Cameron estaba sentado en un sillón hablando con una mujer que podía ser su madre pero le coqueteaba sin vergüenza alguna. El abogado se sentía incómodo porque no podía dejarla sola a la mujer e irse por ahí. Ganas de irse no le faltaban pero se quedaba ahí por educación.
Te gustaría irte con Lola, lo sé
Su subconciente no dejó de molestarlo diciendo cosas como esas. Estaba enojado con Lola por aquel beso con Stefano pero no tenía ningún derecho de estarlo porque ellos no eran nada ni podían ser algo. Por un rato largo luego de alejarse de Lola, no la había visto ni a ella ni a Stefano, algo que le molestó porque podía estar con él. Su celular empezó a sonar y se alegro de que una vez le interrumpieran una conversación.
-Disculpe. -le dijo a la señora.
Se levantó del sillón y se fue al patio a atender la llamada. Era su madre. No tenía ganas de hablar con su mamá a las nueve y media de la noche. Aunque era raro ya que Lauren a esa hora dormía.
-Hola. -dijo él.
-Hola, mi amor, ¿cómo andas?
-Bien, ¿y tú?
-Bien. No es que quiera ser molesta pero me encantaría desayunar contigo mañana si puedes.
-No puedo, mamá, trabajo toda la mañana.
-¿Y una cena? -preguntó Lauren.
Cameron suspiró. No tenía ganas de ir a la casa de sus padres y soportar las preguntas de su madre sobre si tenía o no una chica o esas cosas. Tampoco quería ver a su papá y sentir vergüenza por lo que le estaba pasando. Pero al fin y al cabo eran sus padres y tenía que visitarlos porque hace días no los veía.
-Una cena puede ser. ¿A qué hora quieres que vaya?
-Temprano, sabes que acá cenamos temprano aunque no súper temprano. Más o menos a las nueve cenamos cuando alguien viene. -contó la mujer.
-A las ocho estoy allá. -aseguró Cameron. -Y ma, me encantaría seguir hablando contigo pero estoy en un cumpleaños.
-¿De quién? -preguntó Lauren.
-De un cliente.
-Okay, hijo. Te estaré esperando mañana. -dijo Lauren. -Te amo.
-Chau mamá.
Cameron cortó la llamada y quiso volver al living pero alguien la frenó; Lola. Lola lo miró en busca de una respuesta, siempre le hacía lo mismo. Cameron se quedó ahí parado esperando a nada, ni él sabía la razón por la cual se quedó ahí parado.
-¿Pasa algo malo? -preguntó Lola.
-¿Por qué dices eso?
-Por tu cara.
-¿Por qué siempre tiene que pasar algo malo para que yo esté con esta cara? Además estoy igual que siempre.
-Lo digo por lo del...
-¿Beso con el hijo de Lorenzo? -la interrumpió Cameron. Lola asintió. -Lo que menos me importa en esta vida es con quién tú te besas o no. Mira Lola, soy más grande que tú y no estoy para hacerme el que tengo diecisiete años porque soy mayor. No voy a jugar tus juegos así que no hagas estas tonterías de nena porque no soy ningún inmaduro para seguir tu juego.
-Si no eres ningún inmaduro, actúa como un hombre. Pareces un adolescente, como mis compañeros, que no se enfrentan como realmente lo tienen que hacer para hacer lo que desean. Me confundí cuando pensaba que eras un hombre.
Lola estaba dispuesta a irse cuando Cameron la agarró de la mano y la alejó de la casa. La estaba llevando casi a rastras pero no le importaba. Estaba enojado porque lo llamo poco hombre. Y lo que ella no entendía, según él, es que estaba siendo tan hombre que todavía no la había besado.