Nada más incómodo que esto.
Lola estaba entre ambos hermanos. Drake del lado izquierdo y Cameron del lado derecho. Frente a Drake estaba Lauren y frente a Lola estaba Martina. Y en la cabecera de la mesa estaba Jeremy como siempre. Martina estaba con el celular mientras esperaba a que su mamá le sirva la comida. La joven de los hermanos, no había cruzado palabra con Lola ya que no había nada en lo que podía hablar.
Martina sabía, por Drake, que la vecina de Cameron era la chica que le gustaba. Pero no la conocía hasta ese veinticuatro de diciembre. Como chica podía sentir lo que pasaba entre Lola y sus dos hermanos. Sentía que Lola solo tenía la cara de buena, que no era más que una mosquita muerta. Se dio cuenta en menos de cinco minutos como Cameron se enojaba por las cosas que susurraba Drake. Sospechaba desde aquel día que fue a la casa de Cameron que algo pasaba entre sus hermanos por esa chica y ese día lo había confirmado. A Cameron también le pasaba cosas fuertes como a Drake con su Lola. Pero conocía a su hermano, sabía que Cameron la estaba pasando mal porque él era un hombre tan pegado a las leyes como su padre. No iba a hablar con su hermano porque sabía que el joven le iba a negar todo.
-Espero que le guste lo que hice con tanto amor. -dijo Lauren mientras se sentaba luego de haberles servido a todos el pavo con papas que había hecho.
-Seguro que esta increíble.
Todos empezaron a comer mientras hablaban de cosas sin importancia. Lola miraba por momentos a Jeremy quien parecía un hombre bueno y tranquilo aunque seguramente era un abogado que te arrancaba la cabeza para ganar un caso. No podía pensar que era un buen tipo cuando hacía que sus hijos cumplan las leyes de las cuales ninguno quería, sacando a Cameron. Aunque si hablaba por Cameron, ella podía decir, dicho por él, que ninguno de ellos era el problema sino que lo era Jeremy.
-¿Cuántos años tienes, Lola? -preguntó el hombre.
-Diesisiete.
-Eres menor.
-Sí, supongo.
-¿Supongo? -preguntó Jeremy dejando sus cubiertos en la mesa para mirar directo a Lola. -Para la justicia eres menor hasta que cumplas diesiocho años. No puedes tomar alcohol, ni ir a clubes a los que los adolescente suelen ir.
-No me gusta eso. -dijo Lola tragando saliva por los nervios. Sentía a Cameron tenso. El mayor de los hermanos sabía que Lola podía llegar a responderle y eso le daba miedo. -Prefiero quedarme en mi casa, leyendo o mirando una película. Fui a un club una vez y la pase mal. -Cameron miró a Lola nerviosa. -No me gustó porque no soy del tipo de chica que sale.
-¿Así que rompiste las leyes?
-Si así le quiere decir, esta bien. -respondió Lola. -No soy fan de las leyes. Creo que uno tiene que imponerse leyes en ciertos momentos como cuando te gusta alguien. Mi papá rompió la ley hace mucho porque mi mamá era menor y él era mayor cuando se enamoraron. -dejó de hablar unos segundos. -Me tuvieron a mí y hoy por hoy son felices. Si mi papá hubiese sido como usted con las leyes, no sería quien es hoy porque mi mamá lo ayudó mucho en su vida.
-De igual manera tu papá esta mal porque eso es una violación.
-Mi mamá era madura a pesar de sus diescisiete años y no por eso dejaron de que las leyes detenga su amor. -respondió Lola. Deseaba mucho que Cameron sea como su papá.
-Yo no llegue a entender todo. -dijo Martina haciendo que su hermano mayor deje la tensión y su papá deje de pelear por las estúpidas leyes que ninguno de sus tres hijos cumplió. -Digamos que lo único que entendí es que esta famosa esta horrible vestida. Ni loca lo uso en Navidad y menos subirlo a Instagram. -le mostró el celular a su mamá.