La alarma empezó a sonar y Lola la apagó. Se estiró un poco y salió de la cama, fue al baño para ducharse en menos de veinte minutos, luego se puso el uniforme del colegio que era una pollera gris con una camisa celeste y zapatos negros cerrados. No usaba maquillaje ni estaba largos minutos frente al espejo y por eso hacía todo más rápido. Se lavó los dientes y peino su pelo castaño dejándolo suelto con la raya al costado, no se mataba peinando. Bajó al comedor donde estaban sus padres desayunando.
-Buen día. -dijo ella sentándose.
-Hola. -habló Edgar concentrado en el periódico.
-Hola, cielo. -saludó Devonne con una sonrisa. -Hoy te llevo yo al colegio.
-Bueno. -contestó la joven comiendo una tostada. -Por cierto, hoy a la tarde tengo que entregar las invitaciones para el sábado. -contó mirando a su madre.
-¿Las invitaciones del baile? -preguntó Edgar.
-Sí, esas. La señora Rodriguez me dijo que me iba a pagar por hacerlo y acepté. -dijo encogiendo sus hombros.
-Bueno. Genial. -dijo Devonne sonriendo.
La familia siguió desayunando mientras Edgar y Devonne hablaban de su trabajo y Lola desayunaba. De pronto a su cabeza llegó su vecino, Cameron pero ella no sabía su nombre y quería saberlo. Sintió sus mejillas coloradas por estar pensando por primera vez en un hombre que no sea el de las novelas que leía y ni siquiera sabía su nombre. Miró a su mamá pero no dijo nada. Luego volvió su mirada a su desayuno.
-Lola. -la llamó Devonne y ella miro a su madre. -Es mejor que vayas a mañana después del almuerzo a entregar las invitaciones porque acá no va a estar nadie por la tarde.
-¿Y ustedes? -preguntó Lola.
-Trabajamos hasta tarde. -le contestó.
-Pero es mi responsabilidad entregar las invitaciones hoy. -respondió Lola.
-Yo voy a hablar con la señora Rodriguez. Mañana después del colegio vas.
-Odio ser irresponsable. -Lola se enojó.
-La vida siempre va a hacer así. Hay cosas que nos gustan y otras que no. Pero es la vida y a veces no puedes tener lo que quieres. -dijo Devonne.
Lola no respondió nada; se había enojado. Siempre era una chica responsable que hacía todo lo que le decían de la manera en la que le decían por eso no quería entregar las invitaciones al siguiente día. No le gustaba que manejen su vida pero sus padres lo hacían de vez en cuando.
(...)
Cameron salió de su casa para ir al estudio y vio a una pareja salir de la casa de al lado donde había visto a al chica de pelo castaño leyendo un libro. No les prestó atención y se metió en su auto para después arrancarlo. Se metió en la calle y se dirigía al estudio donde trabajaba hace un año mientras escuchaba música por lo bajo. Al llegar saludó a su secretaria Sophie y se fue a su despacho donde tenía varios papeles que leer para llevar a juicio a un supuesto ladrón que le robo a la familia que él estaba defendiendo. Se puso a leer los testimonios de todos pero su secretaria entró sin golpear; acción que Cameron odiaba.
-Señor Windaham, ¿necesita algo? -preguntó al chica coqueta.
Si algo que no le faltaba a Cameron eran mujeres que estén atrás de él. Pero que las mujeres se le regales a él no le gustaba para nada. Le gustaban las mujeres que se hacían respetar y Sophie no era de esas mujeres. Además su secretaria no era el tipo de chica que le gusten. A él le gustaban más rescatadas y sobrias, maduras.