Elementos IV (dark)

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Escena LII

Newt siente que se le agotan las fuerzas cada vez que trata de moverse y el dolor atraviesa su cuerpo herido por la pelea. No sabe cuántos días han pasado desde que lo capturaron, pero  ha comido muy poco y apenas puede sentir la magia en su interior debido a la debilidad física que lo aqueja. Los últimos momentos antes de caer inconsciente no dejan de repetirse en su cabeza: la explosión que lo alejó de Gally, la pistola apuntando a la cabeza de su amigo, su rendición...

Por favor que esté vivo.

Vio caer a Gally antes de que lo dejaran inconsciente. Siente las lágrimas picar en los ojos y se muerde el labio con fuerza, notando casi al instante el sabor metálico de la sangre. Tanta magia elemental, tanta naturaleza, tanta mierda y no fue capaz de proteger a uno de sus mejores amigos. Suspira. Lamentarse no ayuda, la autocompasión en estos momentos es innecesaria. ¿Qué más puede hacer? No tiene las fuerzas necesarias para escapar. Ni siquiera para intentarlo.

Bienvenido a la prisión de tu querido Thomas.  

Los ojos color chocolate se mueven por la habitación. No es muy grande y puede resultar incluso un poco claustrofóbica: una cama, un escritorio, una estantería con libros y otra puerta que da a un baño aún más pequeño. No hay nada que indique que antes de él hubo alguien más allí, no hay nada que indique que Thomas pasó gran parte de su vida en ese lugar, pero el hombre llamado Jason dijo que esta fue su habitación y Newt puede sentir la magia de Thomas en todas partes. Ahora entiende lo mucho que le costó acceder a Thomas, derribar los muros que había alzado alrededor de su corazón y de su confianza, pelear contra los múltiples miedos del otro, espantar sus fantasmas... años, Thomas pasó en esa habitación tan pequeña años con la única compañía que su propia soledad, con solo su magia para mantenerlo cuerdo. 

Joder.

Las lágrimas se deslizan por las mejillas mientras hace el titánico esfuerzo de incorporarse, se agarra de la pared cuando el mareo lo sacude y delante de sus ojos ve fosfenos y negro. Chasquea la lengua, molesto. Cierra los ojos un momento hasta que deja de sentir vértigo. No recuerda haber estado nunca tan débil y no sabe qué hacer al respecto, pero ha estado tumbado desde que llegó y ya empieza a sentir el cuerpo entumecido. Cuando el mundo deja de dar vueltas a su alrededor se pone de pie y avanza hasta la estantería llena de libros. 

Su atención salta desde Historias de dos ciudades de Charles Dickens hasta Cumbres Borrascosas de Emily Brontë y quizás eso que haya al final sea una recopilación de las aventuras de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle. Bueno, los gustos literarios de Thomas explican muchas cosas. Sonríe con suavidad. Acaricia los lomos con los dedos, en ellos también siente la magia de Thomas. Coge una copia de El Principito de Antoine Saint-Exupéry que parece haber sido usada mucho y vuelve a dejarse caer sobre la cama.

Abraza el libro contra su pecho sintiendo lo que queda de Thomas, dejándose arropar por la magia que tanto de menos echa. Puede sentirlo, no tanto como está acostumbrado y eso lo vuelve nostálgico, pero puede sentirlo al lado de su corazón igual de tenue que aquel primer encuentro en el tren. Como si fuera un reinicio y todo lo vivido hasta el momento hubiera desaparecido. Supone que es la distancia, es la primera vez que están tanto tiempo separados y a tantos kilómetros. No quiere volver al principio, pero si fuera la única opción no dudaría al respecto. Volver a ganar la confianza del mago, volver a vivir todo... mientras pudiera estar con él, no le importaría porque Newt ha descubierto cosas, claro. Ha crecido rodeado de magia, rodeado de una familia llena de tradiciones y cultura así que Newt sabe. Sabe acerca de la compatibilidad de magias, sabe acerca de los vínculos que existen entre las personas que las poseen y sabe también que las probabilidades de encontrar a tu persona destinada es bastante baja, casi una leyenda. Y Newt ha estado posponiendo esa conversación con Thomas por miedo a estropear lo que tienen hasta que fuera inevitable, hasta que... hasta que llegara el día que Thomas dijera que le gusta alguien, que se siente atraído por alguna chica con la que la magia elemental no esté cómoda y entonces el rubio tenga que dar explicaciones incómodas. Igualmente ese momento podría ser el final de su amistad. Lo echa tanto de menos que la tristeza amenaza con desgarrarlo. Se promete que, si vuelve a verlo, si sale vivo de esta, se lo dirá: lo que siente, lo que hay entre ellos... todo.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora