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Estabas profundamente dormida cuando escuchaste a Niall moverse y quejarse un poco a tu lado. Al principio trataste de ignorarlo y volviste a dormir pensando que solo estaba intentando ponerse cómodo pero cuando prestaste más atención pudiste escuchar su respiración un poco acelerada. Te volteaste con sorpresa al ver a Niall acostado sobre su espalda, tenía los ojos entreabiertos mirando al techo, sus mejillas enrojecidas y se notaba que le costaba respirar. Extendiste la mano para tocarlo y sentiste que su piel ardía. 

—Niall, cariño, ¿estás bien?

—Me duele mucho el estómago. No creo que pueda moverme.

Al oír esto, te sentaste de inmediato. Niall solía ser bastante tolerante al dolor pero, para escucharlo decir que no podría moverse se trataba de algo extremadamente preocupante y doloroso.

—¿Qué pasó, Ni? ¿Qué hora es? —Dijiste, viendo un poco de sol brillar a través de las persianas.

—No sé que sucedió, amor. —cerró sus ojos como intentando alejar el dolor. —Desde que desperté no he dejado de sentirme así. —dijo casi arrastrando las palabras. —De verdad me siento terrible.

Miraste el reloj en la mesita de luz y viste que eran las seis de la mañana. Se suponía que Niall debería estar en el estudio dentro de los próximos 30 minutos.

Sacaste las sábanas de tu cuerpo para salir de la cama, rodeándola te acercaste a su lado y te arrodillaste junto a él. Le apartaste un poco de cabello de la cara y le besaste la frente, sintiendo su piel húmeda y tibia. 

—Bebé, tienes que levantarte ahora ¿vale? Te ayudaré a prepararte porque tienes que estar en el estudio en treinta minutos. —Niall asintió lentamente y comenzó a moverse un poco. —Vuelvo enseguida, cariño, voy a conseguir algo para bajar esa fiebre, ¿de acuerdo?

—Está bien. —susurró debilitado.

Estabas muy preocupada por él. Realmente se veía mal pero sabías lo mucho que se castigaría si se perdía un día de trabajo. Había sucedido antes que se quedaba dormido y no llegaba a tiempo, entonces el resto de ese día se quejaba de lo irresponsable que había sido. A partir de ahí se había prometido que sin importar que fuera; estaría presente en el estudio todos los días.

Regresaste al dormitorio con el medicamento para Niall y lo encontraste sentado en el borde de la cama torciendo de dolor cada fracción en su rostro.

—Niall, necesito que trates de tomar esto para que baje la fiebre. Te hará sentir mucho mejor y también puede ayudarte con el dolor. —Él asintió con la cabeza y tomó la medicina de tu mano y el vaso de agua de la mesita con su otra mano.

Te sentaste a su lado en la cama y le frotaste la espalda en pequeños círculos. Viste que con dificultad trataba de tomar la pastilla, y no lo logró porque de repente corrió al baño a vomitar en el inodoro. Inmediatamente fuiste detrás de él y te sentaste a su lado mientras seguía en lo suyo. Te lastimaba verlo así. Le frotaste la espalda de una manera reconfortante y le diste un beso en la sien. Definitivamente ibas llamar a la gente de Niall más tarde y les harías saber que estaba demasiado enfermo como para ir a trabajar.

Cuando terminó, te miró con los ojos llorosos y te rodeó con los brazos hundiendo la cabeza en tu pecho, al momento que respondiste su abrazo lo sentiste sollozar un poco. Frotaste sus brazos solo para notar que su piel estaba tan erizada cómo si tuviera demasiado frío.

—_______, realmente no puedo ir a trabajar hoy. No así. Quería intentarlo pero estoy tan enfermo y solo quiero quedarme aquí y acostarme contigo.

—Por supuesto que puedes quedarte en casa, bebé. Estás enfermo, llamaré al doctor, ¿bien? —asintió aún en recargado en tu pecho. —Vas a estar bien. Ven, vamos a acostarnos.

Llevaste a Niall de regreso a la cama y lo pusiste cómodo con un par de frazadas más de las que usualmente tendría. Te acurrucaste detrás de él, recargada un poco sobre la cabecera de la cama. Comenzaste a tararear un poco mientras acariciabas su cabello y un poco de la piel de su frente. El miró hacia arriba encontrándote con una sonrisa y te inclinaste para dejarle un beso en su frente.

Con el paso de los minutos pudiste notar la respiración de tu novio mucho más calmada y había empezado a tener una temperatura normal, por lo que dedujiste que estaba profundamente dormido y el malestar estaba pasando por sí solo.

Todo lo que Niall pudo decir al día siguiente cuando se sentía mejor fue acerca de lo afortunado que era de tener una chica como tú que pudiera cuidarlo.

One Shots de Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora