Ciclo de canciones I

976 73 79
                                    

(Los mejores años de nuestra vida, 

las mejores lunas sabor a miel.

Tus manos traviesas nunca se olvidan.

Tu boca impaciente sobre mi piel).

Tiene un mal presentimiento desde hace un par de días, algo va mal. El sexto sentido que ha desarrollado desde que se separaron estaba totalmente disparado.

Está sentado en el sillón del enorme salón, la televisión encendida desde hace bastante rato, pero Newt no presta atención a lo que están echando. Mira distraído algún lugar en la pantalla, pensando. Por ello, pega un pequeño brinco cuando el timbre de su casa resuena por cada rincón. El joven se pone en pie de un salto y va hasta la puerta.

A cada paso que da el presentimiento se hace cada vez mayor, la ansiedad comienza a ahogarlo.

Mira por la rendija de la puerta, y el corazón se le para de golpe. En menos de un segundo vuelve a latir con una fuerza abrumadora. Newt abre la puerta con rapidez.

- Suboficial Mayor - deja escapar como un lamento, había temido durante tres años aquella visita.

- Lo siento, Newt – nada más dejar escapar aquellas palabras de los labios marchitos por la vida, el joven rubio en la puerta se deshace en dolor.

El Suboficial Mayor acude hasta él y lo atrapa en brazos antes de que cayera al suelo.

- No puede ser, Alby. Esto no puede estar pasando.

- Traigo conmigo las cosas de Thomas – lo ayuda a levantar y lo lleva hasta el salón, donde Newt se sienta y apaga la televisión con rabia.- Quédate aquí un segundo, voy a buscarlas al coche – él sólo asiente.

Se acuesta sobre el sillón y mira fijamente al techo. Durante mucho tiempo creyó que se había preparado para el día que Alby tocara en su puerta, pero las lágrimas que caen de sus ojos le demuestran lo equivocado que estaba.

- ¿Recuerdas el día que Thomas se fue a la guerra? – le pregunta al hombre, cuando lo siente entrar de nuevo en el salón.

- Me hiciste prometer que nunca vendría a tu casa sin avisarte a no ser que...

- A no ser que llegase este día – termina Newt, por el rabillo del ojo ve como Alby asentía destrozado.- Y te pedí que fueras tú quien me avisara porque eres el mejor amigo de Thomas...

- Lo recuerdo.

El silencio se hace en el salón. Newt se incorpora de nuevo en el sillón, las lágrimas aún caen de sus ojos y un pequeño hipo le indica a Alby que comienza a ponerse nervioso.

- Pero esto no es todo – dijo.

- ¿Qué? – los ojos chocolate fulminan al militar.

- Thomas mandó sus cosas un día antes de que recibiéramos la noticia de su muerte.

- ¿Cómo? No, no, seguro que fue el jefe de la brigada quien las mandó.

- No, Newt, tu marido en persona le pidió al segundo jefe de brigada al cargo de la misión que enviara sus cosas para la base general.

- Pero eso es imposible, ¿por qué iba a hacerlo? – calla abruptamente.- ¡Él lo sabía, sabía que iba a morir, Alby, él lo sabía!

El hombre le hace una señal con la mano para que se calme, Newt se sienta de nuevo a regañadientes.

- La muerte de Thomas ha sido de lo más extraña. Eso es cierto, ya que la misión estaba por finalizar e iban ganando. Han muerto unas tres docenas más de soldados, por eso estamos haciendo una investigación especial. Ya que no nos concuerdan los resultados con el último informe que recibimos de Irak.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora