Capítulo 3: En el Pantano

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Después del beso con Caitlyn, me han encomendado a viajar muy lejos, debo llevar un paquete a Demacia, no hay mucho camino, debo pasar por Freljord para ir bajando hacia Demacia, no conozco tierras de fuera de Piltóver, tengo que dejar la academia de magia para hacer este viaje.

No me molesta la idea de abandonar al colegio de magia, sus clases me aburren y yo sé más de hechizos que mis profesores...

Bueno, deberé contarle a mi amiga que me voy...

No lo ha tomado tan bien:

-Pensé que podríamos ser algo más, que por fin podría tenerte a mi lado

yo le contesté:

-Caitlyn, te quiero, pero tú y yo somos muy diferentes, tú naciste para quedarte en Piltóver, mi destino está en toda Valoran, no puedo quedarme quieto.

-y eso es lo que me gusta, tener la sensación de tenerte atrapado, sentir que ya me perteneces y ver cómo te vas, y no poder hacer nada para atraparte, ni disparándote podría detenerte.

-Aunque se escucha un poco aterrador lo último, tú tienes razón, lo de anoche fue una gran sorpresa, pero sólo pudo pasar ayer, desde ahora tardaremos en vernos y quizá no nos reconozcamos la próxima vez.

Cuando dije esto, Caitlyn empezó a llorar, no podía juzgarla, pero no comprendía los sentimientos de mi amiga, no podía verla como algo más, y aunque ella fuera más que una amiga para mí, no perdería la oportunidad de explorar, porque las oportunidades y la vida se escapan de la manera menos esperada.

No sé cómo será Fréljord, dicen que antaño fue una región extraordinaria y ahora no es más que una inhóspita región habitada por tribus guerreras, estoy excitado porque mañana parto, abandonaré mi hogar y comenzará mi aventura.

Día 1:

He salido de Piltóver, los terrenos aledaños los conozco bien, son zonas pantanosas de donde obtenemos la energía para nuestra electricidad. Claro está que los pantanos son muy peligrosos por las arenas movedizas, las criaturas ponzoñosas y los depredadores. Nada aquí es seguro.

Ya está atardeciendo y no puedo ver ya mi ciudad natal, estoy muy adentrado en el pantano, hace un calor de los mil demonios, algunos insectos han tratado de picarme, no, no son pequeños, tienen el tamaño de mi cabeza. Era una especie de mosquito, tenía seis alas y diez patas, se escuchaba su zumbido a metros de distancia, su aguja medía el brazo de un niño y sus ojos eran del tamaño de manzanas. Se ecercó zumbando rápidamente hacia mí, lo logré sostener de dos de sus peludas patas para evitar que su aguja me picara mi ojo izquierdo, se veía más que repugnante su apariencia.

Logré arrojarlo lejos, no cayó, seguía flotando y esta vez se veía muy irritado, quería quitarme hasta la última gota de sangre. Lancé un machete hacia el "mosquito" pero éste lo esquivo muy rápido, volvió a lanzarse hacia mi con una velocidad extraordinaria, logré agacharme y el insecto quedó atorado en un tronco, fui rápidamente por mi machete.

Cuando lo tuve de nuevo en mis manos, el insecto ya estaba libre y dispuesto de nuevo a quitarme la vida, recordé que era muy rápido, por lo que decidí invocar un hechizo con una mano y lanzar mi machete con la otra, así cuando el mosquito esquivara un objeto, no podría evitar el siguiente.

Y eso mismo pasó, lancé mi machete que fue esquivado rápidamente y casi milisegundos después mi hechizo impactó irremediablemente en la cabeza del animal, haciéndola estallar. Su cuerpo aún moviéndose en el suelo despedía un olor a carne chamuscada, decidí comprobar si era comestible.

Y vaya que sí lo es, me di un gran banquete con su carne, no se ve muy apetitoso a la vista, con su exterior peludo y sus alas transparentes, pero por dentro tiene un sabor a cangrejo.

Ya es de noche, según mi intuición estoy aún lejos de Fréljord, debo cruzar los Montes Apuntados, que se ven ligeramente, pronto llegaré a las faldas de los montes. Pero por el momento debo encontrar refugio.

Lo he encontrado, un árbol hueco, parece seguro para evitar a los insectos voladores, pero ¿y los rastreros? será mejor que encienda una hoguera y me refugie en el tronco.

Por ahora eso es todo, buenas noches.



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