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Niall Horan nunca pensó que iba a encontrar el amor. Observaba a todos sus amigos teniendo una relación seria en algún momento u otro de sus carreras. Pero Niall sería, según el, el último en conseguir una pareja. Por lo tanto, un buen día, Niall James Horan decidió que tal vez él no estaba destinado a encontrar el amor y tal vez estaba destinado a ser un solitario para siempre.
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Fue un día lento en el trabajo para Gina. La tienda de música en donde trabajaba, despúes de sus clases en la universidad, estaba vacía, sin clientes, lo que mentalmente agradeció. El día había empezado con una mala nota para Gina, luego con que llegar tarde al trabajo y no obtener un café de la mañana para animarse un poco.
Pasó la tarde con su teléfono jugando aplicaciones sin sentido, y decidió cambiar el orden de los CD's un poco. La campanilla de la puerta sonó indicando un cliente nuevo, lo que la hizo saltar un poco de sorpresa. El hombre de pie cerca del mostrador tenía un gorro que cubría su cabello por completo, usaba unas gafas oscuras y una sudadera, lo que le pareció raro porqueel día ni siquiera estaba frío.— ¿En qué puedo ayudarle?— Le preguntó a el hombre cuyos ojos seguían perplejos alrededor de la tienda. Volvió la cabeza al escuchar el sonido de su voz.
— Umm... sí.. quería comprar nuevas cuerdas para mi guitarra.— dijo en una voz nerviosa, finalmente quitandose sus gafas de sol.
Era Niall. Niall Horan. Y estaba de pie en su tienda preguntando por el equipo de música. Bueno, no técnicamente su tienda pero sí.
De acuerdo, Gina, cálmate. Trátalo cómo si fuera un cliente habitual a pesar de que no lo es.
— ¡Si seguro! ¿Es una acústica o una guitarra eléctrica? ¿Y cuantas necesitas? ¿Seis, doce?— arrojó las preguntas con un poco de nerviosismo, lo que al chico le hizo soltar un par de risas.
— Es una guitarra acústica y tiene seis cuerdas—, respondió con voz tranquila.
La chica asiente y se dirige al armario de suministros para buscar las cuerdas apropiadas que necesitaba. Cuando volvió sin embargo, la expresión de su cara era totalmente diferente a la que tenía hace unos momentos. Los golpes en la ventana respondían a su pregunta. Podía observar en la puerta toneladas de niñas y paparazzis esperando fuera y haciendo clic de distancia en el pobre chico dentro de la tienda. En vista de que Niall ya había cerrado la puerta, y que había la vuelta al signo de "cerrado" le pidió que le siguiera a la entrada trasera.
La salida trasera estaba vacía, para su alivio.
—Bueno Niall, parece que te puedes marchar or este camino.— comentó con una sonrisa
— Muchas gracias, mmh... ah...
— Gina.— mencionó simpática.
— Muchas gracias, Gina. ¿No quieres algo? ¿Una foto, un autográfo? ¿Un café, mi número?— dijo con una sonrisa antes de salir de la tienda.
—Tal vez tú quieras el mío...
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Despúes de charlar un poco más, sentados en el la puerta trasera del local, pasó en un minuto a su coche rápidamente para salir de ahí, agradecido de que la multitud era ajeno a su salida. Fue un par de millas y minutos más tarde, que Niall comprendió algo tan rápido, o más bien el recuerdo lo golpeó como una tonelada de ladrillos: Él se olvidó de comprar las cuerdas de la guitarra.
Bien parece que él solamente tendría que volver otro día. Y eso no le molestaba.