Cuento corto.

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Thomas era un chico más bien serio, con una muy bonita sonrisa, pero serio. Simpático y agradable, pero igualmente serio. Y las personas a su alrededor así lo querían, no intentaban cambiarlo, simplemente les daba igual y lo aceptaban tal cual. Entonces, llegó Dylan con sus bromas y sus continuas sonrisas y ese magnetismo innato que atrapó a Thomas dentro de su órbita. Y no es que se lo propusiera, más bien era como un instinto, pero Dylan nunca dejó solo al serio Thomas y le arrancó más risas que nadie en sus 27 años de vida.

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Sí, esas manos son de Dylan. Inconfundibles.

 Inconfundibles

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Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora