Capítulo 44: Fugitivos

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Caminamos durante varias horas, soportando nuestro hedor a cloaca noxiana, apenas y soportábamos estar cerca el uno del otro. El sol comenzaba a salir, comenzamos a apresurar el paso, sabíamos que el calor no iba a hacer más que empeorar nuestra situación.


-¿Por qué todo mundo te desea muerto?- Me preguntó Katarina.

-Es parte de viajar conmigo, normalmente mis acompañantes suelen morir, pero últimamente todos han salido vivos.  A ti te gusta apuntarme con cuchillos, a otras personas les gusta convertirse en arañas asesinas o intentan robarse mi sangre con artes realmente antiguas, No creo tener una respuesta a tu pregunta.-

-Si estar contigo implica que tenga que apestar a esto, que la élite noxiana y los grupos ocultos se metan en mi casa y traten de matarme, te mataría sin pensarlo. Además de que por tu culpa Garen hizo todo esto... Sólo traes problemas.-

-No sé cómo tomar esto, siempre me dicen esto cada que viajan conmigo. Puede que tengas razón, traigo problemas pero siempre encuentro una solución: Yo.- Me señalé y sonreí, orgulloso.

-Si es así, la solución huele a mierda.- Katarina rió.

-En cuanto lleguemos a alguna aldea cercana podremos bañarnos y lavar toda nuestra ropa. La solución olerá a jabón en unas horas.- Reí junto con ella, no pensaba que Katarina fuera de esas personas que se ríen, es tan distinta a Talon, no vi siquiera que pestañeara al estar con Swain.

Pasaron más horas y llegamos por fin a una aldea antes de llegar a ella tuvimos que pasar por una Noxtoraa, una enorme puerta que sólo reafirma a los viajeros que Noxus está al mando. Apestábamos demasiado por culpa del sol, los guardias apenas nos dirigieron la mirada, aunque quizá lo que hacían era apartar su nariz de nosotros.

-Fue fácil, no tuvimos que degollar a nadie para poder pasar por aquí.- Sonrió Katarina mientras ocultaba una de sus muchas dagas.

-Supongo que apestar por fin nos sirvió de algo.- Una vez estando en la aldea busqué una posada.- ¡Mira! Ahí podremos comer algo y pedir un baño con agua caliente.- Mis ánimos comenzaban a elevarse de nuevo. Entramos a la posada, era bastante grande y las personas comían a gusto hasta que llegamos nosotros.

Desafortunadamente la posadera, una mujer algo pequeña de cabello naranja y ojos muy verdes, no nos quería atender debido a nuestra apariencia.  Todos los parroquianos también nos veían con disgusto.

-No hagan que llame a los guardias, están incomodando a mis clientes.-Habló la posadera (que no debía tener más edad que yo) en un noxiano muy duro.

-Creo que no estás viendo con quién estás hablando.- La miré fijamente a los ojos.

-Estoy hablando con un paria que no debería siquiera verme.-La mujer parecía estar buscando una espada en su cintura.

Solté una bolsa con monedas de oro, todos nos vieron sorprendidos.

-Verás, con la tormenta de ayer mi guardaespaldas y yo tuvimos problemas y nos perdimos. Soy un noble y exijo que se me trate como tal. ¿O acaso querrás que le presente a los guardias mi sello y pedirles que te encierren en el Bastión? Mientras tanto podría también quemar tu maldita posada.- Creo que mi actuación fue un poquito exagerada. La posadera estaba con los ojos completamente abiertos.-Esto debería bastar para que consigas dónde lavar nuestra ropa y nos consigas un baño caliente, ¿no crees?- Sonreí.

La chica sólo consiguió asentir, estaba demasiado asustada ante mi actitud, me sentí culpable al tener que recurrir a aquella actuación.

Nos guió a un cuarto con dos bañeras.

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