Magic, mirror on the wall...

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She is a pyramid
But with him she's just a grain of sand
This love's too strong like mice and men
Squeezing out the life that should be let in

She was a hurricane
But now she's just a gust of wind
She used to set the sails of a thousand ships
Was a force to be reckoned with

☆☆☆☆☆☆☆☆

-Tranquilos, es un genio.- Advirtió Leopoldo entrando al castillo. -Te lo enseñaré todo.-

-No es necesario, majestad.- Dijo Sydney. -Ya ha hecho por mí más de lo que podré pagarle.-

-Tonterías...- Abrió la puerta que daba a los jardines. -Te presentaré a la família.-

Pasaron frente a un laberinto de arbustos que maravilló al genio. -Vaya...-

-Blanca, querida.- Llamó a su hija.

La chica llevaba un vestido blanco y una capa algo rosada, cabello rizado y sonrisa de fresa. Tendría ya unos dieciséis años.

-Encantada.- Estrechó su mano.

-¿No es la más bella del reino?- Sonrió el rey.

-Oh...padre...- Se ruvorizó.

-Ciertamente sois muy bella, princesa.- Se inclinó el hombre. -Tenéis mucha suerte de tener un padre que os quiere tanto. Sois la más afortunada de todo el reino.-

La muchacha rió amablemente mientras arreglaba las rosas.

El genio dirigió la mirada al lado, donde el manzano. Le sorprendió ver a alguien más allí.
Era una mujer, una bellísima mujer de vestido rosado de falda ancha y escote abierto. Con un tocado en el pelo de piel rosa que le tapaba la cara.
Estaba de espaldas a él, arrancando una de las manzanas, pero ya supo que ella era distinta, única... Observando las manzanas con aire melancólico...

-Ah...y ella es...- Señaló Leopoldo. -Regina...-

La mujer se dió la vuelta sin tenerlo claro, muy despacio y con la mirada gacha.
Su pelo de carbón estaba recogido en el tocado, de modo que pensó que debía tener frío en el cuello.

Algo temblorosa, alzó poco a poco la mirada, como si le costara levantarla del suelo.

-Mí mujer...-

Los ojos de café de la reina se clavaron en los del hombre y él pudo notar su pesar. Resultaba tan hermoso... Con esa piel blanca como la nieve, cabello negro como el ébano, labios rojos como la sangre...Desprendía tristeza...

-Saluda, Regina.- Ordenó. -Tenemos visita.-

La mujer fingió una de sus peores sonrisas y extendió la mano al recién llegado.

-Encantado...- Dudó él.

Ella pareció dudar entre decir algo o callar.

-Será mejor que entremos dentro.- Dijo el rey acompañando con la mano a su hija.

La mujer le dijo algo, le pidió algo mirando al árbol.
No pudo escucharlo con claridad, pero estaba seguro de haber oído: árbol, frío y luego.

-Haz lo que quieras, pero puede que cuando necesites entrar porque haga tanto frío, que no te tienes en pie, no hayan guardias en la puerta que logren escuchar tus suplicas.- La dejó sola y pensativa.

Eso no pudo escucharlo con tanta claridad.

-Vamos.- Sonrió caminando hacia dentro.

El genio lo siguió volviendo la mirada atrás, hacia la que perdía la triste mirada en el suelo mientras sujetaba la manzana.

Once Upon A TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora