Lola estaba preparando su mochila con ropa para ir al hotel con Cameron. Estaba nerviosa de pasa año nuevo con él pero a la vez estaba ansiosa y feliz. Iba a terminar el año e iba empezar otro con la persona que quería. Devonne le había dicho que no quería que tome alcohol, ni nada de cosas raras. Ella asintió, no tomaba nunca. Y lo de cosas raras, que era sexo, no lo podía negar. Iba a hacer el amor con Cameron como él le dijo que iba a pasar.
Ya estaba vestida. Tenía un vestido beige con brillos tipo diamantes, era manga larga pero era fino. En los pies tenía zapatos negros. Su maquillaje era delicado, casi no tenía. Su pelo estaba tirado para el lado derecho con pequeñas ondas. Estaba nerviosa por esa noche. Quería ir rápido al hotel, donde ya estaba Cameron esperando por ella, y estar con él. Estaba nerviosa también porque les estaba mintiendo a sus padres lo cual nunca hacía. Siempre que lo hacía, eran mentiras que con el tiempo no importaban. Esa era la mentira más jugada que nunca había dicho.
Eran las 21:10 cuando el taxi tocó bocina en la puerta de la casa de Lola. Edgar salió para decirle al hombre que espere mientras su hija buscaba su celular y plata. Devonne desde la habitación hasta la puerta de la casa, le dijo todo lo que no debía hacer. Lola solo movía la cabeza asintiendo porque todo eso ya se la había dicho.
-Cuidate. Portate bien. -le dijo Devonne.
-Lo sé. -dijo ella.
-Te vamos a llamar. -habló Edgar.
-También lo sé. Espero su llamado.
Lola volvió a abrazar a sus padres y se subió al auto. Le dio la dirección del hotel que Cameron le pasó por mensaje. Miraba la ventanilla estaba nerviosa y jugaba con el borde del vestido. Estaba nerviosa porque nunca había mentido para verse con un chico, ni con Stefano. Camero no era cualquier persona. Podía traer problemas pero no por sus papás sino por Jeremy. No quería pensar en ese hombre. Le resultaba desagradable que someta a sus hijos a hacer lo que ellos no querían. Luego de unos minutos llegaron al hotel y Lola le pagó con su plata. La joven bajó del auto y se encaminó para el hotel.
-Necesito saber cuál es la habitación de Cameron Windaham. -dijo Lola son una sonrisa.
-No podemos darle esa información. Lo siento.
-Soy Lola Woodley.
-Oh, a usted sí le puedo decir. -dijo la chica sonriendo. La recepcionista empezó a buscar en la computadora hasta que encontró la habitación de Cameron. -La habitación del señor Windaham en la ciento sesenta y nuevo. Piso tres.
-Gracias.
-A usted.
Fue hacia el ascensor. Tenía que ir al piso tres, habitación 169. Al salir del ascensor, empezó a caminar hasta chocar con la puerta que le correspondía. Tocó la puerta con los nudillos y el que abrió la puerta fue Cameron. El abogado tenía un traje negro, camisa blanca y corbata negra. Estaba hermosa. Lola sonrió y Cameron le agarró la mano para hacerla entrar. El hombre le dio un beso a Lola quien lo aceptó rodeando sus brazos en el cuello de él.
-Estas hermosa. -dijo él al separarse de Lola.
-Tú también.
-Gracias. -dijo Cameron. -¿Te gusta la habitación?
Lo que menos miró Lola al entrar a la habitación fue su alrededor. Solo miró a Cameron; eso le bastaba. Caminó por la habitación y vio una cama de dos plazas con el acolchado negro. El color de las sábanas las iba a descubrir más tarde. Había una mesa de madera negra de cada lado con una lámpara. La otra parte de la habitación era un pequeño living donde había dos copas y una botella de champagne. Estaba Cameron apoyado en la mesa, agarró las dos copas y se las enseñó a la joven quien se acercó a él. Cameron le rodeo la cintura con su brazo derecho mientras con la otra sostenía la copa. Lola agarró la copa con la mano derecha y la otra mano estaba apoyada en el hombro de Cameron.