Escena XII

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Es un día precioso para salir a correr: el sol reluce fuerte sobre El Claro, la leve brisa evita que su piel se queme y trata de mover su corto pelo sin conseguirlo porque Minho es tan fabuloso como para saber que ese es el tamaño ideal. Está seguro de que nada puede estropear su salida de hoy al laberinto cuando los ve mientras se coloca las protecciones, a Thomas y a Newt. Juntos, demasiado para su gusto.

Ese verducho está encaprichado de Newt desde casi el minuto 0 y su amigo no es que parezca disgustado con la situación... un momento, ¿por qué se están acercando más? ¿Qué? ¡No, no, no! Se acerca con rapidez haciendo gala de su título de líder de los corredores, y los separa antes de que los labios entren en contacto.

Thomas lo mira molesto al instante, los ojos de Newt se posan sobre su persona más bien con curiosidad. Ay, qué amigo más puro tiene, ¿cómo va a permitir que ese pingajo lo mancille?

- ¿Qué pasa, Minho? - es Newt quien habla con la inocencia pintando cada palabra.

- Contigo nada - le revuelve el pelo con cariño.- Contigo, sin embargo - señala a Thomas, acusador, que me devuelve la mirada con desafío.- Tienes que acatar una serie de normas para poder acercarte a este pingajo fácil de impresionar, ¿entendido?

Thomas ladea la cabeza, mirando a Newt que trata de aguantarse la risa porque ambos saben que fue el rubio quien inició el contacto que casi termina en beso, pero debe admitir que la situación es cuando menos divertida así que decide seguir el hilo del asiático.

- ¿Y qué normas son esas, Minho?

- Primero, nada de besos y de sexo hasta que le hayas prometido amor verdadero y eterno, sin fecha de caducidad que después le rompes el corazón y soy yo quien tiene que aguantar los lagrimones, ¿sabes? Y la salida de este sitio de clonc no se encuentra sola - se cruza de brazos.- Segundo, tienes que atosigarlo con las cosas que le gustan porque más te vale mimarlo en todo lo que puedas o te castraré antes de que tengas intención de meter eso donde no debes - Thomas consigue sonrojarse un poco, Newt aguanta la risa como puede.- Tercero, y la más importante de todas, atrévete a hacerle daño y no reconocerás tu cuerpo cuando haya acabado contigo. ¿Ha quedado claro?

Thomas parpadea.

- Como el agua.

- Bien, ahora ve a prepararte que te llevo al laberinto.

Newt estalla por fin y ríe, Minho lo observa sorprendido porque no es muy común desde el intento de suicidio y Thomas decide que acaba de enamorarse un poquito más.

- Lo cuidaré más que a mi vida, Minho - le promete cuando van de camino a la cabaña de los corredores.

- Más te vale, pingajo.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora