Welcome to Storybrook

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Regina despertó en la cama de su nueva casa de su nueva vida.

Su pelo era corto, le extrañó que una maldición de esa envergadura conllevara un corte de pelo.

Lo primero que hizo fue ir al hospital para ver si Anabeth se encontraba allí, pero solo encontró a David.

No la dio por perdida hasta pasados unos años, investigó, buscó, pero nada, es como si nunca hubiese existido.

Pasaron unos cuantos años en los que todo resultaba bastante normal para los habitantes de Storybrook.

Un día lluvioso, Regina iba en su coche por la entrada de la ciudad.
La lluvia no dejaba ver bien, así que ella prestaba mucha atención.

Su teléfono movil empezó a sonar, siempre sonaba, siempre había alguien que la necesitaba en esa ciudad y más de una vez le hicieron replantearse si esa maldición había sido una buena idea.

Había tenido un día duro, mucho trabajo y mucha gente impaciente que mantener a raya.

Miró el teléfono un instante justo antes de lanzarlo por la ventana.

Las luces intermitentes se encendieron y la radio también.

Ella apagó la radio.

Era como si algo quisiera que parara.

Entonces un rayó cayó justo delante del coche y ella pegó un volantazo. El coche derrapó, se salió de la carretera y se chocó contra un árbol.

Regina se dio un golpe en la cabeza y quedó inconsciente unos minutos.
Al abrir los ojos vio que se había hecho sangre en la frente, tenía una herida un poco más atrás tapada por el pelo, pero también sangraba.

Abrió la puerta del coche con el brazo lleno de cortes que se hizo con los trozos de cristal de la luna que cayeron sobre ella.

Al poner el pie derecho en el suelo vio que se lo había torcido y le costó ponerse en pie.

Estaba desorientada y no sabía hacia donde ir.

Escuchó un sonido extraño de la parte trasera del árbol contra el que había chocado y se acercó.

Un llanto, era un bebé.
¿Pero qué hacía un bebé ahí enmedio?
Estaba envuelta en una mantita rosa clarita.

-¿Pero qué haces aquí? ¿Esque no ves que está lloviendo?- Dijo débil. -Pues claro que no, eres un bebé.-

La niña debía tener un par de meses como mucho. Regina la cogió y se la puso sobre el hombro.

-¿Cuánto llevas aquí? Estás helada.- La sujetó fuerte.

Se quitó los tacones para poder caminar.

Al cabo de unos minutos, las piernas le cedieron y acabó en el suelo.

-Lo siento, pero no puedo seguir.- Dijo quitándose la chaqueta para envolver a la niña.

Dejó al bebé a su lado y se estiró sobre su brazo.

-Madre mía. Esto no es bueno, no.- Apareció Archie. -¿Pero qué...? ¿Regina? ¿Está bien, Regina?- Trató de despertarla, pero ella no reaccionó.

Al moverla vio que su brazo estaba lleno de sangre pero era de la cabeza.

Cogió al bebé que lloraba y llamó a una ambulancia.

Cuando Regina abrió los ojos, estaba en el hospital, en una cama. Tenía una venda en la cabeza y otra en el brazo izquierdo.
Tenía unas vías que clavaban una aguja en su brazo derecho.

-¿Como está, Regina?- Preguntó Archie.

-Cállate Pepito Grillo...- Dijo ella en susurros.

-¿Qué?-

-Nada... ¿Qué ha pasado?-

-La encontré en medio de la carretera junto a un bebé.- Explicó él.

-Vaya, ya ha despertado alcaldesa.- Dijo Victor. - Le hemos dado cuatro puntos en la cabeza, voy a examinarla.-

Le pasó una linternita de un lado al otro y después repitió el procesó con su dedo.

-Parece estar bien.-

-¿Puedo irme entonces?- Preguntó ella.

-Ja ja, me temo que no.- Dijo el doctor. -Sufrió un traumatismo en la cabeza, estará unos días en observación.-

-¿Cuántos?-

-Unos dos días si todo va bien.-

-¿Y la niña?- Se interesó la mujer.

-Está bien de momento, sufría una leve hipotermia, pero al ser tan pequeña los efectos pueden ser muy perjudiciales.- Dijo él. -Además sabemos que estuvo mucho tiempo en ese bosque, si encontramos a sus padres biológicos tendrán que dar muchas explicaciones.-

-¿Si los encuentran?-

-Me temo que nadie la ha reclamado.-

-¿Puedo...puedo verla? Si está sola...-

-Claro. Le vendrá bien.-

Regina fue, en una silla de ruedas.

Se quedó mirando al bebé, le resultaba familiar.

-¿Quiere cogerla?- Preguntó Archie. -Está demostrado que cogerlos es bueno para ellos, tenemos a gente que viene solo para eso.-

-No, yo solo, quería saber si estaba bien.- Dijo ella.

Archie cogió a la pequeña. -Vamos, coger a un niño es una de las sensaciones más maravillosas.-

-Yo no, no sabría...- Pero ya tenía al bebé en sus brazos. -¿Por qué has hecho eso?-

-De vez en cuando es bueno probar cosas nuevas.-

Regina miró a la niña y esta bostezó. Le sacó una leve sonrisa. -Hola.- La pequeña le agarró el dedo y la mujer rió y miró al psicólogo.

Entonces lo vio en sus ojos, esa niña era Anabeth. Estaba segura.

Cuando le dieron el alta, fue a su panteón familiar y elaboró una poción.
Al meter un cabello de la niña, el liquido se volvió morado.
Era ella.

Y el resto como suele decirse, es historia.

Adoptó a la niña porque eso era lo correcto y porque no podía dejarla allí, ella era la unica persona que había creído en su lado bueno, no podía dejarla ahi.

Al principio fue dificil, pero logró adaptarse y ahora que Cora no estaba, todo sería más fácil.

Su peor temor era que la niña recordara su vida pasada en el bosque encantado, mas que temor era pánico. Por eso le cambió el nombre, ahora sería Emily Elisabeth Mills.

Pero eso no era suficiente. Tenía que asegurarse de que no recuperara su memoria, incluso si esa salvadora de la que hablaban rompía el hechizo.

Todavía quedaba un frasquito de poción para olvidar y la vertió en el biberón de la niña.

Así sería feliz, eso pensaba.
No sería una mentira, podría ser realmente feliz, el único problema es que tal vez no sabía como ser feliz.

Al parecer eso no preocupaba a la niña, era normal, como cualquier persona.

Podía ofrecerle una vida normal, fácil, todo lo que ella habría querido.

Once Upon A TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora