—Oye, ¿esa es mi camisa? —Niall cuestionó en el momento en que entraste a la habitación. Tenías los ojos cansados por mirar la pantalla de la computadora demasiado tiempo mientras trabajabas en tu tarea.
Era una camisa de Fleetwood Mac desgastada y con un par de agujeros en ella; su color se había desvanecido a un gris oscuro por el uso y tenía manchas en algunos puntos por mezclarse con la pila de ropa equivocada algunas veces.
—Oh, sí. —encogiste tus hombros, dirigiendote al baño de la habitación. —¿Qué tiene? Es cómoda.
Él se rió, y sus ojos siguieron tu figura mientras te parabas frente al espejo del baño estirando los brazos para tomar el bote de máscara que tenías en el estante. Podías sentir su mirada sobre ti. Niall tenía una manía por hacer eso pero no te molestaba en lo absoluto.
—Toma una foto, amor. Te durará por mucho. —bromeaste, pasando la punta de tus dedos con la pasta verde sobre tu nariz.
—Oh, no me molestes. ¿Acaso un hombre no puede admirar a su novia vistiendo su camisa? —actúo rápido para responder, quitando al mismo tiempo las sábanas de sus piernas.
En cuestión de segundos sentiste sus brazos alrededor de tu cintura y el calor de su cuerpo detrás del tuyo. Niall comenzó a darte besos descuidados desde la parte posterior de tu oreja izquierda hasta tu cuello.
—Mi cara es literalmente verde, bebé. No es la imagen más atractiva para tener a mi novio mimándome en este momento. —reíste un poco, girando la cabeza para rozar sus labios apenas en un beso suave.
Él puso los ojos en blanco, gimiendo falsa exasperación. —Primero un hombre no puede mirar a su novia y ahora no puede mimarla porque tiene puesta una máscara de Shrek. Mujer, ¿qué es exactamente lo que quieres de mí?
—Nada, bebé. Me encanta burlarme de ti. —sonreíste. —Es un buen pasatiempo cuando se tiene un novio tan adorable como el mío, ya sabes.
Él sonrió, levantando un poco de la parte inferior de tu camisa, (o más bien de él), dibujando círculos con las yemas de sus dedos sobre tu piel. —Bueno, dime algo que no sepa, cariño. Todo mundo sabe que tu novio es el mejor, ¿no es así?
Colocaste el bote de la máscara de nuevo en el estante antes de darte la vuelta para rodearle el cuello con los brazos, poniéndote de puntillas para susurrarle al oído: —Eres pésimo en FIFA.
Su expresión pasó inmediatamente a una de incredulidad, negándose a estar de acuerdo con tu comentario sarcástico. —Oh, nena, será mejor que te retractes ahora. —encarnó una ceja. —¡Sabía que eras bromista, pero no que también eras muy buena mintiendo! —soltaste una carcajada ante su evidente molestia. —Juguemos un partido en este mismo momento solo para que te quede claro cuáles son mis habilidades en FIFA.
Sacudiste la cabeza, una sonrisa se dibujó en tus labios mientras pensabas en lo niño que podía ser a veces. —¿Qué? ¿No temes a que te vuelva a patear el trasero, amor?