Habían pasado dos semanas y todo estaba en orden. Cameron y Lola se veían todos los días en la casa de él por las noches cuando el matrimonio Woodley estaba durmiendo. Eran cono cualquier relación aunque lamentaban y a veces les molestaba no poder estar juntos como ellos querían; delante de la gente. Al estar tan pocas horas juntos, hacían que los dos se sientan mal y se enojen por no poder disfrutar más tiempo juntos. Aunque el tiempo en el que estaban juntos disfrutaban y se mostraban el amor que se tenían.
No todas las noches hacían el amor. Algunas noches hablaban, otras miraban películas mientras comian cualquier cosa. Cada uno disfrutaba el momento que pasaba con el otro. El cariño que se tenían, cada día aumentaba más. Ninguno se cansaba del otro. Cameron a pesar de que su cabeza pensaba, quería estar con Lola. Ella era la persona que más lo cuidaba para que no este mal aunque se llenaba de culpa por ser un violador.
Aquella pesadilla, su peor miedo, aparecía cada vez que sus labios tocaban los de Lola o cada vez que miraba a Lola con deseo. Se sentía como un jodido hijo de puta cuando pensaba en lo que estaba haciendo. Estaba mal por no llegar a ser lo que Lola deseaba; mostrarse. Deseaba estar con ella al aire libre, sin que le importe lo demás pero no podía. Lola merecia que un chico la lleve a una plaza sin que le importe nada de lo que había afuera. Un chico que pueda llevarla a la plaza tendría que tener Lola. Cameron no entendía que a Lola no le importaba mientras este con ella.
Algunas tardes veía a Jeremy llegar en su imponente camioneta negra a la casa de Cameron. Algunas de esas veces, Lola estaba saliendo de su casa y Jeremy la miraba de mala manera. No le gustaba la manera en la que era Jeremy. No lo entendía en absoluto porque ella tenía unos padres increíbles que dejaban que ella sea feliz sin importar lo que digan los demás. Para Devonne y Edgar lo único válido era la felicidad de Lola.
Lola se levantó y abrió los ojos sorprendida por la hora. Eran las 11:32 de la mañana. Nunca antes había dormido tanto. Pensó que fue por quedarse hasta tarde con Cameron en su casa hablando sobre muchas cosas. Se estiro en la cama y agarró su celular, no había ningún mensaje de Cameron lo cual le pareció raro. Él siempre mandaba mensajes. Estaba en el trabajo y como, le había dicho, tenía muchos casos por resolver que le robaban el tiempo y por eso no le mandaba siempre o contestaba tarde los mensajes.
Se levantó de la cama y fue al baño donde se lavó los dientes y se peino. Se dejó el pelo suelto y bajó a la cocina donde estaba su mamá tomando el té solas. La mujer había decidido tomarse vacaciones para descansar un poco.
-Buen día, hija. -dijo Devonne.
-Buen día.
-¿Ayer escuchaste ruidos?
-¿De qué?
-Ruidos.
-No. -dijo Lola mientras se servía agua en su taza para su té.
-¿Segura? -Devonne se puso a su lado, apoyada en la mesada.
-Sí, mamá. Si tienes algo que decirme, dilo y listo. Sin ningún rodeo. -sentencio Lola fingiendo estar molesta.
-Uy... Alguien se levantó de mal humor. -Devonne se volvió a sentar.
-Uy... Alguien se levantó con aires de graciosa. -replicó Lola. Ella también se sentó.
-Eres tan susceptible. -Devonne revoleo los ojos.
-Es que insinuaste algo referido a mí y cuando te digo que lo dig...
-¿Tú saliste ayer a la noche? -interrumpió Devonne. -¿Así o más directa?
Lola abrió los ojos sorprendida. Nunca hubiese creído que su mamá le haya hecho esa pregunta ya que Devonne nunca se metia en la vida de su hija porque a Lola no le gustaba que se meta si ella no quería.