El fin de semana llegó y con él cesaron las lágrimas de Lola. La joven estaba muy concentraba leyendo demasiados libros y haciendo tareas del colegio el cual estaba a menos de una semana de terminar. Pronto llegaban las fiestas y lo más probable era que se vayan al campo con la abuela de ella, lo cual agradeció porque así su mente se iba a alejar de todo. En especial de Cameron. Iba a poder dejar de pensar en todo e iba a seguir normal por lo menos esa semana de campo que iba a pasar. Iba a poder ir a andar en los caballos de su abuelo. O darle de comer a los animales. No había nada más lindo que eso. El campo le daba la paz que necesitaba para estar tranquila.
Pero aunque todo haya sido una experiencia un poco mala, quería ir a hablar con Cameron. Tratar de arreglar las cosas. Hablar como dos personas civilizadas que pueden entenderse, dejar todo atrás para que cada uno pueda seguir con su vida. Pero se le complicaba porque sabía que ella no iba a hacer todo ese proceso rápido. Él hacia dejado su huella bien marcada en su cuerpo aquella tarde donde le entregó su cuerpo.
Quería ir y hablar. Se levantó de la silla del escritorio de su habitación, dejando el libro de Becca Fitzpatrick ahí y salió de su lugar favorito. Sus padres estaban haciendo la compra del mes. Agarró sus llaves y salió de la casa cerrando con llave. Caminó algunos pasos hasta la casa de Cameron. Le fue eterno llegar ahí con los pensamientos los cuales eran miles que le decían que era mejor alejarse. Tocó el timbre y a los minutos llegó Cameron. Estaba con un pantalón gris y una remera blanca.
El abogado miró a Lola sorprendido que ella este ahí. No la esperaba. Ella estaba seria, sus ojos mostraban tristeza y su cuerpo esta rígido ante los nervios. Cameron la conocía bien y sabía cómo era Lola.
-¿Qué haces acá? -pregunto Cameron.
-¿Puedo hablar contigo?
-Pasa.
Lo había dudado pero era una buena opción hablar con Lola y dejarle en claro que no podía pasar nada entre ellos. Esa tarde que hicieron el amor, había dormido en el departamento y había estado pensando en todo. No quería que Lola piense mal de él pero tampoco quería que Lola este cerca de él para no causar más problemas entre ellos.
-Estas enojada conmigo. -no le preguntó, lo confirmó. -Y sé que tienes razón en estarlo.
-Estoy triste. No enojada.
-No quiero ser el causante de tu tristeza. Yo no soy así.
-¿Y cómo eres? Porque desde que llegaste a mi vida, todo se torno un asco y siempre me duele algo si me acercó a ti.
-Sabes cómo soy y qué soy.
-Tu título a mí no me importa, eso lo sabes a la perfección.
-A mí sí me importa. Y me costó años tenerlo, me costó años estar donde estoy y no quiero arruinarlo. La abogacía, ejercer mi título es todo para mí. -dijo Cameron incómodo. -No quiero perder lo que hice en este tiempo.
-¿Es para ti más importante un título que tus sentimientos?
-No vas a entender.
-Puedes explicar.
-Nunca vas a entender Lola. Entiende eso tú. -Cameron se pasó la mano por el pelo un poco exasperado.