Jesse también lo estaba.

—Supongo que Marcus te habrá dicho algo —comenté—. En mi defensa, debo decir que él empezó. —Y no bromeaba, en realidad la lagartija había empezado todo.

Kahli rio ante mi comentario y enseguida suspiró cansada.

Miré mis manos sintiéndome culpable.

—No importa —agregó después de unos segundos—, ya me dirán qué pasó después, ¿vale?

Ella me mostró una sonrisa amarga, pero aún así hermosa. Sonreí como un bobo y asentí feliz.

—Kahli —comencé—, verte en el estado en que te vi... —tragué saliva—, fue demasiado para mí. Sabes que yo no sé mucho sobre hockey, más bien nada, pero por lo que tú me cuentas y por lo poco que he visto, tenía una ligera idea de qué cosas como la que ha pasado, podían ocurrir, pero... —pasé mi brazo por debajo de su cuello y me recosté junto a ella— ...no quisiera volver a sentir que un rayo me parte por la mitad otra vez. No me malentiendas, no te estoy pidiendo nada, sólo quiero que sepas que me importas más de lo que crees, que te quiero más de lo que imaginas. —Giré mi cabeza hacia ella. Kahli me miraba con ojos brillantes, escuchando cada palabra que mis labios dejaban escapar—. No me había sentido así de bien en años. Siento que desde que te conocí mis temores se han estado desvaneciendo. Sí, tal vez suene tonto, pero es lo que siento cuando pienso en ti, cuando estoy contigo —sonreí—, cuando estamos juntos.

Alguien llamó a la puerta, mi tiempo se agotaba.

Deslicé mi brazo de su cuello y me incorporé de nuevo. Busqué de nuevo esos ojos que me tenían hipnotizado.

—Kahli, eres la mujer más hermosa que jamás veré. Y no voy a alejarme de ti a la primera señal de problemas, no dejaré que el mundo nos supere. —No dejé de mirarla en ningún momento—. No hay nada que no haría para demostrarte cuánto te quiero. Todo este tiempo ha sido maravilloso... —agaché la mirada avergonzado—, a veces me despierto a mitad de la noche y solo hay algo en mi mente —me di un golpecito en la sien—, y eres tú.

Tal vez había sido la situación y el miedo de perderla lo que me hizo sincerarme tanto con ella, o simplemente fue el deseo contenido de decirle todo que quiso escapar, de cualquier manera, necesitaba decirle que la amaba.

—Verte sonreír me hace ver estrellas en el cielo. —Ella sonrió y huyó mi mirada—. Es en serio, eres una chica increíble, Kahli. —Sopesé mis pensamientos. Si quería decirle algo, ese era el momento—. Te quiero.

—También te quiero, Owen... —dijo mostrando unos ojos que imploraban escapar de los míos.

—No, no me dejaste terminar. —Puse un dedo en sus labios—. Sí, te quiero, pero hay algo que quiero más. —Noté que Kahli se estremeció, sonreí para mis adentros—. Te quiero en mi vida, preciosa.

Me acerqué a ella hasta estar frente a frente. Sentí su respiración acelerarse mientras acariciaba su mejilla y mis labios se acercaban a los suyos.

Yo también estaba nervioso, mi corazón palpitaba como loco y mis manos sudaban. A eso le llamaba el afecto K.

Cerré los ojos y ella me imitó.

A pesar de que Kahli había estado jugando un buen rato, pude respirar un dulce aroma, y me sentí embriagado de amor.

Una persona entró casi azotando la puerta.

—¡Kahli!

Me aparté de un giro para mirar a quién se había atrevido a interrumpir nuestro momento.

—Hola —saludé incomodo a la mamá de Kahli, pero me pasó de largo y fue directo hacia su hija. Detrás de ella, entró su padre.

Era mejor dejar a la familia en paz. Volteé para despedirme de mi chica, pero estaba siendo revisada a detalle por su mamá.

Salí de la habitación con media sonrisa en la cara.

Quería verme reflejado en los ojos de Kahli toda la vida, y si Jesse creía tener lo necesario para evitarlo, ya lo veríamos.

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora