Drake estaba en su habitación recostado en su cama mientras pensaba en Lola. Esa chica -sin mentir- ocupaba su mente todo el tiempo. No sabía como lo había logrado pero la pequeña chica que se sonroja por todo, vivía en su mente. Nunca, después de su separación con su ex, le había pasado que una chica este en su mente. Siempre había sido sexo. Simples aventuras que se olvidaban en pocas horas.
Drake había dicho que nunca más se iba a enamorar de alguien. Pero Lola estaba golpeando fuerte en su vida y aunque era demasiado rápido para hablar sobre amor, podía estar seguro que si Lola le daba una oportunidad, se iba a enamorar. Lola podía hacerlo sonreír aunque ella no este con él. Era solo recordar sus mejillas teñidas de colorado o su risa cuando patinaban y la sonrisa grande de Drake aparecía.
No todo era bueno. Cameron y Jeremy no se la hacían fácil. Su hermano le tenía prohibido que se acerque a Lola aunque no le daba importancia. Pero Jeremy era su papá. Jeremy podría hasta meterlo preso por estar con una menor de edad. Eso lo asustaba. No era para menos cuando sabía lo que sucede en las cárcel con los hombres acusados por violación. Su cabeza no dejaba que piense. Él solo quería estar con esa chica que le sacaba más de una sonrisa sin la necesidad que ella hable. Era fuerte. Realmente fuerte lo que le pasaba. Cameron se enojaba con él sin derecho, según Drake. Pero no sabía que su hermano había tenido algo con Lola.
Cuando ella le dijo que no había pasado nada -lo que había sido cierto-, él se tranquilizo y creyó en ella. Aunque si lo pensaba unos minutos, sabía que Cameron nunca estaría con una menor de edad porque eso quebraba una de las leyes. Esas leyes que tanto amaba.
Drake pensaba en contarle a su papá. Decirle que estaba haciendo de todo para conquistar a una chica que era menor de edad. Tenía que afrontar la realidad y tratar que su padre acepte lo que le pasaba. Después de todo Jeremy no era tan malo.
Se levantó de la cama y caminó por su casa para llegar al escritorio que Jeremy tenía en su casa. Tocó la puerta con los nudillos y su papá lo dejó pasar. Jeremy estaba ordenando algunos libros.
-¿Puedo hablar contigo papá?
-Sí. -contestó Jeremy sin voltearse. Drake se sentó en una silla.
-Hay una chica. Es sobre ella.
-No tienes quince para venir y pedirme un consejo. -Jeremy se dio vuelta con una sonrisa. -Estoy seguro que esa chica va a caer en tus encantos.
-No vengo a pedirte un consejo. -habló Drake un poco nervioso. -Vengo a decirte lo que pasa. Y espero que me entiendas.
-Dime. -Jeremy seguía sonriendo.
-Tiene diecisiete años.
La sonrisa de Jeremy se borro por completo. No le gustó para nada lo que le dijo su hijo. Drake lo miraba con atención, a la espera de que Jeremy diga algo. Pero el hombre estaba serio. Su hijo le había dicho lo peor del mundo, según él.
-¿Paso algo con esa chica?
-No. -mintió.
-Mejor. Sabes lo que les pasa a las mierdas como esas que violan a adolescentes.
-No sería una violación porque ella sabe lo que hace. Es adulta.
-Para la ley, sigue siendo una menor.
-¿Acaso la ley no permite que te pase algo con una chica?
-¿Acaso crees que esta bien violar a una adolescente?
-No seas extremista.
-Tú no seas un idiota.
Las palabras de su padre fue como una patada en el trasero. No le gustaba que su papá se meta en su vida pero tampoco quería estar mintiendo: Sabía como era su papá respecto a las leyes. Era peor que su hermano mayor. Toavía se acordada cuando se había querido tatuar cuando tenía dieciséis años y Jeremy se lo había prohibido porque era menor y a causa de que él le haya dado a entender que se iba a tatuar a escondidas, Jeremy no sólo le propinó un cachetazo por haberle gritando sino que también lo iba a buscar al colegio y no lo dejaba salir a todos lados que iba con frecuencia hasta que él le dijo que no quería el tatuaje porque quería salir con sus amigos. Su padre siempre iba a ser el mismo aunque a nadie le guste.