No tenías que mirarlo, sabías que tendría la cabeza entre las manos con los codos apoyados en sus rodillas mientras tiraba de las raíces de su cabello. Lo sabías porque esa era la típica postura que hacía cuando intentaba calmar su cerebro hiperactivo de todos los pensamientos que lo estaban atormentando. Sabías que en esa posición, lo más seguro era que buscara en todos los rincones de su cabeza la respuesta que arreglaría todo.
Lamentablemente, el día de hoy no era la excepción. Sabías que se estaba culpando y sintiendo completamente inútil por no saber qué hacer para tratar de mejorar todo para ti.
Lentamente negaste con la cabeza y suspiraste con tristeza cuando te diste cuenta de lo cruel que estaba siendo consigo mismo. Pensaste que pronto su rodilla comenzaría a doler si seguía presionando su huesudo codo contra ella.
—Necesitarás una bolsa de hielo más tarde si no te sientas correctamente, amor. —Tu suave voz hizo que Niall levantara la cabeza y cuando sus ojos azules se dirigieron a tu cara, solo le ofreciste una pequeña sonrisa.
—No te preocupes por mi, cielo.—se sentó y cuando escuchaste su espalda y hombros estallar mientras se estiraba le lanzaste una mirada juguetona. —Estoy bien, nada que unas pocas sesiones con Mark no puedan arreglar.
Asentiste con dulzura comenzando a mirar alrededor de la habitación.
Las paredes eran de un color amarillo pálido decoradas con flores de varios tamaños que seguro habían sido pintadas en un intento de alegrar el espíritu de las personas que tenían que quedarse allí.
El sofá en el que Niall estaba sentado no era tan cómodo como el que ustedes dos tenían en casa pero él nunca se había quejado al respecto, de hecho, se recostaba sobre él y miraba cualquier programa de televisión que eligieran por la noche. Nunca se quejaba cuando se despertaba con una nueva torcedura en el cuello o un dolor en el hombro debido a que el reposabrazos se hundía mientras él dormía.
Eso era algo que amabas de él porque aunque por dentro tuviera estuviera sufriendo de cansancio y dolor, él solo te lanzaba una sonrisa como si hubiera dormido lo mejor posible.
—¿Cómo te sientes hoy?— No habías notado que se había levantado y se dirigía hacia el lado de la cama que tenía una mesita de noche. —Pareces un poco cansada, ¿dormiste bien?— El dorso de su mano estaba fría cuando rozó tu frente. Viste como su ceño se fruncía para que después empujara un par de cabellos sueltos detrás de tu oreja.
—En realidad no mucho. Sólo un par de horas.
Sabías que esa no era la respuesta que quería escuchar, pero no tenía sentido mentirle al hombre que te conocía mejor que nadie. Levantaste la mano y acunaste su mejilla suavemente, Niall se dejó llevar por la caricia y cerró sus ojos dejando escapar un suspiro mientras levantaba su mano para ponerla sobre la tuya.
—Quiero llevarte a casa.— Su voz salía como un susurro y tú sonreíste mientras lo veías girar la cabeza para poder besar la palma de tu mano. —Necesitas dormir en tu propia cama y tomar un buen baño de burbujas con todas las comodidades que no tienes aquí. No puedes pasar todo el día en este lugar.
Miró alrededor de la habitación con un atisbo de melancolía; —Necesitas ir a casa.— Su voz quedó atrapada en su garganta al final de la oración causando que tu corazón se rompiera un poco.
—Lo sé.— sentiste cómo te apretaba la mano que aún sostenía su mejilla, lentamente la bajó y entrelazó sus dedos con los tuyos. —Pronto estaré en casa.
No era mentira, pero tampoco era totalmente verdad. Niall también lo sabía, pero por unos momentos, a ambos les gustaba disfrutar de la idea de salir de esa habitación y regresar a la casa que habían comprado días antes de casarse.