Capítulo 65: Corazón de oro.

1.2K 150 59
                                    

Marcus tomó mi cintura, y caminamos juntos hasta el gimnasio de mi escuela, que despedía música pop, pero terminó y una melodía distinta se dejó escuchar mientras llegábamos a la puerta principal, lo que hizo que el pelirrojo levantara la cabeza, alerta. Divisé a Alex charlando con Haley, pensaba en acercarme cuando me di cuenta de que el Vikingo no estaba prestando mucha atención.

-¿Pasa algo? -Mi pregunta no fue respondida, pero mi novio me llevó casi arrastrando hasta la pista de baile, que se encontraba completamente vacía-. Marcus, ¿qué haces? -Reí, me hizo girar sobre mí misma antes de tomarme entre sus brazos, y comenzar a bailar.

-Es posible que no pongan nada así en lo que resta de la noche, quiero aprovecharlo. -Contestó unos segundos después. La canción era linda, aunque un poco fuera de lo común. Me gustó al instante-. No puedo dejar de pensar en ti cuando escucho ésa canción. -Confesó-. No sé por qué. -Sonreí.

-Es muy bonita. ¿Cómo se llama? -Me interesé.

-Heart of gold, corazón de oro. -Informó-. Probablemente una de mis canciones favoritas.

-Debí imaginarlo, ¿sabes tocar la armónica? -Negó, sorprendiéndome. Él tocaba el bajo además de la batería, y últimamente había comenzado a tocar la guitarra, lo que me llenaba de envidia porque yo no podía tocar nada sin al menos sacarle algún sonido estridente.

-No, pero me gustaría, sólo por ésta canción.

-¿Qué tal va la búsqueda? -Pregunté después de un minuto, haciendo alusión a la misma, que narraba la búsqueda de un hombre por un corazón de oro, dejando en claro que no era nada fácil encontrar uno.

-Terminó en cuanto te conocí. -Comenzó a cantar en mi oído, y puse mi rostro sobre su hombro con una sonrisa. Nos movíamos lentamente en el centro de la pista, no había nadie más bailando, y las luces eran tenues, lo que le dio un toque más especial al momento. Su ronca voz era apenas un susurro, pero me hizo recordar la primera vez que la escuché.

Mi mente viajó inmediatamente a ese día, y me inundó el recuerdo de la primera vez que lo vi frente a mí, completamente apuesto e intimidante, me pareció atractivo al instante, pero yo recordaba ése día en particular por otra razón.

Fue el mismo en el que había tenido mi primera cita con Owen.

...

-Pensé que la "Cita" tendría lugar aquí.

-Vamos, no creías que sería tan falto de imaginación como para traerte aquí, ¿verdad?

-Entonces, ¿a dónde vamos?

-El cielo es el límite, pero hoy nos controlaremos un poco.

...

Sacudí ligeramente la cabeza en un intento por sacar aquello de mi mente sin llamar la atención de mi pareja. Agradecía que debido a la posición en la que nos encontrábamos no pudiera ver la confusión de mi rostro. ¿Cómo no estarlo? ¿Por qué Owen se apoderaba de mi mente en momentos como éste? Me molestó, porque no era la primera vez que eso pasaba. ¿Por qué jamás pensé en Lyschko de esa manera cuando estaba con Owen? ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué incluso lejos de mi vida lo sentía tan presente? ¿Por qué seguía haciéndome daño? ¿Por qué?

Logré tranquilizarme un poco para cuando la canción terminó, y Marcus depositó un pequeño beso en mis labios.

-Cantas muy bien. -Aseguré-. Tienes una voz demasiado sensual. -Me dedicó una sonrisa felina antes de morder mi labio inferior. La música cambió, y él hizo una mueca. Reí, adivinando sus pensamientos, porque ése tampoco era mi género musical favorito. 

Geckos y VikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora