Capítulo 23

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Eran las dos de la tarde en punto cuando el timbre fue tocado. Lola se levantó del sillón y fue a atender. Stefano estaba detrás de la puerta con un pantalón de ejercicio y una remera negra. Habían quedado en que Stefano la pasaba a buscar por su casa para ir a pasear. Devonne y Edgar la habían dejado porque confiaban en Stefano y le agradaba el joven.

-Pasa.

Lola dejó que Stefano pase a su casa. El joven le dio un beso en la mejilla porque ella así le había pedido. No quería besarlo, la ponía incómoda. Se sentaron en el sillón.

-¿Quieres algo para tomar? -le preguntó Lola.

-No, gracias. Estás hermosa. -dijo Stefano. Lola tenía un jeans suelto con una remera blanca.

-Gracias. ¿A dónde vamos a ir?

-¿El parque te gusta? -preguntó Stefano; ella asintió. -Genial porque vamos a ir al parque de diversiones.

-Okay. Voy a buscar mi celular y vamos.

Lola se paró del sillón y fue a su habitación para agarrar su celular, dinero y las llaves de la casa y las metió en un pequeño bolso negro. Volvió a bajar al living y Stefano se paró. Caminaron juntos a la salida de la casa, Lola cerró la puerta con la llave y juntos fueron al auto de Stefano. Él le abrió la puerta y ella se sentó esperando a que él entre y arranque.

Lo último que vio Lola al irse fue la casa de Cameron. No había nadie. Él probablemente estaba trabajando. Su mente viajó al momento del patio. Ya no recordaba cuántas veces casi se besa con Cameron. Pero sus labios le pedía a gritos los de Cameron, no los de Stefano. Quería besar a un hombre, un hombre como Cameron. Aunque él siempre estaba la borde de besarla, todo cambiaba rápido y Lola se molestaba mucho por eso. Quería que Cameron sea confiado y la bese. No le importaba qué tipo de beso, simplemente quería ser besada por Cameron. Nunca había deseado tanto en su vida.

Se sentía mal por Stefano. Él parecía querer algo con ella pero Lola pensaba en Cameron y deseaba besarlo a él. No quería ser mala con Stefano pero pensaba que cuanto antes le diga que no le gusta, iba a ser mejor para los dos. Y así podían tener aunque sea una pequeña amistad. Era poco probable pero se podía arriesgar.

En el camino no hablaron de nada importante. Solo tonterías. Stefano era un chico dulce, no se podía negar pero no era el tipo al que Lola le guste. A ella le gustaban más grande, le gustaban los hombres. Al cabo de una hora llegaron al parque de diversiones y entraron luego de que Stefano pagó la entrada. Al primer juego que fueron fue a las sillas que giraban. Estaban no muy lejos. El juego empezó y Lola sonreía. Le gustaba estar ahí, divirtiendose y pasando un buen tiempo con Stefano.

(...)

Luego de subirse a varios juegos, a Lola le dio hambre al igual que Stefano así que fueron al lugar de comida. Hicieron la fila y cuando llegó su turno, pidieron una hamburguesa y Coca-Cola para cada uno. Luego de que le dieran sus hamburguesas y gaseosas, se sentaron en una silla. Lola tomó un poco de gaseosa mientras Stefano miraba su celular.

-¿Te estás divirtiendo? -preguntó Stefano.

-Mucho. Me encanta. -contestó Lola sonriendo. -Gracias.

-A ti. ¿Te animas a la montaña rusa? -preguntó Stefano con ilusión en sus ojos.

-A la que es muy grande no, a la mediana sí.

-Después vamos si quieres. A mí me encanta.

Lola asintió sonriendo y empezó a comer. Hablaban de algunos de las atracciones donde se habían subido. A Stefano le encantaba que Lola no era ninguna chica que le preocupaba la ropa o esas cosas, solo le importaba divertirse un rato. Hablaron de una posibilidad de que Stefano se vaya de vacaciones por las dos semanas que en el colegio no había clases.

Prohibido [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora