Jeremy llamó a su hijo mayor para que vaya estudio de abogados. Cameron fue aunque sabía que eso iba a generar una pelea entre ellos y no quería pelear con su papá. Cameron no había visto a Lola desde el veinticinco y ya era veintisiete. Quería verla para poder besarla. Ni siquiera habían hablado por mensajes ya que él estaba un poco ocupado con sus casos y juicios que pronto iba a parar para tomarse un descanso. Había tenido algunas propuestas para unos casos muy importantes los cuales estaba analizando. Eran complicados y por eso estaba dudando, no quería hacer nada malo.
Devonne y Edgar habían llegado y le agradecieron el que ella haya pasado navidad con él. Cameron solo asintió. Se sentía avergonzado por lo que había hecho con Lola cuando ellos no estaban. Era como si no la hubiera cuidado bien. Lola solo sonreía y miraba a Cameron quien la ignoraba. Sabía que si la miraba, se le iba a escapar una sonrisa. Eso no estaría bueno si querían que todo sea a escondidas. Lola se fue a su casa y ellos ya no se habían visto.
Cameron llegó al estudio después del mediodía. Entró y se encontró con la secretaria de su papá haciendo papeleo. Hasta la secretaria de Jeremy tenía mucho trabajo, siempre. La joven lo dejó pasar a la oficina. Cameron entró a la oficina de su padre y lo encontró sentado en su silla negra de cuero mientras tecleaba en el teclado de una computadora que estaba sobre el escritorio de madera. Cameron saludó a su padre con un abrazo que le pareció muy frío.
-¿Cómo estas? -le preguntó Jeremy a su hijo.
-Bien ¿y tú?
-Con mucho trabajo.
-¿En qué caso estas trabajando?
-En un caso de violación.
Cameron trago saliva tan fuerte que le raspo la garganta. Sabía que su padre le dijo eso a propósito pero no podía olvidar que él siendo abogado y mayor de edad tuvo relaciones sexuales con una menor. Eso lo convertía en violador. Y si su padre se enteraba, lo iba a considerar uno. Y lo último que quería es que su padre lo vea como un violador. Ya era mucho que él se consideraba uno.
-¿Cómo te va?
-Bien. Gracias a la vida tenemos buenos jueces todavía que creen en las leyes. -dijo Jeremy sin mirar a su hijo. -La adolescente dice que ella quería estar con él. Pero sabemos, los dos, cómo actúan los violadores.
-Sí. -susurró Cameron.
-Ellos juegan con la cabeza de las chicas y así las seducen.
-¿Cuántos años tiene los dos?
-Ella diecisiete y él veintiséis. Un año más que tú tiene el hombre... Si es que así se lo puede llamar.
-Espero que hagan lo que tengan que hacer.
-Espero que sí. -asintió Jeremy. -Quiero que me ayudes en el caso.
-¿Qué?
-Que me ayudes. Nunca tuviste un caso de violación, ¿o sí?
-No. -titubeó Cameron.
-Entonces con este caso vas a poder conocer sobre estas mierdas de personas. -habló Jeremy dejando los papeles delante de su hijo quien estaba nervioso. -No es el primer hijo de puta que me cruzo, y por desgracia no es el último, y tú nunca tuviste un caso como este así que te puede ayudar a que conozcas a estas basuras de personas.
Cameron sintió como la panza se le hacía un nudo. Estaba nervioso y quería vomitar por esos nervios que le hacían mal. Odiaba estar en esa situación la cual no lo ayudaba en nada. Quería levantarse e irse pero sabía que no tenía que hacer eso. Tenía que ser fuerte y hacer que su padre crea en su palabra. No quería arruinarlo con Lola aunque tampoco quería que su papá lo meta en la cárcel. Estaba complicado. Se sentía como un hijo de puta.