Don't Let Me Go

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El grito de la niña alertó y despertó a Emma.

La joven se dejó caer de rodillas con tantas cosas que decir y tantos sentimientos que aplacar...tanto que querer y tan poco que podía hacer.

Sintió un golpe en el vacío de su interior, quiso romperse pero no pudo.

Su brazo había quedado atrapado bajo la espalda de la mujer, pero no era eso lo que le preocupaba.

-¡Mamá!- Le pasó la mano por el cuello hasta arrancarle el trozo de tela que llevaba atado y no la dejaba respirar.
Se vio la mano llena de sangre y se asustó.

-Ahg...- La mujer le bajó el brazo para que dejara de mirar la sangre.

-¡Regina! Corrió Emma.

-Creo que ya he cumplido.- Rumpel desapareció.

-¿Qué ha pasado?-

La niña respiró agitadamente mientras trató de hacer que la mujer se apretara la herida para dejar de sangrar.

Las campanas de la Iglesia sonaron y resonaron.

-Estamos atrapados aquí para siempre...- Murmuró Emma.

-¡No! ¡Tiene que haber otro modo!- Apretó su mano. -¿Por qué no has entrado a la Iglesia?- Derramó una lágrima.

-No podía dejarte morir...- Suspiró sin fuerzas.

Al mismo tiempo que se abrieron las puertas de la iglesia, llegó el autor corriendo tras Vanessa para poder alcanzarla.

-¿Regina..?- Fue Robin. -¿Qué ha pasado?-

-Arreglalo.- Ordenó Emma al autor.

-Demasiado tarde.- Rió.

La rubia le tiró al suelo de un puñetazo.

-No...puedo...- Aseguró desde el suelo cubierto de polvo. -He perdido mí poder...- Miró a su hija. -Lo juro.-

-Haced algo, por favor, lo que sea.- Intentó ser fuerte. -Es culpa mía, yo lo saqué del libro...-

-Vas a ponerte bien...- Aseguró Robin.

-No, no lo haré...- Rectificó.

La joven se derrumbó sobre Regina.

-Al menos te prometo, que no morirás sola...- Añadió Emma.

-Me niego a creer...- Retuvo las lágrimas aguantando la mirada a la rubia. -Que no hay absolutamente nada...- Empezaron a caer. -Que podamos hacer...- Pronto ya tenía la cara bañada por el dolor. -Por alguien que lo ha hecho todo por nosotros...-

Emily sintió esa caricia sobre su mejilla que secó su rostro. Tan profunda y a la vez tan lejana.
Aguantó la mano de Regina sobre su cara tratando de parar el tiempo.

Vanessa miró a la niña y a Emma, a Robin y a Regina. Vio la pluma de su padre y este pudo volver a ver esa mirada en sus ojos.
Agarró el utensilio y meditó.

-Puede que no necesitemos la sangre de un ser oscuro.- Pensó cuando la pluma se iluminó. -Puede que sirva la de uno realmente luminoso.- Se acercó.

La niña tembló cuando la mujer le entregó la pluma. Solo rozó parte de su propia mano que permanecía rociada de sangre. Con la misma respiración agitada le devolvió el objeto.
-¿Qué vas a hacer?-

-Lo que mejor se me da.- Arrancó una hoja del libro de la bolsa de Isaac, que era el nombre del autor. -Corregir un mal escrito...-
Esperó a que la niña dictara.

-Gracias al sacrificio de la heroína Regina...- Alzó la voz. -El hechizo del malvado Isaac, quedó deshecho.-

La luz que salieron de esas palabras fueron más potentes aún que las del libro que los condujo a ese lugar.

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