El monitor III

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Dylan suspira agotado, dejándose caer sobre una de las sillas que tienen en el cuarto que usan para organizar las actividades de los viernes. Will se ha quedado en la puerta esperando que los padres vengan a por los más pequeños mientras que los mayores se han repartido a sus anchas.

Cierra los ojos un momento, respirando con profundidad. Siente unas manos frías y suaves que le tapan los ojos. Da un pequeño brinco por el susto.

- ¿Will? ¿Ya has vuelto? - ni siquiera tiene fuerzas para quitárselo de encima.

- Me temo que no soy Will.

Dylan reacciona entonces, quita las manos de sus ojos y observa embobado al adolescente que le devuelve la mirada ligeramente divertido.

- ¿Qué...? - mete las manos en los bolsillos, ignorando el picor que tiene por la necesidad de abrazar al rubio .- Thomas, ¿qué haces aquí?

- Me sorprende que sepas mi nombre, hoy no has recordado el de ninguno de mis compañeros - dice con sorna.

Dylan se pone de pie tratando de imponer más autoridad de la que siente que tiene cuando se da cuenta de que Thomas es casi de su misma altura. Se traga un gemido lastimero, ¿qué les dan a los críos hoy en día? El rubio es alto y delgado, muy estilizado. Siempre ha pensado que podría ser modelo.

- Repito, ¿qué haces aquí?

- Quería verte - se encoge de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.

- He estado esta tarde con tu grupo. Si necesitabas algo podrías habérmelo dicho entonces.

Thomas sonríe con tanta burla que Dylan debe hacer un esfuerzo sobre humano por aplacar las ganas que tiene de morderle la sonrisa.

- ¿De verdad? - se cruza de brazos, su expresión se vuelve algo más seria mientras se acaricia la barbilla con la mano derecha en un gesto  pensativo.- ¿Así que simplemente me acerco a ti y te digo las ganas que tengo de besarte?

Dylan no está preparado para la oleada de excitación que siente al escuchar esas palabras salir de los finos labios de Thomas. Se apoya con disimulo contra la mesa, necesita un soporte con urgencia porque está levemente mareado. Thomas se da cuenta y se acerca.

- No sé qué pretendes, pero vete a casa o sal con tus amigos, me da igual.

- Mentiroso.

Y es verdad porque si hay algo que Dylan se pregunta cada viernes y que le dura todo el fin de semana hasta que vuelve a tener la cabeza demasiado ocupada es si Thomas tiene alguna novia a la que habrá ido a ver, con la que habrá salido, a la que habrá besado o... detiene el discurrir de su mente, sus puños están fuertemente cerrados a ambos lados de su cuerpo.

- ¿Qué quieres, Thomas?

- A ti.

Dylan sube los ojos hasta encontrarse con los del rubio.

- No me preguntes de qué forma porque lo sabes y lo sabes porque tú me quieres de la misma manera.

Podrán separarlos 10 años, pero Thomas es muy inteligente y un mes de observación le respalda: claro que a notado la forma en la que Dylan siempre lo busca y lo mucho que le cuesta despegar su mirada de él, el anhelo casi prohibido cuando ya no se pueden seguir viendo y la larga semana de espera antes de encontrarse de nuevo aunque sólo fuera para mirarse mutuamente.

- Thomas, no podemos... esto...

- ¿Está mal? Ya, bueno, ahórrate la lección moral. No es como si no me hubiera pasado todo este mes pensando en ello, así que gracias, pero no gracias.

Dylan abre la boca.

- Y sí, también he pensado sobre la diferencia de edad y, por tanto, de experiencia - se encoge de nuevo, restándole importancia.- Si me vas a decir que soy demasiado joven y no sé lo que quiero, ni se te ocurra.

- Pero, tienes...

- 15 años, sí, no eternamente por suerte. De hecho, mi cumpleaños está muy cerca. Así que sólo harán falta otros 2 años hasta que sea legal.

Dylan comienza a preguntarse si el chiquillo ha estado toda la semana preparando la manera en la que pensaba abordarlo porque parece tener todos los flancos cubiertos y una réplica para cada argumento que el mayor pueda decir.

- Y mientras... bueno, parece que necesito ayuda con algunas asignaturas porque, ya sabes, la pubertad me está golpeando fuerte y estoy ligeramente distraído.

- Tú no necesitas ayuda.

- Mis padres piensan que sí y eso es lo único que importa. Así que... ¿quieres ser mi profesor particular durante estos dos años?

Dylan traga saliva.

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