Capítulo 88

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Narra Kiara

Estaba un sofá sola, mientras Ila y Bill hablaban aún sentados en la mesa. Percy estaba a un lado de Ila, abrazándola por la cintura, como si temiera que se escapara. Karen, quien seguía allí, se sentó a mi lado.

-Kiara, yo... No se como empezar...-dijo- ¿Sabes? Estoy intentando reconciliarme con vosotras, aunque ya lo haya conseguido con Amy y Julia. No espero que me perdones así como así, pero espero que entiendas que esto es un gran esfuerzo por mi parte, y que al menos me dirijas la palabra, aunque sigas siendo tan hostil como siempre...-¿me estaba pidiendo perdón?- Quiero que sepas que lo siento mucho... Por todos estos años...-me miró- Me pareció buena idea hacerlo ahora, ya que a partir de ahora nos veríamos más que en Hogwarts...-yo seguía callada- Entiendo tu comportamiento. No es fácil tener esta conversación ni para ti ni para mí, ¿sabes?...

-¿Karen?-la llamé- Sabes que siempre estuviste perdonada, aunque nunca entendí por qué me tratabas de esta forma... Eres mi hermana, aunque te equivocaste muchas veces. Pero ya sabes lo que se dice, de los errores se aprende-sonreí- Pero repito, eres mi hermana-la abracé, a lo que ella correspondió.

A los segundos, noté que Karen había empezado a llorar. La abracé más fuerte aún, intentando darle a entender que estaba bien, que no había por qué llorar. Nos pasamos horas hablando, hasta que Julia y Amy se nos unieron. Sin querer, volteé mi cabeza hacia la dirección de Ila, quien nos miraba con algo de desprecio desde la cocina. Llegó la noche y Karen y Amy se fueron a sus casas, mientras los demás cenábamos.

Narra Karen

Me aparecí en la puerta de casa. Entré dentro, y lo primero que encontré fueron mortífagos. Y la casa desordenada, creo que también he de mencionarlo.

-Karen Black...-dijo una de ellas, quitándose la máscara.

-Bellatrix-susurré, con estupefacción. Miré a otro - Greyback...

Poco a poco, todos se quitaron las máscaras. Los conocía a todos.

-¿Cómo está tu tía, querida?-me preguntó el hombre lobo, burlonamente.

-Pues en perfecto estado, ¿sabes, cabeza hueca?-le dije- ¿Qué hacéis en mi casa?-pregunté, cogiendo mi varita.

-Pues, es fácil, querida prima-me dijo Bellatrix- Te debes de unir a nosotros, si quieres salir bien parada.

-En cuanto nos enteramos de que te despidieron, vinimos aquí-dijo Avery, otro mortífago- Fue una pena que tus hijos y esposo no estuvieran aquí.

-¿Y qué gano yo uniéndome a vosotros, una pandilla de ratas de cloaca sin sitio?-pregunté, sacando mi varita y apoyando su punta en mi hombro.

-Pues, muy fácil-rió Xaxley.

-El resto de tu familia estará bien-empezó Bellatrix- Tus hijos... Tu marido... Tus cuñados... Tus hermanas... Nos les tocaremos ni un pelo... Si te unes a nosotros.

Mi cerebro empezó a trabajar a toda máquina. Si no me unía a ellos, seguramente todas esas personas a las que quiero podrían morir. Se me ocurrió algo, aunque no era muy inteligente. Si me unía a ellos, había posibilidad de que me metieran en Azkaban. Pero... No, no podía hacer eso, ya que me condenarían hasta el día de mi muerte. Rechazado. ¿Y ahora que hago? No, cerebro, no puedes pensar en eso... ¿Unirme a ellos? ¿Es lo que debería hacer? ¿Qué haría mamá si estuviera aquí? Mamá... ¡Ya sé! ¿Y si no era yo la que se unía a ellos, sino...? Sí, haría eso.

-Vale. Ya sé que hacer. No me uniré a vosotros, ¡pero!-grité antes de que hicieran nada- Tengo una amiga que sí puede unirse...

-¿Quién?-preguntó Rookwood.

-Tengo un buen presentimiento-rió Bellatrix.

Dejé que el odio me invadiera, pero no por completo, haciendo salir a Deneb, pero haciendo que yo fuera consciente de lo que hacía.

-Entonces... ¿Se unirá a nosotros?-preguntó Greyback.

Deneb les contó la historia, y que ella estaría dispuesta a unirse a ellos, siempre y cuando tanto yo como mi familia estuvieran bien. Fueron hacia la mansión Malfoy. Realmente, no me gustaba esa casa, aunque dejara a los niños allí casi todos los días. Deneb siguió a los mortífagos, para acabar siendo uno de ellos. ¿En qué diablos estaría pensando? Cuando Deneb se apoderaba de mí, era como que yo no estaba ahí del todo. A no ser que ella saliera del todo. Entonces es como que mi alma estaba al lado de mi cuerpo, pero con otro espíritu. Era raro eso, pero ya me había acostumbrado. Había una mesa, en la que se encontraban un montón de mortífagos. En la silla principal, de espaldas a Deneb, se encontraba alguien a quién no quería ver.

-Mi señor, la hemos encontrado, pero ha dado la vuelta a las cartas-dijo el hombre lobo.

-¿A qué te refieres, Greyback?-preguntó, algo furioso.

-Karen Black no se a unido a nosotros de la manera que usted quería, señor-dijo Bellatrix- Sino de una mejor.

Voldemort se levantó y miró a Deneb.

-Ella es mucho más poderosa, mi señor-dijo Lucius Malfoy, con los ojos brillantes- Ella sola podría matar a todos los ahora presentes... Y a todos los miembros del Ministerio en un arrebato de furia...-se levantó para ponerse al lado de Voldemort- Mi señor, ante usted, tiene una arma de matar que solo existe una vez en la vida...

-Pero ella no es Karen Black, esta es otra-replicó enfurecido el diablo- ¡Habéis mentido!

-¡No! ¡Mi señor, prometo que no mentimos!-gritó Xaxley.

-Demuéstraselo, prima-dijo Bellatrix a Deneb, con terror en sus ojos.

-No creo que sea buena idea que Karen esté aquí en su forma. Al fin y al cabo, ya por si sola es poderosa, y aurora-dijo Narcissa, que estaba en la puerta.

-¿Cómo dices?-preguntó Lucius a su esposa.

-Karen podría matarnos a todos si quisiera, y luego llevar nuestras cabezas al Ministerio-repitió- Es aurora, y de las mejores.

-Tiene razón, es mejor que Deneb se quede como está-concordó Lucius.

Me fui sumergiendo en mi cuerpo poco a poco, haciendo que volviera a mi forma normal.

-Narcissa, le tengo aprecio a mi familia. No llevaré cabezas al Ministerio... De momento...-dije.

Después de una "animada" conversación, me aparecí en casa. Ésta estaba limpia y los niños jugaban mientras Gacrux los miraba.

-Cariño-le susurré. Él me miró- Tenemos que hablar...

Fuimos hasta la habitación dejando los niños solos abajo. Sé que no les pasaría nada, ya que Lyra podía usar sus poderes, y atinaba muy bien. Nos sentamos en la cama y tomé aire para decírselo todo.

Fred y George y las hermanas BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora