Since the love

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Si por un momento pareció que fue fácil encerrar a Emily en la torre, pido disculpas, no me expliqué lo suficientemente bien.

La niña no quería irse a vivir a una torre apartada de todo el mundo. ¿Quién querría?

Cuando Regina vio lo que deparaba la vida en el castillo, con Cora y Leopoldo al acecho, supo que la niña no estaría segura.

Insistió en que lo mejor sería que Anabeth se fuera a vivir con alguna família que pudiera cuidar de ella sin que corriera peligro alguno.

Un día, en los jardines, se armó de valor y le preguntó a la pequeña que era lo que ella quería.

-¿Como que qué es lo que yo quiero?- Preguntó la niña.

-Ahí fuera hay gente maravillosa con la que podrías vivir.- Explicó.

-Pero yo no quiero ir con ellos...- Respondió desconcertada. -¿Por qué iba a querer irme? ¿Esque no quieres que me quede?-

La mujer de vestido azul claro y ancho, no supo como continuar la conversación, en cierto modo ella era también una niña, era poco más de una década mayor que Anabeth. Ella también estaba asustada y triste, y...y su cabeza estaba a punto de explotar por todo lo que sentía...y su madre estaba en paradero desconocido y su padre no pensaba hacer nada y Blanca...y Daniel...y ahora Anabeth...Ahg...

-Yo no he dicho eso...-

-¿Entonces qué...?- Estuvo a punto de llorar.

Una cosa era que quisiera a Daniel y que nunca dejara de hacerlo, tenía pensado huir con él y eso incluía a Anabeth, pero otra muy distinta era hacerse cargo de la niña ella sola.
Sabía que no podía dejarla, era cuanto le quedaba de Daniel... Pero sabía que no era lo mejor para la niña...

Anabeth salió corriendo hacia el castillo.

-¡Anabeth!- La siguió Regina. -¡Espera!-

°°°°°°°°°°°°

La niña se quedó llorando en las escaleras interiores del palacio.

-Anabeth...- Llegó Regina. -¿Qué te ocurre?-

-Es todo esto...- Respondió. -Todo...la magia, las personas...el poder... Todos son tan importantes y tan fuertes, y quieren hacerme daño, y no sé por qué, yo no he hecho nada...-

-No has hecho nada malo, nadie va a querer hacerte daño...- Aseguró.

-Daniel tampoco había hecho nada malo...- Siguió llorando. -Y...-

Era una niña asustada, solo eso. Regina sabía como era sentirse así, así que supo exactamente que decir.

Miró a la niña y le cogió la mano.
-No tienes que tener miedo...nunca... Y si alguna vez sientes que no puedes más o piensas que va a pasarte algo malo, olvidalo, porque yo voy a protegerte siempre, no importa de qué...nadie va a hacerte daño.-

-¿Por qué?- Preguntó mientras la mujer le secaba las lágrimas.

-Voy a cuidar de ti, ¿vale? Así que serás una princesa.- Respondió. -Y nadie puede hacer daño a una princesa.-

-No soy una princesa...- Pensó. -Las princesas son chicas guapas, altas y ricas con grandes vestidos. Todo el mundo las quiere y siempre están felices...-

-Pero tu eres una princesa de verdad.- Sonrió. -Las princesas de verdad son fuertes y buenas...-

La niña la abrazó y le dió las gracias.

-¿Qué hace todavía aquí?- Apareció el rey enfadado. -No la quiero por aquí.- Agarró a la niña por el brazo y tiró de ella.

-¡Sueltala!- Pidió.

Forcejearon hasta que el hombre soltó a la niña haciéndola caer al suelo.

-Ahg...- Regina quiso rozar su cara tras caer al suelo por el manotazo que se llevó.

Anabeth se quedó mirando sin poder hacer o decir nada.

La mujer intentó levantarse cuando Leopoldo la agarró.

-¡Ahh!-

La niña salió corriendo lo más rápido que pudo hasta colarse en la única habitación en la que sabía que estaría a salvo, la de Blancanieves.
Se metió debajo de su cama sin que ella se enterara.

Pasó ahí toda la noche.

°°°°°°°°°°°°°

A la mañana siguiente, cuando Blanca ya se había ido, Regina encontró a la niña bajo la cama.

-Anabeth...- La llamó inmóvil.

La niña asomó.
Regina llevaba puesto un vestido rojo, el cuello del cual apretaba.

-¿Estás bien?- Preguntó la mujer.

La niña no pudo responder. Examinó a la mujer con la mirada; primero la herida de la frente, no muy grande, después la del labio,... No quiso seguir.

-Ven.- Pidió acercando su mano.

Anabeth la miró unos instantes en los que sólo podía escuchar su agitada respiración. Luego la cogió indecisa. No quería apretar demasiado su mano, tampoco rozarla demasiado...temía hacerle más daño.

Salió de ahí abajo.
Le señaló con el dedo para que se acercara a ella.

-Quiero irme de aquí...- Susurró al oído. -Quiero que nos vayamos de aquí juntas...-

Tal vez si hubiera seguido el consejo de la niña todo hubiera sido diferente.
Sabía que no podían huir porque los soldados del rey las encontrarían y no serían indulgentes. También sabía que la niña no podía quedarse, no iba a permitir algo así.

Regina le pidió a Rumpelstiltskin que llevara a la niña a una torre lejos de allí y que la encerrara para que nadie pudiera entrar.

Rumpel le dió también una llave que al introducirla en una puerta cualquiera y abrirla, apetecería en la torre.

-¿Y cuál es el precio por todo esto?- Preguntó la mujer.

-En unos años, tendrás que hacer algo por mi...- Rió Rumpel.

-¿El qué?-

-Es una sorpresa. Ji ji ji.- Parpadeó repetida y rápidamente. -Además hoy me siento tan caritativo, que voy a ofrecerte algo más...-

Regina lo miró desconfiada.

-Tu, serás mí alumna...- Sonrió. -Te enseñaré la magia más poderosa que jamás has visto, dentro de un tiempo...-

-No me interesa la magia...-

Once Upon A TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora