Capítulo 8: El Rey del Río.

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Recuerdo haber abierto los ojos un par de veces antes de recobrar la conciencia. Ya no hacía frío, si no que se sentía un clima húmedo, extraño.

Traté de aclarar más mi vista, no estaban ni Braum ni Ashe ni el Rey Bárbaro. Yo estaba solo y en una carroza, según vi.

Todo mi equipaje estaba en su lugar, la herida que me provocó el oso seguía casi fresca, salvo que ya no me dolía tanto.

La carroza se detuvo. Alguien caminaba hacia donde yo estaba. Una chica abrió las persianas y me miró con sorpresa.

-Braum me pidió que te entregara esto en cuanto estuvieras consciente- hizo una pequeña pausa- estamos en el río serpentino. Ya estamos a nada de llegar a Demacia- extendió un trozo de papel hacia mí.

La carta iba así:

Ezreal, lamento ya no poder acompañarte en tu viaje, Ashe y Tryndamere necesitan toda la ayuda posible para volver a alzar al pueblo. Te hemos vendado y cuidado esa herida, tendrás algo de comida en tu equipaje, es carne seca. No queremos que vayas apestando a comida podrida eh. Estás en una caravana que pasa a veces a nuestra aldea por suministros y a comprar objetos. Les pedí cortésmente que te llevaran a Demacia, ellos me deben algunos favores.
Ten cuidado allá afuera, dicen que un demonio habita en los ríos. O eso es lo que escuché alguna vez en Aguasturbias.
Suerte amiguito.
-Braum.

A Braum le encanta contarme cosas de monstruos y fantasmas y después estar como si nada.

La caravana se detuvo y nos quedamos cerca del río, todo estaba tranquilo. Era una familia de comerciantes bastante amigable y me enseñaron alguna que otra técnica de regateo.

La comida, muy deliciosa, quizá porque no había comido nada desde el evento en Fréljord. La herida seguía recuperándose, pero seguía doliéndome.

De repente, escuchamos un ruido, seguido el caballo de la carroza cayó muerto. Había una flecha en él.

Varios bandidos salieron de los árboles, desenfundaron sus armas, creían que estábamos indefensos, pero yo tengo mi magia...

La batalla no duró más que unos minutos, los logré herir, pero no lo suficiente. La familia y yo nos separamos, no sabía si seguían vivos o no. En ese momento eso no me importaba en lo más mínimo.

Se escuchaba que me perseguían. Se escuchaban gritos y muchas flechas iban hacia mí, la teletransportación arcana es bastante cansada y pronto me quedé sin energía.

Conseguí despistarlos un momento, en ese pequeño lapso de tranquilidad escuché un canto que me atrajo, más que nada por mi curiosidad.

El canto venía del río. Venía de un hombre de aspecto muy galante, portando un hermoso abrigo y un pequeño sombrero, él estaba sentado a orillas del cuerpo de agua.

Volteó a verme.

-Muchacho, el mundo es un río y yo soy su rey. Puedo notar que estás en grandes apuros, yo te ofrezco una solución.-

-¿Quién eres?- Sí, fue lo único que dije en tal situación.

-Me conocen en muchas partes como Dos Abrigos, aunque también soy llamado Tahm Kench.- dijo el hombre mientras se quitaba el sombrero.

-¿Y cómo es que puedes ayudarme?- pregunté.

-Yo te puedo llevar a donde tu corazón quiere ir. Sé que en una vida de aventura estás pensando. Tienes hambre de ella.- Hizo una pausa.- Y yo te puedo dar esa vida, por un precio muy justo.-

La voz del hombre era cautivante y convicente, pero algo en él me hacía sentir inquieto.

-¿Y qué pides a cambio?- le dije.

-Verás, padezco de un hambre muy fuerte, no se puede saciar. Por ello en los banquetes nunca me dejan estar. ¿Serías tan amable de abrir tus puertas a este pobre hombre cuando tengas comida?- Sus ojos se tornaban amarillos y tenían un gran aire de malicia.

-No creo poder nunca tener un banquete al cual invitarte Dos Abrigos, me temo que rechazaré tu oferta- Le dije un poco apenado, por no poder ofrecerle una gran comida y por no tener esa vida que él prometía.

-Es de entender mi estimado caballero que no tiene idea de lo que está por perder. Vamos, yo le puedo otorgar todo lo que desee...- Sus ojos se estaban tornando como los de un reptil. Y su voz se escuchaba cada vez más enojada.

-Lo siento Dos Abrigos, ha sido un gusto, pero me están siguiendo y no puedo permanecer mucho tiempo aquí.- Le dije mientras retrocedía.

-¡Te puedo ofrecer una salida! Te llevaré demasiado lejos. Quieres llegar a Demacia, yo te puedo dejar ahí...- Su mirada era completamente malvada, esbozó una sonrisa que mostró unos terribles dientes.

-Lo siento, prefiero que estos bandidos me hagan daño primero...-

-En ese caso... ¡ESTE ES MI RÍO SABANDIJA!- Tahm Kench se convirtió de un hombre galante a una criatura de un gran tamaño, parecía un pez gigante con una enorme boca. El abrigo y el sombrero no los perdió.

Los bandidos me encontraron, y después vieron al demonio del río. Se encontraban igual de aterrados que yo.

Lanzó su lengua hacia mí, logré agacharme, la lengua se pegó a un bandido y lo jaló directo hasta su boca. Se oían como crujían sus huesos y los alaridos que el hombre soltaba.

-El sabor del miedo es algo que me deleita caballero, espero lograr saber qué increíbles sabores puedo probar de usted.- Sonrió con sus dientes llenos de carne y sangre.

Los bandidos intentaron vengar a su compañero, al menos los más valientes, porque los demás habían huido.

Todos fueron devorados. El río adquirió un leve color rojo.

-Usted de manera inconsciente ha logrado hacerme sentir satisfecho. No me había sentido así desde que irrumpí en el banquete que sirvió un tahúr al que ayudé hace mucho. El miedo y la maldad de las personas son algo que abre mi apetito...-

Fue lo último que dijo mientras se sumergía en el río. Sus ojos fueron lo último que desapareció en el agua. Su mirada me indicó que no sería la única vez que nos veríamos.

Creo que tardaré en querer bañarme a las orillas de un río.

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Perdón por ya no publicar el capítulo ayer. Pero tenía flojera de escribir xd
Espero les haya gustado.
Estoy pensando en escribir la segunda parte de Ezreal y Las Guardianas Estelares. (Aún sigo pensando que está genial esa trama).
Buenas noches :)

Los viajes de EzrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora