La adolescente llegó a su casa nerviosa. Ningún hombre la había puesto nerviosa pero Cameron sí. Solo él lo había logrado. No solo nervios sintió, sino que sintió ganas de ir y hablar con él. Conocer a su vecino. Pero ¿por qué? No lo sabía. Ni el otro chico que estaba en la casa que le dijo que se casaran la puso nerviosa pero Cameron sí y solo con unas pocas palabras. Ese hombre lo logró sin grandes palabras. Sacudió la cabeza y fue a su habitación donde tenía el libro de Lauren Kate, La Última Lágrima. Ya lo había terminado y tenía que comprar la segunda parte pero para eso necesitaba plata y no se la iba a pedir a sus padres, iba a cobrar lo que le dijo la señora Rodriguez. Guardó el libro en su pequeña biblioteca que ya no tenía lugar debido a los cientos de libros que tenía.
Amaba leer y entrar en un mundo que no existía. Quería escribir su propia historia de amor con alguien. Soñaba con conocer a su Ángel Caído como Daniel Grigori en Oscuros que siempre la vuelva a elegir. A su observador como Ander en La Última Lágrima. A su primer y único amor como Augustus Waters en Bajo la Misma Estrella. Un hombre bueno y que la escuche. Le costaba creer que algún día encuentre a un hombre así. ¿Y si ya lo había conocido? Negó con la cabeza al acordarse de Cameron. Era algo ridículo.
¿Por qué se acordó de su vecino que solo hacía minutos lo conocía? Era un hombre guapo pero para ella era incapaz que él se fije en una adolescente como ella. No era una mujer y estaba lejos de serlo. Escuchó la puerta abrirse y eran sus padres con bolsos del mercado. Se acercó a ellos y ayudo a su madre con algunas bolsas que las dejo en la mesa. Salió de su casa para agarrar más bolsas para ayudarlos, dejó esas nuevas bolsas en la mesa y volvió por más. Cuando fue a buscar dos más, se cayó por una piedra que no había visto. Un gritó salió de su boca al doblarse el pie, las bolsas cayeron y se rompieron algunas cosas que había dentro.
Edgar y Devonne corrieron para salir afuera al escuchar a Lola gritar. Edgar quiso tocar el pie de su hija pero ella lo empujó lejos.
-¡Me duele! -le gritó a su padre. -Duele mucho. -la joven cerró los ojos con fuerza por el dolor.
-Déjame que te levante así te ponemos hielo.
-¿Necesitan ayuda? -preguntó una voz. Lola giró la cabeza y vio a Cameron pero no a su hermano. -Soy su nuevo vecino, Cameron Windaham.
-Hola. -dijo la mujer. -Tendríamos que levantarla.
-¿Me deja? -le preguntó Cameron con respeto.
-Sí. -dijo Devonne.
Cameron se acercó a Lola y la levantó con ambos brazos. La adolescente vio a su vecino y se puso nerviosa. Cameron sintió la tensión en el cuerpo de su vecina pero trató de ignorar aquello y hacer que no pasó nada. Edgar hizo pasar a Cameron al living mientras Devonne buscaba hielo. Cameron recosto a Lola y ella lo miró. No quería que la suelte, quería seguir estando en sus brazos.
-Gracias. -le dijo ella. -Me duele, pa.
-Tu mamá esta buscando hielo. -dijo el hombre y luego miró a Cameron. -Gracias. Me llamó Edgar Woodley.
-Un gusto. -los hombres se dieron la mano. -Se está hinchando. Puede que tengas que ir al médico.
-No, gracias. Odio los médicos y hospitales. -dijo ella. Devonne llegó con el hielo y se lo dio a su hija.
-Okay. -rió Cameron. -Pero es para que no te duela más. Está prohibido automedicarse.
-No tomo medicamentos si no me lo dice un médico. -contó ella. -Puede estar tranquilo.
-Está bien. -asintió Cameron.
-¿Cuándo te mudaste? -preguntó Devonne.
-Hace dos días. -dijo Cameron.