¿Que has visto?

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Vaya, 45.63 segundos de silencio absoluto en un abrazo.

-Mamá...-

Pero el tiempo siguió corriendo tal y como las lágrimas de la morena por su mejilla, pero estas se perdían entre el cabello de su hija sin que nadie pudiera saber de su existencia.

Pero de alguna manera Emily lo sabía. Puede que porque llevaba ya un minuto entero sin soltarla, sin decir palabra.
De algún modo también podía notar que el corazón le iba a mil por hora y que fuera lo que fuere que hubiese estado viendo, había tenido que ser horrible, demoledor.

Lo sabía porque ante todo, su madre jamás fue incapaz de retener las lágrimas si ella estaba cerca, no era de esa clase de personas que lloran a todas horas delante de quién haga falta. Más bien todo lo contrario.

-Todo era un sueño, ¿lo sabes?- Recordó. -No era real.-

La alcaldesa se apartó un poco sin soltar la cara de su hija. Sonrió con el pesar más profundo que había visto en años y le besó la frente.

-Era un espejismo.- Aseguró cuando la mujer posó las manos sobre sus hombros. -Estoy bien...-

-Ya...- Respondió con esa voz rota por haber estado gritando toda la noche y apretó los labios. -Estás bien...todos están bien...-

-Todos están bien...- Le cogió las manos. -Todos están a salvo.-

-A salvo...-

-Si, a salvo.- Recalcó. -Casi encierran a Zelena en el manicomio pero ya está solucionado.-

Por la expresión facial de la mujer se pudo notar su sorpresa.

-No tiene importancia...- Aseguró. -Está todo arreglado...Todo va bien, todos están bien...¿que tal tu?-

-¿Yo?- Preguntó aún con los ojos tan llorosos que apenas veía claro. -Bien...ahora...bien...-

-Has perdido la voz...- Se fijó. -Has debido de pasarte la noche gritando...¿que has visto?-

-...Vamos...será mejor que bajemos...- La cogió de los hombros y la encaminó a las escaleras.

-¿Pero estás bien?- Insistió.

-Estoy perfectamente...- Mintió.

-No, no lo estás...- Se giró. -Hace años que no veo esa cara. ¿Que ha pasado?-

-...Hay cosas...que es mejor no recordar...- Explicó con los ojos demasiado inundados para seguir hablando.

-Oye, mamá...- La siguió cuando comenzó a bajar escaleras. -Cuando apareciste en la cárcel...esas heridas en tu espalda...-

-No fue nada.- Se giró apretando fuertemente la barandilla con su mano. -Un viejo accidente de...-

-No, yo...- La paró. -Ellos no lo han visto pero...-

-¿Ver que?- Temió demasiado rígida.

-A...al...a el...- Dudó. -Al...a Leopoldo.-

-¿Que?-

-Es...estaba allí, ¿verdad? Él te ha hecho eso.- Frunció el ceño. -No..no sé por que lo he visto, a...a lo mejor tiene algo que ver con los dioses o...-

-¿Lo has visto?- No pudo ocultar una voz débil y dañada.

-No eran imaginaciones mías...¿verdad?- Le dolió. -Estaba algo borroso pero era él, ¿verdad?-

Regina se dió la vuelta hacia un lado para calmarse por un segundo. -No...no es lo que parece Emily...tu...tu padre...-

-Por favor te suplico que no lo llames así.- Cerró los ojos.

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