Capítulo 45

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El profesor Santilli llegó diez minutos tarde a la clase que estaba alborotada por no tener profesor. Lola estaba sentada en su lugar haciendo garabatos en una hoja sin usar porque estaba aburrida y eso hacía en sus momentos de aburrimiento. No era del tipo que molestaba en clase.

-Ya llegue así que todos a su lugar.

El profesor Santilli se sentó en su escritorio mientras los alumnos se sentaban cada uno en su silla. El señor de cuarenta años miró a sus alumnos y sonrió.

-Hay dos que se destacaron. El de Lola Woodley y el de Stefano Beadles. -la joven sonrió tímida. -Me sorprendió, Beadles. Buena opinión la de su vecino. Tal vez sorprendió porque no era solo tarea suya -el chico asintió riendo como todo sus compañeros. Lola lo miraba tiernamente. -Y Lola, la tuya fue muy buena. ¿Qué es suyo su vecino?

-Sólo mi vecino.

-Bueno. Me encantaría tener acá al señor Windaham. -confesó Santilli.

-No lo creo. -contestó Lola.

-Haga un esfuerzo.

El profesor agarró todas las hojas y las repartió a sus alumnos. Cuando se la dio Lola, esta la leyó porque le gustaba la letra de Cameron y ver cómo sus propias palabras las usaba él... el hombre de sus sueños. No podía parar de pensar en él. Todo estaba normal pero ella quería ese beso. Lo deseaba. Luego vio la nota y era un diez. Estaba acostumbrada a ese número pero por primera vez se sintió feliz por obtenerla. Se sintió feliz porque la obtuvo por Cameron.

Lo había visto en algunos días junto con sus padres y todo había sido normal. Al parecer, Cameron había entendido que ella ya no quería jugar, ni ser usada, y eso estaba bien. Para Lola, estaba bien. Quería que él se de cuenta que ya no iba a ser su muñeca aunque quería estar con él. Y que él quiera estar con ella. Pero para eso, a ella se le hacía que nunca iba a pasar.

(...)

Luego que el horario escolar haya terminado, Lola se fue a su casa y al pasar por la casa de Cameron vio el auto de él. Era algo raro. Entró a su casa, dejó su mochila y agarró plata. Fue a la heladería que estaba a algunas cuadras de su casa y pidió tramontana, chocolate, dulce de leche y frutilla. Salió del local y fue a la casa de Cameron que la atendió a los pocos segundos de que Lola haya tocado el timbre.

Cameron la miró con el ceño fruncido porque no la esperaba. Ni tampoco se esperaba a nadie porque él tendría que estar trabajando pero ese día no tenía nada con mucha importancia y decidió quedarse en su casa para estar tranquilo pero esa tranquilidad se vio interrumpida por Lola.

-¿Qué haces acá?

-Vine a festejar. -ella levantó la bolsa con helado para que él la vea.

-¿Festejar? -las peores cosas, para él, se le vinieron a la cabeza.

-Sí. -sonrió ella. -Me saque un diez en el trabajo práctico de política, gracias a ti.

-Te felicito, pero ¿para qué festejar? -no podía aceptarla en su casa. No se aguantaría estar a solas con ella, de nuevo.

-Ya compre el helado, no me eches. -pidió ella mirandolo con una sonrisa.

Cameron no supo cómo decirle que no así que se corrió de la puerta y dejo entrar a Lola. Fueron juntos al living después de que Lola haya agarrado dos cucharas de plata que Cameron le dio. Se sentaron en el sillón frente al televisor que transmitiendo Grey's Anatomy. Lola abrió el helado y probo su sabor favorito; chocolate.

-¿Te gusta? -preguntó ella tímida.

-Sí. -contestó Cameron incómodo.

-Tiene muchas palabras o frases mías en la opinión. -comentó ella comiendo helado de dulce de leche.

Prohibido [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora