El baile estaba siendo completamente aburrido para Lola. La joven quería irse rápido a su casa pero sus padres estaban contentos en aquella fundación hablando con los vecinos y bailando cuando podían y querían. Lola fue al patio del lugar y se sentó en un banco verde que había a varios metros de la puerta, estaba completamente vacío. El silencio reinaba en aquel lugar verde y espacioso donde había algunos juguetes esparcidos de los nenes que iban. Lola suspiró al ver la hora. 00:33, ya tenía sueño. Quería estar en su casa con su pijama leyendo un libro con un café o un té de compañia.
El silencio se vio interrumpido por el sonido de la puerta, Lola levantó su mirada y sus ojos encontraron a Cameron quien al verla se acercó a ella y se sentó a su lado. Lola vio al hombre y era lindo, no lo podía negar. Muy lindo. Sus labios rosas bien definidos era lo que más le llamaba la atención de aquel hombre. Sus ojos verdes que combinaban con su piel blanca y pelo castaño.
-¿Aburrida? -preguntó Cameron.
-Sí y me quiero ir. ¿Y usted?
-Igual que usted. Pero es agradable conocer a sus vecinos.
-Nuestros vecinos. Vive acá ahora. Hágase cargo de los vecinos. -dijo Lola.
-Yo me hago cargo de lo que me tengo que hacer cargo. En este caso, me haré cargo de que el señor Loushes es mi irrespetuoso vecino. -dijo Cameron con más palabras de lo que realmente quería decir.
-Sí, ese hombre es un asco. Lamento lo que le toco por vivir acá. -habló Lola. -
-Y tiene varios años para actuar como adolescente tonto.
-¿De qué es lo que se hace cargo? -preguntó Lola mirando los ojos de Cameron.
Quería saber más sobre su nuevo vecino. Le resultaba como un enigma. Había cambiado de tema abruptamente y no le importó la cara de Cameron. Había algo peculiar que le llamaba la atención de aquel hombre. Lo que más se le complicaba a ella era tratar de descifrar ese enigma.
-De todo. De cada error y premios que hacen mis actos. -dijo Cameron sintiendo algo fuerte. -No importa cuan malo o bueno sea pero me hago cargo y no alardeo si es bueno.
-No creo que cometa errores. -susurró la joven con la mirada en un caballito de madera que parecía tan perdido como ella. Incluso tan apartado de los demás juguetes como ella de las personas.
-Sé que si hago lo que quiero, sería el mayor y el peor de todos. -confesó Cameron mirando lo mismo que su vecina.
-¿Por qué dice eso? -preguntó ella desde la inocencia.
-¿Está en el último años del colegio, no? -preguntó Cameron.
Le sorprendió a Lola como su vecino cambio de tema. Fue de la manera de la que ella cambio de tema anteriormente: abruptamente e ignorando la pregunta. También quería saber la razón por la que había cambiado el rumbo de la conversación pero le respondió en un susurro:
-Sí. Este año termino.
-Me gustaría volver a la secundaria. -confesó Cameron sin mirarla.
-¿Por qué? -preguntó ella.
-Ahí conocí a buenos amigos que ahora no veo tanto porque cada uno tiene su trabajo como yo.
-¿Tiene novia? -Lola tenía que sacarse la duda lo más rápido posible.
Dios, ¿acaso a ella le tenía que importar que Cameron tenga novia? No le tendría que importar pero quería saber. No quería tener más esa duda que tenía hace días desde que lo conoció.
-Sí. -mintió Cameron.
-No sabía. No la conocí todavía. -dijo Lola. -¿Vive con usted?
-No. Hace poco estamos. Un año es muy rápido para vivir con mi novia. -dijo Cameron. -Pero... Nada.