Capítulo 1

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Cameron Windaham estaba guardando las últimas cajas con sus cosas en su auto para irse a su nuevo vecindario. Se mudaba por comididad. Su actual pero vieja casa le quedaba muy lejos del trabajo y tenía una hora y media de viaje en el auto hasta llegar al estudio de abogados. También tenía un departamento pero no lo usaba ya que también le quedaba lejos del trabajo al igual que la casa. Entró a la casa que le traía mucho momentos buenos, agarró las llaves del auto y de la casa y salió. El hombre castaño, ahora dueño de la propiedad estaba en la puerta esperando a recibir su nueva casa.

-Es toda suya. Espero que la disfrute como yo. -sonrió Cameron entregando las llaves al nuevo propietario.

-Voy a hacer que esta casa este llena de más recuerdos. -contestó el hombre feliz por tener una casa.

Windaham le echó la última mirada a la casa y subió a su auto. Arrancó y salió de la entrada para ir a su casa nueva. Los pensamientos lo evadieron haciendo que piense en cómo serían sus vecinos. Le dijieron que era un lugar tranquilo y con buena gente pero no sabía cómo a él le iban a caer. Él era un hombre serio con porte y elegancía, muy sobrío para tener veinticinco años, pero los años de abogacía y formación de la vida adulta lo hicieron así. Y a él no le parecía mal. Estaba acostumbrado a la vida tranquila sin que nadie lo moleste.

Luego de cuarenta minutos llegó a su nueva casa, sonrió al verla. Era blanca por fuera y por dentro igual pero con detalles negro. Bajó del auto y vio por primera vez a alguien de esa calle. Una chica con el pelo castaño, con un buszo gris grande y un jeans, además de unas Converse viejas grises estaba en la casa de al lado. La miró por algunos segundos pero la chica no se dio cuenta ya que estaba concentrada en la lectura de la novela La Última Lágrima de Lauren Kate. Cameron entró a su casa y vio que todos los muebles estaban en su lugar como él había pedido, excepto de algunos. Hizo un recorrido rápido y se dio cuenta de que esa casa iba a poder contar muchas historias si hablaría... pero él sólo tenía que ir descubriendo cada una de ellas. Estaba feliz con la casa.

(...)

Lola seguía leyendo su libro en la puerta de su casa hasta que ésta se abrió y apareció, Edgar, su padre vistiendo un traje negro. La castaña le sonrió a su padre y éste a ella. Su relación siempre había sido muy buena.

-¿La Última Lágrima? -preguntó el hombre mientras iba a su auto.

-Si, Eureka esta conociendo más sobre el libro y Ander en su vida. -comentó Lola.

-Espero que cuando lo termines, me lo cuentes.

Dicho eso, Edgar, se subió a su auto y se fue a trabajar. Lola levantó la mirada y recorrió la calle desde su altura. En la casa del lado derecho había un auto. ¿Cuándo apareció?, se preguntó ella mentalmente mientras entraba a su casa. Hasta lo que ella sabía esa casa estaba a la venta. La castaña se sentó en el sillón de su casa y prendió el televisor pero para ella era todo aburrido así que lo apagó. Agarró su celular y se puso a escuchar The Beatles mientras estaba ahí sentada.

Lola era una chica muy solitaria que le gustaban los libros, las películas viejas de romance y quedarse en casa un sábado por la noche. Era un chica muy madura y responsable a pesar de su edad. No le apetecía salir de fiestas ya que no le gustan los boliches y no tiene ni amigos ni amigas. Nunca tuvo novio y no busca uno ya que no confía en los chicos de ahora. A Lola le gustan los chicos de más de veinte años, que sean maduros como ella, pero nadie le prestaba atención. Le gustaba leer y crear aventuras en su cabeza como las de los libros que leía. El timbre sonó y Lola fue a atender. Detrás de la puerta se encontraba la señora Rodriguez con una sonrisa, como siempre, fingida.

-Hola Lola. -dijo la señora. -¿Cómo andas?

-Bien ¿y usted? -preguntó educada. De igual manera, no le importaba en absoluto sus vecinos.

Prohibido [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora