Once Upon A Time

That little girl

Esos tiempos sin brujas ni hechiceros, sin príncipes ni princesas, sin magia y sin recuerdos... Que bellos tiempos.

Aquellos tiempos en los que la vida era tan fácil, tan sencilla...tiempos en los que si tú hija tenía miedo de la tormenta, no tenías más que abrazarla...cuando el mayor peligro era tropezar, y el gran reto era pintar sin salirse de la línea... Cuanto de menos echaba Regina esos tiempos.

Por raro que parezca, hubo un tiempo felíz en el que nadie pensaba en los problemas, en que algo malvado quisiera atacarlos...

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Regina tardó en acostumbrarse a tener a alguien a su cargo de ese modo.
Incluso al principio, temía coger en brazos a la niña por miedo a hacerle daño. Solía poner su mano bajo la espalda del bebé, y con su otra mano, agarraba sus piernecitas, algo así como si estubiera sujetando a una gamba, para luego cogerla.

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Cuando a la niña le faltaba poco para cumplir un año, Regina seguía con su costumbre de llevarla con ella a todas partes.
La suma idea de poder volver a perderla la aterrorizaba.

La niña tenía el pelo algo más claro, así como pelirrojo.

Esto de ser madre soltera con un empleo así era más difícil de lo que parecía. Tenía tantas cosas en la cabeza...
No le gustaba dejar a Emily con otras personas, eso era algo que detestaba...
Siempre encontraba un momento del día para dedicar a la niña.

Solía ser sobre las ocho de la tarde.

Llegaba a casa cansada, pero no le importaba.
Tenía la sensación de que cualquier día daría sus primeros pasos, y no quería perderselo.

-Vamos...- Tiraba de la niña por sus manitas para ponerla de pie.

Emily miró hacia arriba algo extrañada.

-Haber...- Se puso ante la niña sujetandola por la cintura.

Pero la niña no estaba muy interesada en caminar, mas bien en jugar con sus manitas.

-Vamos, Emily...- Pidió. -No me hagas esto... ¿Estás esperando a caminar cuando yo no esté?-

La pequeña rió.

Bueno, ya era la hora de cenar.

-Puré de manzana.- Aseguró Regina dejando el plato sobre la mesa.

Emily hizo cara de asco y se apartó.

-Vamos...está muy bueno.- Quiso que abriera la boca.

-Mm...- Se apartó de la cuchara agitando los brazos. -ña...- Se echó a llorar desconsolada. -aggr...ña... ahagg.-

La mujer cogió a la niña y trató de calmarla contra su hombro mientras le daba golpecitos sobre la espalda.

-¡gñaa!- Seguía llorando cada vez más fuertemente.

-Por favor, Emily, por favor.- Pidió. -Solo he dormido treinta minutos en un total de dos días... Dime que es lo que quieres...te juro que te daré todo lo que quieras... Solo dame una oportunidad...-

La pequeña empezó a dejar de llorar. Miró a Regina sollozando y con los ojos marcados por las lágrimas.

-Si, si.- La dejó en su trona de color pastel. -Venga, come un poco...-

La niña miró detenidamente la cuchara y redirigió la mirada a su madre.

-Está muy bueno...- Quiso sonreír. -Confía en mi...-

La niña abrió la boca y empezó a comer.

En cuanto acabó de cenar, la subió a su habitación.