Lola estaba sentada en su silla mientras escuchaba a la profesora de literatura hablar sobre un cuento que tenían que leer los alumnos pero Lola ya lo había leído, así que no le prestó mucha atención a la clase. Su mente todavía pensaba en el día que estuvo con Cameron, no dejaba de pensar es ese día. Quería verlo pero él le dejo en claro que era mejor que no se hablaran más, que no se acercara. No quería alejarse de él por Cameron aunque la hacía sufrir, también era el hombre al cual le gustaba y un poco más. Había sido dura la semana donde él y ella no se hablaron. Quería ir a su casa pero eso solo iba a significar problemas y más lágrimas. No quería que su mamá la descubra o algo por el estilo. Ya no quería llorar en su casa y que su mamá o su papá quien ya le dijo que quería saber quién era el idiota que hacía sufrir a su hija, la obliguen a decirle quién era esa persona que la hacía llorar.
-Bueno, lean el cuento y respondan las preguntas. Y haganlo, no se olviden porque por esta tarea mucho pueden librarse de no verme en diciembre.
La profesora Manchini había epartido el cuento en fotocopias mientras reía por lo que había dicho y empezó a escribir las preguntas en el pizarrón. Lola copio todo y terminó cinco minutos antes que suene el timbre que avisaba el fin del horario escolar.
-Alumnos pueden irse.
Todos, incluída la profesora, agarraron sus cosas y se fueron. Lola sintió su zapato flojo y se ató los cordones. Siguió caminado por los pasillos y salió por la puerta doble del colegio. Agarró su celular porque sonó por un mensaje de Devonnve que le decía que no podían ir a buscarla ya que esperaban a alguien en su casa. Sus ojos puestos en el celular mientras contestaba el mensaje de texto no notaron a Cameron que venía corriendo. El abogado agarró a Lola para que no cayera al igual que el celular. Cameron se agacho a agarrar el celular de la joven y se lo dio.
-Gracias. -dijo Lola mirandolo.
Hacia algunos días que no se veían. Desde aquel día donde habían discutido no se habían visto más hasta esa tarde. Ambos no sabían cómo iban a reaccionar al verse pero ninguno de los dos reacciono con una sonrisa como podía haber pasado algunos días antes. Sabían que no iba a ser fácil el volverse a ver.
-¿Cómo estas? -se atrevió a preguntar Cameron con timidez.
-Mal. No me gusta mentir después de que me hayan usado. -la boca de Lola fue más rápida que su cerebro.
-No te use. -aseguró Cameron triste.
Odiaba pensar en que Lola lo veía como un poco hombre que la uso para el sexo, para tomar su virginidad y listo. No era así pero tampoco podía darse le lujo de estar teniendo una aventura con una adolescente sabiendo de todo lo que le podía venir encima si alguien se enteraba de la verdad. Podrían arruinar su vida y muchas cosas más.
-¿Y a que se le llama 'Tener sexo y después echarla'? -preguntó ella enojada.
-Lola eres menor de edad. -habló Cameron. -Querer hacer todo lo que quiero hacer contigo esta mal. Puedo ir preso por años, entiende. -Cameron le agarro las manos a Lola. -Te lo juro, no te use. Ya te dije lo que me pasaba y no te use. Pero no puedo estar contigo sintiendo que soy un violador.
-¡No eres un violador! -exclamó ella enojada. -Yo acepte que lo hagamos, Cameron. Yo también lo quise, desee estar contigo. No puedes decir eso, yo no lo siento así y tú tampoco ten...
-Por el amor de Dios no seas inmadura. -dijo Cameron. -Se supone que eras madura.
-¿Y tú puedes actuar como un idiota?
Y sin que ella lo espere, Cameron agarró con sus manos las mejillas de Lola y la besó. Besó los labios que tanto deseaba. No importaba nada más, ni las leyes ni nada. Se concentraba en besar a esa joven que estaba en su pensamiento la mayor parte del día. Mejor dicho, la joven que ocupaba su pensamiento todo el día. Ya no sabía qué hacer para alejar a Lola de sus pensamientos y de su vida.