Lonely

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Regina, con la mirada empapada en agua y perdida en la nada, escuchaba, sentada en la silla tallada de madera y pintada de plata, las notas del piano que Blanca tocaba.

Una música llena y vacía a la vez, "La Marcha de la Soledad" ponía en la partitura.

Así era exactamente como se sentía; sola, incompleta...
Le faltaba algo que le oprimía el pecho y la dejaba sin respiración, tal como sintió cuando vio a Daniel caer al suelo; solo podía abrazarlo y consolarse con el tacto de su cuerpo.

Pero, ¿qué le faltaba? ¿Qué podía aplacar su sufrimiento y ahondar en el vacío de su alma?
Necesitaba un abrazo sincero, unas palabras que aunque mentira la consolaran: todo va a salir bien.

Todavía no había podido llorar a Daniel como necesitaba hacerlo, tan solo retuvo su cuerpo tratando que volviera mientras observaba como la vida lo abandonaba sin poder despedirse, en el cálido aliento de su último beso sincero...
Cada noche se dormía entre lágrimas al no poder abrazarlo y tener la certeza de que había muerto por su culpa.

Los cuentos que su padre le susurraba a escondidas por las noches cuando Cora no se lo impedía, esos cuentos y leyendas de príncipes y princesas...¿por qué a ella no la salvaba nadie? ¿Acaso no lo merecía?
No.

Había abandonado a una niña en pleno llanto en lo alto de una torre en medio de la nada entre sus suplicas... Realmente era peor que su madre...

¿Cómo había llegado a eso? A ser como ella...

La melodía del piano era suave, mas Regina sentía bruscos golpes e hipnótico sonido que la embrujaba e inundaba sus pensamientos de tristeza y dolor.

-Blanca, por favor...- Pidió la reina.

La niña dejó de tocar.
El rey miró a la mujer y esta contuvo la respiración.

-¿Hay algún problema?- Dudó la princesa.

-No...es solo...- Trató de explicar. -Me encuentro algo fatigada, será mejor que guarde reposo...- Abandonó la sala sin dejar de sostener sus brazos que apretaban su abdomen.

-Aguarda.- Dejó a su hija.

El rey cruzó la esquina y agarró el brazo de la mujer de vestido azulado.

-Ahg...- Suspiró ella.

-¿Qué crees que estás haciendo?-

-no me encuentro bien...- Explicó débil. -solo quiero descansar...-

-No es cierto.- La zarandeó.

-¡Por favor!- Insistió descomponiendose en lágrimas retenidas durante un largo tiempo. -Por favor...- Sollozó consigo misma incluso cuando él ya la hubo soltado. -Ahgha...- Cayó al suelo sobre su falda que se infló y deshinfló.

El hombre se extrañó tanto que lo dejó pasar y volvió con su hija.

Regina continuó suplicando desde el frío suelo. -Ahg...- Se estremeció. -Daniel...lo siento...lo siento tanto...-

Levantó la mirada sollozando y pensó en todo lo que había hecho mal, en todo el daño que había causado...
No podía volver a la torre y mirar a la niña a los ojos...

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-Deberías ir a hacerle una visita.- Aconsejó Rumpel con una de sus sonrisas y juegos de manos. -Literalmente hace una semana que nos os ve, ni a vos ni a nadie.-

-Ella está enfadada, y con motivos.- Pensó. -Es razonable que no quiera verme...-

-Mucho mejor será que la dejemos ahí sola sin siquiera saber por qué.-

Once Upon A TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora