Capítulo 8

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El timbre estaba sonando en plena madrugada. Cameron se movió pero no fue a abrir pensando que podían ser algunos niños jugando. El timbre volvió a sonar y decidió ir por las dudas que sea importante. Bajó las escaleras y llegó a la puerta principal donde a un costado estaban colgadas las llaves, las agarró y colocó la que correspondía en esa puerta y al abrirla vio a su vecina. Lola estaba parada ahí. Tenía un pantalón y una remera para estar en el día. Su pelo estaba en una cola de cabello desordenada.

Se quedó paralizado por ver a su vecina en la puerta de su casa. ¿Qué hora era? Era tarde, era la madrugada pero no había visto la hora. Lola estaba ahí y él se sintió débil ante la joven. Tragó saliva y se guardó sus pensamientos más impuros al ver a su pequeña vecina ahí. Cameron la miró y le preguntó con tranquilidad:

-¿Qué haces aquí?

-Estaba pensando en lo que sucedió cuando llegamos y realmente no podía dormir. Me dejó pensando en todo. -contestó la joven mirando a su vecino. -¿Estaba durmiendo?

-Sí. Por favor ve...

-Usted es un buen hombre. -sonrió Lola interrumpiendo a Cameron. -Muy atento. Nunca nadie estuvo tan atento conmigo como usted lo estuvo cuando me doble el pie en la puerta de mi casa... Es como un caballero sacado de las novelas que leí. -Cameron se puso nervioso. -Como el hombre perfecto que toda chica quiere tener y yo tengo la suerte de ten...

-Tú no me tienes. -le cortó Cameron.

-Y yo tengo la suerte de tenerlo como vecino, no piense mal. -terminó ella.

Cameron otra vez se sintió como un mal hombre. No le gustó tampoco esa frase. No quería quedar como un hombre de mal gusto. Lola no lo provocaba ¿o sí? Lo dudaba porque eran altas horas de la madrugada y la adolescente estaba ahí como si nada, diciéndole que no podía dormir por estar pensado en el cruce de palabras con ella. Eso para cualquier otro hombre podía ser una provocación. Cameron tosió un tanto incómodo.

Tenía que hacer que Lola se vaya lo más rápido posible de su casa porque si no se iba estaría en problemas y si Camero odiaba algo eran los problemas.

-¿Se siente bien? -preguntó Lola apoyándose en el marco de la puerta con ambos pies adentro de la casa del adulto.

-Sí. Tengo sueño y tú tienes que ir a dormir. -dijo Cameron y ella negó con la cabeza. -Vamos, Lola no lo hagas difícil. Ve a tu casa ahora. Tenemos que descansar los dos, tú vas al colegio y yo a mi trabajo.

-¿Por qué dice que lo hago difícil? -preguntó ella con el ceño fruncido.

-Lola ve a tu casa, lo digo en serio.

-No quiero. -contestó ella. -Quiero estar con usted el resto de la noche para conocerlo.

-En serio lo digo. No quiero problemas con tu papá ni con tu mamá, ni con nadie. Con nadie quiero problemas así que te pido por favor que te vayas a tu casa ahora mismo. -Cameron estaba enojado.

-¿Realmente quiere que me vaya?

-Sí Lola, quiero que vaya a su casa. Por Dios, vete de una vez por todas. -contestó Cameron.

-Me gustaría hablar con usted y conocerlo más. -ella ignoraba todo lo que le decía el abogado.

Mierda, se estaba complicando para el abogado. Demasiado se le estaba complicando. Lola no quería irse y él estaba cada vez más atraído por el cuerpo de la joven. Tenía que aguantarse y hacer que Lola se vaya a su casa antes que pierda el control y se arrepienta de todo.

-Lola, de verdad, vete. Yo mañana me levanto temprano y tú probablemente también.

-Podemos no dormir.

Prohibido [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora