Thomas y Sam.

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Thomas deja a Newt preparando la cena en la cocina y va en busca de Sam para acostarlo, mañana tiene colegio y es difícil despertarle cuando se lo propone. Lo encuentra dormitando en el sillón con los pequeños ojos chocolates cerrándose poco a poco.

- Eh, campeón, creo que deberíamos ir a la cama - le susurra para no asustarlo.

Sam abre los ojos un poco, su cerebro asimilando de quién se trata, y estira los brazos para que Thomas lo coja. El adulto sonríe y asiente, dejando que el niño abrace su cuello para así poder levantarlo de la cintura y llevarlo hasta el piso de arriba.

Newt asoma la cabeza justo para ver con ternura el gesto concentrado de Thomas que trata de subir las escaleras sin alterar demasiado al pequeño mientras le tararea una pequeña nana. Se apoya en el marco de la puerta para tomar una fuerte bocanada de aire y que las lágrimas no resbalen por su cara. Qué suerte ha tenido de encontrar a Thomas.

El moreno deja a Sam sobre la cama y lo arropa con las mantas.

- Oye... - siente la pequeña mano en su muñeca y lo mira.

- ¿Qué pasa? - le acaricia la frente para apartar los flecos que le puedan molestar.

Sam casi vuelve a caer dormido con ese gesto. Thomas no recuerda haberse encontrado nunca con un niño tan dulce.

- Tú no le harás daño a mi papá, ¿verdad? - a Thomas le sorprende la ansiedad del tono de voz que se refleja en sus ojos.- Tú le quieres, ¿no es así?

- Claro que sí - se sienta en el borde de la cama

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- Claro que sí - se sienta en el borde de la cama.- Claro que quiero a tu padre - susurra, porque es verdad, porque lo ha querido prácticamente desde el principio.

- Entonces, ¿serás mi nuevo papá?

Una morena ceja se eleva, incrédulo.

- Me encantaría, enano, pero Newt tiene que quererlo también - le revuelve el pelo rubio con cariño.

- Claro que papá quiere. Parece mentira, Thomas - el niño ríe bajito tapándose más con las mantas.

Está tentado de dejarlo dormir por fin e ir a por la increíble carbonara de Newt, pero la curiosidad le puede demasiado. Su mayor defecto y virtud, según su atractivo y caliente novio.

- ¿Por qué preguntas, Sammy?

El niño no responde, tiene los ojos cerrados y la respiración pesada.

- Hoy en clase - la voz lo detiene antes de salir de la habitación.- Ben dijo que no puedo tener dos papás, que si estás con nosotros es porque te damos pena.

Thomas tiene que recordarse, de verdad, hacer el enorme esfuerzo de recordar que Sam acaba de cumplir los 10 años y que, por tanto, sus compañeros tienen la misma edad. De todas formas, eso no le va a impedir ir mañana a hablar con Ava.

- No es verdad, Sam.

El aludido abre un ojo, pequeñito, más cerca de Morfeo que del novio de su padre.

- Ahora lo sé, Thom.

Espera cinco minutos después de que Sam cierre de nuevo los ojos para asegurarse de que está dormido. Cuando sale de la habitación da un brinco y una mano en su boca evita que grite.

- ¿Newt? ¿Qué? -

Cuando se da cuenta está apoyado contra el cuerpo de Newt que se recarga en la pared, la mano izquierda afianzando el agarre en su cadera clavándole los dedos y enviando deliciosas descargas al resto de su cuerpo, la mano izquierda acariciando su barbilla después de asegurarse que no va a gritar. Se quedan en esa postura porque el rubio adulto no le permite moverse.

- ¿Cuánto llevas aquí?

- Unos minutos, me extrañó que no bajaras así que...

- Has escuchado lo suficiente - deduce, siente la mano izquierda bajar por el cuello hasta colarse por debajo de la camisa.

- Gracias - muerde el lóbulo de la oreja de su pareja y lo acaricia con la lengua.

Thomas nota la creciente erección contra su culo.

- Te amo - susurra una voz llenando el pasillo.

Thomas se estremece porque es la primera vez en casi un año que llevan juntos que Newt lo dice primero y eso vale más que cualquier tesoro.


Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora