En cualquier parte del mundo, siempre que sea contigo.

CAPITULO 40

Narra Vegetta.

Terminada la conferencia todos empezamos a levantarnos de nuestro lugares.

-Vamos a por Willy, antes de ir a probar los juegos, dijo Frank, a lo que Mangel y Rubius, estuvieron de acuerdo.

-Vienen con nosotros, preguntó Frank.

-Sí, respondí, antes que Luzu, quien volvió a mirarme con una diminuta sonrisa que ocultaba mi secreto, estando de acuerdo conmigo de inmediato.

La verdad era que necesitaba con urgencia saber que había pasado con Willy, necesitaba verlo con mis propios ojos y saber que estaba bien.

Llegamos hasta la habitación que compartían Willy y Alexby, quien abrió la puerta de manera sigilosa, y al ver que Willy, estaba despierto entramos, y ahí estaba sano y salvo, acostado sobre su cama, suspiré de alivio, luego me miró y le sonreí, pero no devolvió mi sonrisa en lugar de eso me miró de forma seria y gélida, apartando su mirada, pero que rayos, pensé, estará molesto por vernos a Luzu y a mí aquí, por invadir su espacio.

De pronto Frank y Rubius se tiraron sobre su cama a darle de almohadazos y él los detuvo diciéndoles que aun le dolía la cabeza, ahí obtuve mi repuesta, no estaba molesto por nuestra presencia, al menos eso preferí creer y también por eso no había asistido a la conferencia, al verlo acostado sobre su cama desee ser yo el que estuviera ahí con él, y no Rubius y Frank, quería mimarlo y darle besos por toda su carita, consentirlo para que se sintiera mejor, pero tendría que conformarme con solo verlo. 

Salimos de la habitación con rumbo a los juegos, de repente para mí sorpresa y agrado Willy se acercó a mí y me saludó, correspondí feliz y sonriente, y esta vez sí me sonrió, aunque se notaba en su rostro que se sentía mal.

-Has bebido algo para el dolor de cabeza, le pregunté.

-No, nada.

-Tengo pastillas para eso, antes de salir de Madrid mi madre me las dio por si acaso las llegaba a necesitar, si hubiese sabido te las hubiera traído... si quieres podemos desviarnos un poco y pasar por ellas a mi habitación antes de ir a por los juegos.

-Sí, esta bien, te lo agradecería mucho, vamos.

-Oigan chavales! Willy y yo iremos a mi habitación a por unas pastillas para su dolor de cabeza, si prefieren pueden adelantarse y los veremos en la sala de juegos.

Pude notar una leve sonrisa en Rubius y Mangel, quienes voltearon a mirarse, obviamente algo pasó por sus mentes, y la verdad no me molestó ni importó para nada que pensaran que ocurría algo entre Willy y yo, porque en realidad eso me gustaba.

-De acuerdo nos veremos allá vamos chicos, dijo mi buen amigo Luzu.

Llegamos a mi habitación, y yo estaba nervioso, torpemente abrí la puerta y entramos.

-Puedes sentarte donde gustes, mientras busco las pastillas.

-Gracias, respondió, sentándose de inmediato en una esquina de mi cama.

No pude evitar tener pecaminosos pensamientos, tranquilizate Samuel, busca las pastillas y agua para Willy, que solo vinieron a eso, me reproché, pero es que, estar solos en la misma habitación era emocionante.

-Hace calor o solo soy yo, dijo Willy.

-Sí hace calor, respondí.

Pero mi calor no era por el clima obviamente, un par de minutos después había encontrado las pastillas, pero desee haber tardado más para demorar nuestra estancia en la habitación, que estoy diciendo, otra vez me reproché, tienes que darle las pastillas de inmediato que el chaval se siente ma.

-Las encontré, le dije, agarré una botella con agua y se las ofrecí.

-Muchas gracias, expresó en una leve sonrisa, abrió la botella y el sobre de pastillas y se la bebió, puso la botella a un lado, cerró los ojos y frotó su frente con ambas manos.

-Tío, en verdad, que me encuentro mal, expresó adolorido.

-Podemos quedarnos cuanto gustes, mientras te hace efecto el medicamento.

-No te molesta, preguntó, porque te estas perdiendo de probar los juegos.

-No tío, para nada, lo más importante para mí es que te sientas mejor.

Sí, así tal cual se me había escapado el "para mí", Willy abrió los ojos en sorpresa, y volteó a mirarme sonriendo.

-Para ti, preguntó.

-Sí, por supuesto, los amigos se preocupan por el bienestar entre ellos, respondí lo más calmado que pude, aunque mi corazón latía a mil por hora, por estar juntos en la misma habitación y por su pregunta.

-Te lo agradezco mucho, has hecho más que cualquiera de mis otros amigos que tienen años de conocerme

-Es un placer!, voy a encender el aire acondicionado mientras estamos aquí para que baje el calor.

-Gracias, respondió sonriente.

Y ahí nos encontrábamos solo Willy y yo en mi habitación.