Capítulo 9: ¡Demacia!

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Por un milagro de la vida, o quizá de Tahm Kench, la familia que perdí en el río estaba ilesa, sólo habían perdido unas pocas de cosas.

Decidieron llevarme con ellos, el viaje fue más amenos pues encontramos más caravanas y nos volvimos una mega caravana. Además de que las historias que estuvimos contando fueron lo que aderezaron el camino e hicieron que el tiempo volara.

Conté la historia que Braum me contó sobre ese espíritu de las islas de las sombras y todos quedaron asombrados, le debo una al bigote.

Y en menos días de los previstos, estábamos a entradas de Demacia, sus entradas estaban siendo siempre vigiladas por el Coloso.

-Demacia ha ganado tantas guerras con Galio, él sólo despierta cuando la magia es intensa y no importa si sea bueno o malo, él lo va a aplastar- Escuché que se lo dijo uno de los ancianos de la caravana a un niño.

Demacia es muy majestuosa, sus murallas son igual de imponentes que su ejército y el Coloso que resguarda la ciudad.

Abrí mi mochila y vi el paquete:

Entregar a la familia Crownguard en cuanto antes. El portador de este paquete es un miembro de alto rango en Piltóver.

Vaya, yo era un alto mando como la familia de Caitlyn y no estaba para nada enterado.

Debajo del sobre venía la dirección. Le di las gracias a la caravana que me llevó. Ellos se despidieron alegremente de mí y se dirijieron al mercado de Demacia.

Continué caminando un muy buen rato. Demacia sí que es como la pintan.

Por fin encontré la gran mansión Crownguard. Unos guardias me bloquearon el paso y leyeron el paquete. Se vieron entre ellos, luego a mí, y ne dejaron pasar.

¿Les sorprende que yo haya llegado hasta Demacia casi a pie? Pff, eso no es nada.

Toqué la puerta de la gran mansión, tardaron muy poco en abrir. Una chica de cabello rubio y bastante hermosa me atendió, por su ropa deduje que era parte de la familia Crownguard. Le mostré el envío y me dejó pasar.

Me encaminó con sus padres. Y en lo que menos lo esperaba ya estaba hablando con una de las familias aristócratas más influyentes de Demacia. Abrieron el paquete y leyeron lo que adentro venía. Mientras ellos leían yo voteé a ver hacia el pasillo. Y me di cuenta de algo.

Ella también me veía como yo la veía: a escondidas.

-Usted se llama Ezreal, ¿cierto?- preguntó la señora.

-Así es, si es de su agrado puede llamarme Ez- le contesté lo más formal que pude.

-Creo que con llamarte Ezreal nos es suficiente- Sentenció su esposo.

-Ezreal, ¿cómo llegaste a Demacia desde Piltóver?- preguntó la señora Crownguard.

-Caminé. Si tardé algo más de lo debido fue porque se me presentaron algunos contratiempos.- Dije mientras pensaba en todo lo que pasé hasta llegar a Demacia.

-¿Atravezaste Fréljord?- Preguntó el señor.

Contesté mostrándoles los mapas que hice, a pesar de todo el ajetreo estaban casi intactos.

Ambos se vieron sorprendidos con mis mapas. Me pidieron que se los vendiera, para así poder planear más rutas comerciales con algunas aldeas de Fréljord y con Piltóver.

Lo único que pedí a cambio fue su permiso para hablarle a aquella chica de cabello rubio que me veía de reojo desde el cuarto de al lado.

-¡¿Quieres permiso para hablarle a nuestra hija Luxana?!- exclamó el padre.

-Querido, vino desde Piltóver, trazó mapas y cuidó muy bien del paquete. No te está pidiendo su mano, como otros descarados, si no ¡sólo poder hablarle! Vaya joven tan más extraño. Le concedo su deseo a cambio de sus mapas joven Ezreal.- contestó la madre.

-Sólo falta que le des hospedaje a este muchacho- Replicó su marido.

-Precisamente eso le iba a ofrecer, gracias por recordármelo.- Contestó.

El señor Crownguard ya no discutió, me despidieron y mostraron mis aposentos. La verdad no viven para nada mal.

Después me dirigí hacia donde se encontraba Luxana, en la biblioteca. Entré silenciosamente, quería tener un poco de factor sorpresa. Apenas abrí la puerta vi que de sus manos salía un resplandor muy fuerte, ella era luz. La puerta rechinó y Luxana volteó. Al saberse descubierta eliminó la luz de sus manos y fingió que nada pasaba.

-¿También haces magia?- dije mientras entraba a la biblioteca.

-¡N... No es cierto! Es para mi familia una enfermedad, para los demacianos. En Demacia la magia es algo aborrecible.- Dijo Luxana algo agitada.

-Entonces lo que vi son ilusiones. Puedo decirte que no es nada aborrecible lo que haces, es hermoso en verdad, tan hermoso como...- No sabía cómo finalizar la palabra, seguía sorprendido por ver su magia.

-¿Cómo qué?- Dijo Luxana con mucha curiosidad.

-Como tú.- La señorita Crownguard se ruborizó y me miró entre agradecida y ofendida.

-¡Ezreal usted es demasiado atrevido!-

-Así que escuchó mi nombre señorita Crownguard, usted puede llamarme Ez.- Olvidaba que estaba siendo muy informal con la hija de unos aristócratas.

-Bueno, Ez, me provocaste bastante interés. Alguien como tú viajando por Valoran y conociendo tanto... además de ser apuesto, se ve que te gusta la aventura.- Hizo una pausa.- Puedes llamarme Lux, no seas tan formal.-

Alguien abrió la puerta con violencia.

-¡Luxana Crownguard! ¿¡Quién es este hombre!? ¡¿Qué hacen aquí solos?!- Decía mientras desenvainaba su gran espada y se acercaba con rápidez hacia mí.

-¡Garen! ¡No es lo que tú crees!- Le gritó Lux.

Los viajes de EzrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora