Capítulo 62: Kenethet

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La mañana fue demasiado húmeda, el suelo, que era fango en su totalidad atrapaba mis botas y me provocaba un andar lento y cansado. "Están completamente arruinadas", me dije mientras suspiraba fuertemente. Visitamos las pocas tiendas que había en la aldea, necesitábamos suministros pronto.

Temía que los exploradores nos encontraran de camino, cruzar por el Sai Kahleek era un suicidio para Kai'Sa y para mí, pero para ellos, con sus transportes y armas era en realidad un muy buen atajo para llegar a Bel'Zhun y atraparnos en algún callejón antes de llegar a los puertos. O eso maquinó mi cabeza.

Compré un atuendo para Kai'Sa, teníamos que hacer que ella pasara lo más desapercibida posible. Que me vieran con la chica que regresó del vacío iba a ocasionar mucho alboroto y miedo allá en Bel'Zhun, que es territorio noxiano. Por lo demás, teníamos ropa más apropiada para un viaje por el Gran Sai.

-Hemos conseguido todo lo que necesitamos.- Dijo Ka'Sa con tono serio. Le molestaba tener esa ropa encima.

-Supongo entonces que nos despediremos de la jungla y sus lluvias.- De alguna manera, observar el hermoso ecosistema en el que estábamos y la división tan notoria entre éste y el Gran Desierto de Shurima me asombraba.- Será un viaje de dos días.-

-Dos días sin tener que escuchar esos malditos truenos. Perfecto.- Respondió Kai'Sa y comenzó a caminar.

-No sabes a dónde vas, por más experimentada en supervivencia en otros planos o recuerdos que tengas sobre tu vida en el desierto, morirás si no sabes dirigirte.- Me coloqué a su lado.- Nada de ir al frente, necesitas de mis mapas y mi guía.- Le guiñé el ojo.

Kai'Sa torció los ojos y continuó la caminata a mi lado. Con suerte y con la hora a la que empezamos el viaje podríamos llegar a la mitad del desierto y llegar a la aldea de Kenethet, más que una aldea es un punto de descanso para los comerciantes shurimanos, o de contrabando con carroñeros si sabes dónde meterte.

 Puede que no sea tan impactante y lujoso como Zirima, pero cumple con su propósito: Reponer a los cansados comerciantes de su viaje.

Debo admitir que esta vez presté más atención al entorno de Shurima, la última vez me distraje mucho observando a una hermosa chica rubia y no hice demasiadas notas. La arena era completamente blanca y parecía que el camino que estábamos recorriendo era la nada misma, de no ser por los contornos que formaban las dunas, podías fácilmente pensar que estabas en un lugar completamente plano, donde sólo podías apreciar lo blanco del suelo fusionarse con el azul del cielo en el horizonte.

Y por cierto, para nuestra incomodidad el cielo estaba completamente despejado, no había ni una sola nube que proyectara sombra sobre nuestras cabezas. La ropa shurimana, por más holgada y fresca que luzca no te hace inmune al calor del desierto, sólo lo hace más soportable.

Kai'Sa se mostraba bastante cómoda.

-¿No tienes calor? Digo, tienes una armadura debajo de toda esa ropa.- Observé, Kai'Sa me miraba, extrañada.

-Mi armadura regula su temperatura, no hay manera de que el calor me moleste  del todo, el problema es el sol, siento cómo quema.- Respondió.

-Qué suerte la tuya.- Dije mientras me limpiaba el sudor de la frente, noté mi voz muy seca, mis labios estaban pidiéndome agua.

Bebí un poco y me sentí mejor. No podíamos detenernos a pesar de que el cuerpo lo pidiera, si perdíamos el ritmo podríamos tardar más tiempo o incluso desplomarnos.

Llegada la media noche podíamos observar el bullicio de Kenethet, había varias surcarenas de carroñeros estacionadas al rededor de la aldea, además de varias caravanas custodiadas por corpulentos guardias.

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